"La rarita"

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Al día siguiente - en el departamento
- ¡RAELLE! ¡RAELLE! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN A MÍ! ¡VEN A MIS BRAZOS
CORAZONCITO! – Tally entraba de golpe a su nuevo departamento con los brazos
abiertos y pidiendo por la rubia - ¡RAELL! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN Y DÉJAME ABRAZARTE! –
lejos de cesar con el pedido de cariño, Tally lo aumentaba. Eran pasadas las horas del
mediodía y la sala del departamento estaba llena de todas las cajas que ellas mismas
habían embalado pero que una empresa se había encargado de trasladar.
- ¡TALLY! – Abigail llegaba detrás con su mal humor de siempre,
aumentado aun más, porque en sus brazos cargaba una de las cajas con "objetos
importantes" que no pensaba dejar que los de la mudanza maltrataran – ¡DEJA DE
LLAMAR A LA RARITA! – Protestó – Ni la conoces. Cuando veas el aspecto que tiene,
no vas a querer abrazarla – afirmó dejando la caja arriba de la mesita del comedor.
- Aby, no seas mala – la reprendió sentándose en el piso para empezar a desempacar – Tu sabes, y tu mamá ya te lo ha dicho, que por más que
nosotras seamos ultra millonarias, no podemos despreciar al resto de los normales –
explicó a su forma. Una de los primeros negocios de Ramshorn & Bellweather Corp había sido
un colegio de danzas que había quedado a cargo de la bailarina. Actualmente era una
de las cadenas más prestigiosas de esos estudios – Además, anoche tu misma me
contaste que la persona que vivía aquí tenía cara de perrito – agregó
- Si, pero te dije cara de perrito aplastado por un camión que
traslada tanques de guerra– la corrigió mientras trataba de llegar a la heladera de la
cocina esquivando cajas.
- Pero un perrito al fin – Tally se quedaba con lo que quería –
¿Crees que sepa bailar Abs? Porque sino yo podría enseñarle... ¡YA SE! - ¡PLIMP!
Idea – Podría hacer que fuera a mis clases Abs – una idea no tan buena
- No me hagas reír Tally – Abigail ya había llegado a la heladera
y la estaba inspeccionando con perfección – El único baile que debe saber esa tipa, es
el del caballo que canta el chino idiota ese. Y se lo debe haber aprendido de la
cantidad de veces que seguramente un policía le ha ordenado que pongas sus manos
al frente para poder esposarla. De paso también deberían haber llevado preso a ese
tipo, por robar tanto tiempo con esa canción – No le alcanzaba el tiempo para
quejarse - ¡DIOS! – El portazo de la heladera demostraba la intensidad del carácter
de Abigail – Ni una cerveza tiene este cochino departamento – dijo – Apuesto a
que la rarita se emborracha por las noches con alcohol de cuarta. Vamos a tener que
tener la heladera con llave Tally... ¿Contaste las cajas como Scylla pidió? – le preguntó
la neoyorquina a la chica con la cual mantenía una relación casual.
- Sip – Tally no dio más información y siguió sacando cosas
- ¿Y? - Samantha quería un número
- ¿Y qué? ¿Crees que a Raell le quedará bien este tutu? – dijo
mientras alzaba un tutú rosado que parecía haber sido usado por alguno de los
hipopótamos de Disney en la película Fantasía.
Justo cuando Abigail estaba por insistir acerca del número de
cajas, Scylla aparecía en la puerta junto con el jefe de la mudanza a su lado -
¿Contaron las cajas? – preguntó sin indirectas y sin mirar a sus amigas, estaba más
interesada en localizar el musculoso cuerpo que no había podido sacarse de su cabeza
en toda la noche.
- No te preocupes – la calmó Abigail – Al parecer la rarita no
está. Estamos a salvo por ahora – agregó
- Son 23 cajas Scyl – contestó Tally desde el piso.
- Están todas – dijo, el hombre de la mudanza respiró tranquilo.
Apenas la morena intimidante le había exigido que subiera con ella, para confirmar
que hubiese llegado todo lo que ellas habían empacado, se había puesto nervioso.
-Aquí tiene – Scylla le entregaba el cheque sin mirarlo para después caminar
rápidamente hacia las habitaciones. - Ya me estoy imaginando a Raell con este vestidito puesto – Tally
seguía entusiasmada con la idea de poder disfrazar a una desconocida
- Scyl, necesitamos ir de compras para llenar la heladera y para la
fiesta de esta noche – Acostada en el sillón Abigail empezaba a dar órdenes – Y
además creo que deberíamos comprar nuestra propia heladera porque...
- Desocupó su habitación – anunció Scylla interrumpiendo como si
nada
- ¿Qué? ¿Quién? ¿Qué habitación? – La neoyorquina se levantó
rápidamente del sillón para ir hacia el pasillo - Ya habíamos quedado que la que está
más cerca del baño es mía – la había agarrado de sorpresa
Abigail volvía de su inspección - ¿De qué mierda estás hablando
Scyl? Hay tres habitaciones, una para cada una. Como lo pedimos – explicó una vez
que vio que de las cuatro habitaciones, tres de ellas parecían accesibles a su uso.
- Collar dijo que...
- ¿Quién demonios es Collar? – de vuelta en el sillón Abigail no
seguía la conversación de su amiga.
- La inquilina, la rubia que vive aquí – explicó Scylla irritada
- ¡RAELL! ¡MI BAILARINA! – Tally trataba de ayudar a que Abigail
identificara a la chica.
Abigail giró los ojos – ¿Qué pasa con la rarita? – preguntó
- Dijo que era imposible ocupar dos habitaciones porque una era la
suya y la otra... bueno la otra no sé. Y resulta que desocupó su habitación para
nosotras. ¿Y ella donde va a dormir? ¿Dónde...
- Espera un momentito – su compañera levantaba la cabeza desde
el sillón y la miraba divertida – ¿Acaso Scylla Ramshorn, la empresaria más temida de
New York y pronto a ser de Fort Salem, está preocupada por otro trasero que no
sea el de ella? – Finalizó su pregunta con una sonrisa de lado - ¡POR DIOS TALLY!
¡LLAMA AL 911, SCYLLA PODRÍA ESTAR EN SUS ÚLTIMOS MINUTOS DE VIDA O
PADECIENDO UNA ENFERMEDAD DE ALTO RIESGO! – soltó una carcajada y volvió a
acostarse toda estirada en el sillón
Lejos de importarle lo que Abigail tuviera que decir, Scylla volvió
al pasillo a inspeccionar la puerta cerrada. Trató de abrirla, pero de vuelta fue
imposible – Tal vez haya puesto sus cosas en esta habitación – reflexionó para ella
misma.
- Toma Aby – Tally le pasaba el teléfono a su amiga
Abigail lo agarró por impulso pero se quedó mirando a Tally
como pidiendo explicaciones - ¿Qué? ¿Por qué me pasas el teléfono? – Cuando perdió
la atención de la chica y escuchó voces provenientes del auricular, decidió ponerse el
celular en el oído - ¿Hola? – habló
- ¿Cuál es la emergencia? – preguntó la voz del otro lado de la línea
- ¿Cuál emergencia? ¿Acaso estás jugando a hacer bromas pedazo
de estúpido? - Estaba demasiado cansada para esto - Señorita, debo recordarle que el 911 no es para jugar. Esto es
algo serio - fue lo último que Abigail escuchó antes del... tu tu tu... que indicaba
que la llamada se había cortado.
- ¡TALLY! LLAMASTE AL 911 – se quejó
- Tu lo pediste Aby ¿Recuerdas? Por la enfermedad de Scyl–
explicó.
- No existe ningu...
- Dejen de hablar tonterías y pónganse a desempacar - las
interrumpió Scylla. La morena empresaria estaba demasiado nerviosa por la ausencia
de la rubia. Mandar a otras personas le iba a devolver su equilibrio.
- ¿No podemos pagar para que lo hagan Scyl? – Preguntó su compañera de negocios –
estoy demasiado cansada para hacerlo – insistió.
- Primero... - desde el lugar donde tenía sus propias cosas para
acomodar levantó un dedo – No, no podemos pagarle a alguien. Es decir, si, como
poder podemos. Pero no querrás a un extraño manipulando tu caja de juguetitos
sexuales ¿Cierto? Que no engañaste a nadie poniéndole a esa caja una etiqueta que
dice "LIBROS" – Scylla señalaba a la más grande de las cajas que contenía las
posesiones de la neoyorquina – Y segundo – levantó otro dedo – No estarías cansada si no
te hubieras quedado toda la noche haciendo gritar a la agente inmobiliaria.
Desagradable lo tuyo Abigail y eso que te he visto acostarte con mujeres peores –
Scylla sintió un ruido en la puerta y miró rápido hacia el lugar. Falsa alarma, por la
puerta no entro nadie. Giró la cara justo a tiempo para no perderse la cara de dolor
que Tally tenía a medida que se enteraba de otra aventura sexual de la neoyorquina.
Cualquiera pensaría que Abigail iba a argumentar lo que le
habían dicho, pero por el contrario eligió reírse – No pensarías lo mismo si la hubieras
visto moverse Scyl, lo que tenía de idiota lo tenía de rápida. Resultó fogosa la mira
tetas esa – comentó recordando la noche anterior y provocando más agujeros en el
corazón de la morena bailarina.
Como Abigail no podía dejar pasar el insulto que creyó escuchar
de la boca de Scylla agregó – Además, no debe parecerte tan desagradable si tú
misma te acuestas con el pene corto de tu novio – opinó – Hay que tener un mapa
para encontrar eso... y una lupa, por las dudas... y una pincita de depilar para
agarrarlo – siguió.
- Abigail tiene razón – habló una claramente aun lastimada
Tally– Nos dimos cuenta porque para tu usual fiesta de cumpleaños en la piscina, se
paso el día entero tratando de apoyarnos su pequeño patito a cada una de las
invitadas. Y ese patito no tenía nada de hule Scyl.
Scylla, que ahora estaba muy ocupada trasladando ropa a su nueva
habitación, que por razones que ni ella misma entendía había elegido la que Raelle
había ocupado con anterioridad, dijo – No es ninguna novedad que el cuerpo dinamita
de Porter tenga mecha corta –lo dijo de forma sutil y con una mueca de risa – El sexo esta sobre valorado – agregó seriamente.
Tally y Abigail se miraron y se largaron a reír – Si claro Scyl –
Abigail seguía riéndose mientras se paraba del sillón y abría su caja de adornos
personales para empezar a desempacar – Por eso la caja más grande que empaqué
con mayor cuidado es la de mis juguetitos. Y por eso esta tarde vamos a gastar
mucho dinero en alcohol para la fiesta de inauguración de esta cochina pocilga para
poder emborrachar a chicas sexys y llevárnoslas a la cama – dicho esto Abigail
sacó de una de las cajas un portarretrato con una foto que ella y su familia se habían
tomado antes de que la neoyorquina se fuera a la universidad y se puso a analizar el lugar
de la pared para colgarla.
- Raell no tiene fotos – De más está decir que este comentario de
Tally llamó la atención de la ojiazul del departamento. Inmediatamente Scylla
recorrió con su vista toda la sala de estar y lo pudo confirmar, no había fotos de la
rubia.
- Es cierto – replicó Scylla que seguía escaneando las paredes en
busca de algún retrato – Es... raro...
- Claro que es raro – admitió Abigail que ya estaba muy
ocupada colgando su foto familiar - ¿No le prestan atención a la genio de los
sobrenombres? Por eso le digo La rarita, ella es rara – aseguró – Se los digo, un día
de estos nos vamos a despertar cada una en una celda gritando por nuestra salvación
y protagonizando "Hostel 4". Y mientras ustedes estén siendo torturadas, yo les voy a
decir "se los dije" – finalizó observando el resultado final de su esfuerzo.
- ¿Y mientras te torturan a ti? – le preguntó Lena de mala gana
- Pufff – la latina reía – Para Abigail Bellweather las torturas son
cosquillas Scyl, yo le pateo el trasero a las torturas – aseguró haciendo que Scylla
girara los ojos - ¡LISTO! – Festejo la neoyorquina – Hora de ir a comprar el alcohol para la
fiesta, hay que inaugurar esta pocilga – dijo agarrando su cartera y saliendo por la
puerta.
- ¿Listo dijo? – Le preguntó Scylla a la morena que se había quedado mirando la
silueta de Abigail desaparecer tras la puerta – Solo colgó una foto – le señaló el
resto de cosas de propiedad de Abigail que estaban desparramadas por la sala.
Tally miró a su amiga y se encogió de hombros tristemente
logrando que Scylla se enfocara en ella - ¿Por qué sigues torturándote Tally? – le
preguntó. Bien sabía la empresaria que Tally estaba sufriendo.
La bailarina resopló cansada – No lo sé Scylla – aseguro – Supongo
que la estoy esperando – agregó
-¿Esperando qué? – Scylla ya había terminado con la ropa y
empezaba a personalizar la sala con sus propias cosas – Llevas años esperándola,
desde la secundaria. Quiero decir, Abigail es mi mejor amiga, pero no por eso voy
a dejar de advertirte que ella no va a cambiar – habló de espaldas a la otra mientras
colocaba una pequeña vasija de cristal en la mesita ratona - ¿velas flotantes o pétalos de flores? – de paso pedía opinión acerca de la decoración.
Era el turno de Tally para colocar sus fotos – Esperando a que
reaccione supongo – contestó mientras colgaba la foto de ella y Abigail en el
zoológico - Yo se que ella me ama Scyl, es solo que... - tomo aire al colocar un par de
agarres más – es solo que tiene miedo – aseguró mirando la vasija de su amiga –
Velas de agua – opinó.
Sin esperar la respuesta de la bailarina, la empresaria ya estaba
llenando de agua la vasija – Y mientras tanto, Abigail y su miedo andan de cama
en cama, mientras tú te quedas en la noche esperando a que llegue y vaya derecho a
tu habitación. Y cuando no lo hace, como anoche, te pasas el día con la misma cara
triste que tienes ahora, no vale la pena Tally. Hay miles de peces en el río – aseguró
mientras ahora empujaba su lámpara de lectura preferida directamente traída de
Paris de manera que quedara cerca del sofá individual por si alguien quería leer, o
cerca del sofá de tres piezas por si querían ver televisión con la luz tenue que
irradiaba su lámpara.
- Es extraño Scylla – respondió Tally, que una vez que terminó con
las fotos se dispuso a recoger las bolsas y cajas vacías.
- ¿Qué cosa? – Scylla se había llevado su mano a la boca de forma
pensativa. No miraba a su amiga, al contrario, estaba observando detalladamente el
sillón. Estaba casi segura de que ese sillón de tres plazas no era el mismo que había
visto el día anterior en el mismo lugar.
- Digo que es extraño, como cuando se trata de la vida amorosa de
los demás, parece que tuvieras el ABC de las respuestas o algo así como si fuera de
esos libros que Aby me regala cuando no se usar algo... "El amor para tontos" –
le dijo pensando en el último de sus libros que Samantha le había regalado "I Pad
para tontos" – Pero cuando se trata de tu vida, de tu y Porter, o de tu y el sexo, para ti
todo parece estar sobrevalorado – era justo lo que le decía.
Scylla dejó de mirar el sillón y le prestó atención a su amiga. No le
gustaba lo que estaba diciendo – No es lo mismo – refutó – Que tú seas una idiota
que llora por la mujer equivocada no es lo mismo que mi relación con Porter – discutió
de mala manera.
Tally soltó una tibia risa que hizo que la empresaria frunciera su
ceño - ¿Cuál relación Scylla? - la mirada de la otra no la había frenado - Desde que
estas en Fort Salem apenas has hablado con él, y ni hablemos de cuantas veces te
ha llamado – agregó.
Scylla dio varios pasos hacia la bailarina – No es tu problema
cuantas veces Porter y yo hablamos – le dijo.
- Como tampoco es el tuyo cuantas veces yo lloro por Abigail –
afirmó Tally sin dejarse intimidar por la otra.
El clima dentro del departamento se había puesto denso -
¡FIESTAAAAAAAAAAA! – suerte que Abigail eligió ese momento para entrar
acompañada de varias botellas. Ya de noche – en el departamento
La música estaba a todo volumen, el alcohol iba y venía y la gente
desbordaba el lugar.
- ¡ABIGAIL! ¡ABIGAIL! – Una Scylla furiosa buscaba a su amiga
por todo el departamento. A pesar de que no era un lugar enorme, la cantidad de
gente, mezclada con el humo de cigarrillos y las luces que ha último momento se le
había ocurrido agregar a la latina, le hacía difícil el camino. Finalmente la divisó en el
sillón. Se le había hecho difícil distinguirla debido a la cantidad de mujeres que la
rodeaban, en especial una morocha voluptuosa que tenía encima.
- Ven aquí idiota – Scylla agarró del brazo a su amiga empujando a
la mujer de pechos grandes
Tironeando la llevo a la cocina donde el grupo de sus amigos había
decidido refugiarse – SCYLLA ¿Qué mierda quieres? Tenía el trasero de esa mujer en
mis manos. Esta noche no somos dos en mi cama – dijo agrandada mirando a sus
amigos. Y chocando los cinco con uno de ellos...
- Me importa muy poco cuanta gente termine en tu cama
Abigail, pero si vuelvo a tener que sobornar un policía por tus estúpidas fiestas, la
próxima llamada que vas a recibir va a ser de una tal Petra ¿Te suena el nombre? –
Ante la mención de su madre la neoyorquina se acobardó y decidió tratar de calmar a su
amiga.
- Porqué no te relajas Scyl – le buscó un vaso de cerveza – Tomate
un trago, baila, búscate un macho – Miró a Prent que de paso ya se había puesto en
pose de cazador - O no se... algo – insistió
- ¿Cómo quieres que me relaje cuando aparecen policías en la
puerta contestando denuncia de los vecinos? Lo único que te pedí en estos meses era
discreción Abigail... DIS... CRE...CION – puntualizó la palabra
- Y eso tienes Scylla, discreción. Invite menos de cien personas ¿Qué
más quieres? – Le contestó mirándole el trasero a una rubia que pasaba por ahí –
Ahora si me permites – agarró la botella de cerveza – Tengo dos grandes razones
esperándome – siguió su camino hasta el sillón.
La morena respiró profundo y se sentó en la isla de la cocina al lado
de Tally– Relájate Scyl– la consoló. Se ve que el ambiente entre ellas se había
normalizado.
- Si quieres... - un seductor Prent se ponía enfrente de sus piernas
y apoyaba sus manos en sus rodillas – podemos repetir lo de la última vez – intentó
el muchacho
Scylla no tenía que pensarlo dos veces, Prent se había convertido
en la rueda de auxilio de Porter desde hace mucho tiempo. Ella misma sabía que esa
noche el chico terminaría durmiendo en su cama. Así era siempre, Abigail con una o varias chicas, Scylla con Porter, Prent o algún que otro muchacho casual y Tally sola.
Justo cuando estaba por agarrar la mano del chico para llevárselo a
su cuarto, Abigail volvía a aparecer en el grupo - ¿La viste? – preguntó
directamente a Scylla
La empresaria frunció el ceño aun enojada con su amiga – No me
interesan ni el tamaño de los pechos, ni la forma de la cola de tus conquistas
Abigail – aseguró
La neoyorquina giró los ojos – Que si viste pasar a la rarita digo – aclaró
- ¿De qué rarita estás hablan...? – Caía lentamente - ¿Collar? – De
un tirón se sacó las manos de Prent y bajó abruptamente de la mesada donde estaba
sentada - ¿Collar está en la fiesta? – re preguntó queriendo una confirmación.
- ¿Quién diablos es Collar? – preguntó el chico al resto de sus
amigos
- CALLATE PRENT – lo silenció Scylla - ¿Dónde está? – Preguntó
mirando su reloj – Son las dos de la mañana. ¿Por qué llega a esta hora? – empezó a
buscar entre la gente, no le alcanzaban los ojos para mirar.
- Dios Scylla, ni que fueras su madre – replicó su socia – Además no
se quedó en la fiesta. Te dije que era rarita. Pasó directo hacia las habitaciones – le
explicó ya aburrida del tema – Como sea, solo venía a decirles que es mejor que esta
noche durmamos con llave sino queremos aparecer descuartizadas en el freezer que
seguro tiene la rarita en ese raro cuarto. Nos vemos a la mañana – Si es que se
levantaba.
Abigail se perdió por un lado y Scylla se fue rápidamente hacia el
pasillo. Revisó su nuevo cuarto y nada. Lo mismo hizo con el de sus amigas y
tampoco allí estaba. Trató de entrar al baño pero un grito varonil de "ocupado" le dio
la respuesta que buscaba. Sólo quedaba uno. Justo la puerta por la cual se podía ver
un pequeño hilo de luz a través de la rendija que separaba el piso del mueble. Scylla
se frenó frente a la puerta y apoyó sus oídos, no escuchó ruido alguno.
- Nada de cosas raras bajo mis narices Collar – subió el puño y
golpeó sin prudencia. Nada escapa del control Ramshorn.

NO SOY PARA TI (RAYLLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora