Capítulo O2

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Yeonjun, Hueningkai y yo íbamos rumbo a mi casa, o bueno, al menos yo iba a mi casa acompañado por mi mejor amigo y un chico nuevo pero jodidamente atractivo. Hueningkai se despidió de mi al dejarme en casa, no sin antes tirarme alguna indirecta acerca de Yeonjun, que muy seguramente no sabe ni mi nombre. Sólo quiere coquetear... Es un fuckboy seguramente, su pinta lo dice todo y su forma de ser igual.

—Así que... —me mira fijamente con una sonrisa ladina—, Beomgyu —lo miré e hice una mueca un poco nervioso—, aquí es donde vive el niño bonito.

—Sí —reí un poco y mordí mi labio inferior.

—¿Me invitarás a pasar?

—¿No tenías que salir con tus amigos? —mierda, pensará que lo estoy corriendo, pensé.

Y después, una gran y sonrosa risa que Dios mío, era hermosa y a la vez tierna y contagiosa.

—Un simple "no quiero que entres" hubiera sido menos grosero Beomie.

—No, no, no, no quería sonar grosero Yeonjun yo... Espera, ¿Beomie?

—Será tu apodo de ahora en adelante bonito.

—Olvidé preguntar cómo es que sabes mi nombre si ni siquiera te lo dije.

—Estamos en la misma escuela Beomie.

De verdad que eres idiota Beomgyu.

—Buen punto —fue lo único que pude responder.

Terminé invitando a Yeonjun a pasar a mi casa. Vivía prácticamente solo así que no había problema. Miró a su alrededor y le ofrecí asiento en el sofá mientras iba a la cocina por unas cervezas. Le ofrecí una y me senté a su lado. Estuvimos charlando un muy buen rato. Muchas risas, me contó cómo es que dieron a parar en la Yonsei y después a la Hanyang. Me contó que tuvo una pelea con un profesor que lo estaba reprobando muy injustamente y que también tuvo otra con un alumno de la universidad. Lo tacharon de problemático y lo expulsaron, y por ende, su hermano se salió para que los dos se pusieran a estudiar juntos nuevamente en otra universidad, o sea, justo donde estoy yo. Bendita sea mi suerte.

—¿Quieres otra? —pregunté al ver su cuarta botella de cerveza vacía.

—¿Tú tomarás otra?

—Puede que sí.

—Entonces sí —contestó sonriente.

Me levanté del sofá y fui por otras dos cervezas. El ya iba por la quinta y yo apenas por la tercera. Regresé y me senté de nuevo, dándole la botella.

—Entonces, eres hijo único, tienes 19, vives solo, tus padres residen ahora en Vancouver y pagan tu universidad, trabajas de cajero en una cafetería y vas al gimnasio todos los fines de semana; eres el número uno de la clase, inteligente, aplicado y también el ejemplo a seguir —dijo Yeonjun sin dejar de mirarme y sonreír.

Esa maldita sonrisa.

—Sí, en efecto —reí nervioso y di un trago a mi cerveza–. Pregunta –dije mirando mi botella.

—Lo que quieras.

—¿Por qué me dices bonito?

–Porque lo eres –dijo entre risas—. Eres demasiado tierno... —suspiró–. Pero esos son los mejores los tiernos siempre son los más rudos en la cama —terminó y dio un trago a su cerveza sin alejar su vista de mí y yo empecé a toser por lo que dijo, cosa que le causó gracias y sonreía mientras bebía—. ¿Dije algo malo? —preguntó burlón.

—Para nada —dije recuperándome.

—Creo que debo irme. Mis amigos me van a matar por haberlos dejado plantados por un niño bonito —sonrió al final y se levantó—. ¿Puedo usar tu baño?

—Claro, está al fondo.

Vi como Yeonjun caminaba hacia el baño. Su forma de vestir y caminar era única, sexy y despertaba todas mis hormonas. Todas. Suspiré y di hasta el fondo a mi bebida. Creo que fue una mala idea, puesto que me mareé un poco. Deje la botella vacía en el piso y me levanté. Yeonjun ya se estaba demorando y quería de una vez quitarme ya esta camiseta, quería una más cómoda. Me quedé pensando en si me la quitaba o no. Entré a mi habitación y me quité la camisa, dejándola en el canasto de mi ropa sucia. Abrí mi closet y saqué otra más liviana y un poco holgada color rojo con un águila negra que abarcaba una gran parte de ella. Me la puse, después cerré mi closet y cuando me di la media vuelta, me puse demasiado nervioso. Yeonjun estaba viéndome recargado en el marco de la puerta mordiéndose el labio inferior con una sonrisa.

—¿Cuánto llevas ahí? —pregunté para después tragar saliva.

—Lo suficiente como para admirar tu espalda y un poco de tus abdominales —contestó entrando a mi habitación sonriente—. Tienes un cuerpo de muerte —susurró acercándose más a mí y yo por inercia comencé a retroceder.

—Gra- gracias —dije balbuceando—. Cre- Creo que estás muy cerca Yeonjun —mi respiración comenzaba a acelerarse al igual que los latidos de mi corazón.

—¿Y eso te molesta, Beomgyu? —preguntó en un tono seductor, a centímetros de mí cuando yo ya había llegado al final, topando con la pared.

—N-no, no es que me moleste p-pero...

—¿Pero? —posó su brazo derecho sobre mi cabeza y su mano izquierda en mi cintura.

Joder, su cabello cubría parte de su rostro, sus labios estaban entre abiertos, dejándome sentir su respiración haciéndome recordar que estaba a tan sólo centímetros de mí, su pierna estaba entre las mías, sonrió levemente de lado mirando a mi boca.

Este tipo va a matarme.

—Pero... —susurré esperando el próximo movimiento de Yeonjun.

Ya estaba preparado para probar sus labios carnosos pero finos. No iba a negarme ¿saben? Sería perder una gran oportunidad. Pero con la pinta que tiene, nunca hubiera pensado siquiera que era gay. Rozó sus labios con los míos y justo en el momento en que eso sucedió, el timbre de mi casa sonó. Me sentí en parte aliviado porque así no quedaría como un chico demasiado fácil y por otro lado, maldije en mis adentros porque perdí la gran oportunidad de besar a un atractivo, seductor, sexy y sin duda alguna, a un completo Dios nuevo que acababa de entrar a la universidad y que encima es mi compañero. Yeonjun se alejó de mí, dejándome ahora sí mi espacio, permitiéndome salir de entre sus brazos para atender a la persona que sea que haya llegado.

¿𝙌𝙪𝙞𝙚𝙣 𝙚𝙨 𝙔𝙚𝙤𝙣𝙟𝙪𝙣?Where stories live. Discover now