"5 muertes + 5 errores = 1 arrepentimiento"

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Lunes a la noche – Nuevo departamento

- ¡HOGAR DULCE HOGAR! – Abigail hacia su entrada al nuevo departamento. Tally y Scylla venían detrás de ella con menos entusiasmo, por no decir con casi nada. Después de abandonar el viejo departamento fueron a comer algo por ahí para esperar que el equipo de mudanza contratado hiciera su trabajo. No fue hasta tres horas después que le avisaron a Abigail que ya estaba todo listo.

– ¡ESTO SI QUE ES VIDA! – agregó la neoyorquina recorriendo el lugar con sus brazos abiertos.

- ¡ESTO SI QUE ES LUJO! – cualquiera que la estuviera viendo o escuchando pensaría que el lugar estaba bañado en oro.

- ¡ESTE ES EL PALACIO QUE SE MERECE LA GRAN ABIGAIL BELLWEATHER! – sus delirios de grandeza hacían acto de presencia.

- Tampoco es para tanto – Tally hacía que la neoyorquina bajara un poco de las nubes.

- ¿Qué no es para tanto dices? ¡POR DIOS TALLY! ¡MIRA ESTA SALA! - El departamento tenía una enorme sala de estar, las paredes estaban pintadas de un blanco pulcro y del techo colgaba una encantadora lámpara moderna.

- A mí me gustaba la sala del departamento de Rael – dijo Tally.

La neoyorquina hizo oído sordos al comentario de la bailarina y siguió
inspeccionando -¡GUAU! ¡MIRA ESTA DECORACIÓN! – Sobre las lisas paredes habían pinturas que tanto Abigail como Scylla reconocían fácilmente a diferencia de la bailarina. La pelirroja pudo distinguir una copia bastante mal hecha de "El beso" de Gustav Klimt.

- A mí me gustaba la decoración del departamento de Rael – otra vez puntualizó Tally.

Abigail soltó un simpático y fuerte resoplido – Por favor, a eso no se le puede llamar decoración. No se le puede decir decoración a paredes sin revocar, ni pintar y mucho menos a las telas de araña que colgaban de ellas.

- ¡O DIOS! ¡O DIOS! ¡MIREN ESTO! ¡MIREN QUE VISTA! – la neoyorquina no demoró en apretar un botón de un pequeño control que había sobre una mesita con una pequeña lámpara y las traslucidas cortinas de una enorme ventana se abrieron. En realidad esto era la razón del alto precio del departamento más allá de la ubicación. Una de las paredes era totalmente de vidrio y formaba un enorme ventanal que dejaba ver casi toda la ciudad. Las cortinas que cubrían la vista eran de color crema y de una tela traslucida, al parecer los ventanales estaban equipados con blackout o algo así le habían explicado a Abigail.

- A mí no me gusta – observó Tally – Ya no están los simpáticos chicos del departamento de enfrente, que me gritaban cosas lindas o que jugaban al dígalo con mímica conmigo – dijo con nostalgia.

Abigail la miró enfadada – Esos tipos eran unos pajeros Tally, nada de simpáticos – le aclaró – Y las señas no eran mímica ni mucho menos un juego – más de una vez la neoyorquina les había respondido con sus propias señas.

Cuando Tally estaba por protestar de nuevo la neoyorquina la interrumpió
– Además eso es lo de menos... - ¡POR DIOS! ¡MIRA ESTOS PISOS! ¡MIRA ESTOS MUEBLES! – los pisos del departamento eran todos de fina madera.

En el medio de la sala, cerca del enorme ventanal, había dos gigantes sillones de color marfil, enfrentados uno al otro y solo separados por una no tan pequeña pero si baja, mesita redonda con vidrio al centro, que tenía una adorno bastante raro pero lujoso en su centro, algo así como una caramelera muy parecida al pensadero de Albus Dumbledor si me preguntan. Al costado de uno de los sillones había una alta lámpara y sobre ellos varios almohadones forrados en un estampado estilo cebra muy interesante.

Tally se cruzó de brazos, estaba negada a ver lo mismo que Abigail – Estos pisos no son como los de Kari...

- Porque les faltan todas las huevadas que la rarita tiraba en el piso
– respondió cansada - Le faltan baldosas rotas y le falta la cochina y sucia alfombra fonde podría dormir cualquier tipo de perro pulgoso.

NO SOY PARA TI (RAYLLA)Where stories live. Discover now