Capítulo 12. Deseos y ganas de caer

64 6 4
                                    


«Hay llamas que no pueden ser extinguidas ni con el frío invierno de una traición. Así era mi pasión, a pesar de que tu corazón estaba dividido, el mío latía fuertemente con un poco más de ti». Melissa Lexington.

Narrado por Chloé

Siempre fui apasionada, nunca quise vivir nada si no lo sentía de verdad, así fue en el sexo, en los negocios, en el amor. Pero, solo hasta este instante en el que me encuentro al lado de Melissa, sentadas en el auto, que veo su rostro de perfil y su semblante serio, que deseo acercarme y besarla como si mañana ya no tuviera más vida, perderme en esa boca con todas mis ganas; es cuando comprendo el significado de la pasión. Se me antoja como el capricho más grande, tomar sus labios rosados entre los míos hasta llevarla a la locura de gemir en mi boca y pedirme con su cuerpo que le haga el amor justo ahí. A veces la pasión te lleva a jugar con los pensamientos más calientes, con los deseos más bajos. Nada me daba más placer que lograr que su cuerpo gozara por completo cada cosa que le hago cuando me lo entrega todo entero. Más allá del amor y de pensarla en cada momento, extrañaba su sexo, su sabor, su aroma, esa deliciosa forma de volverme loca con la que siempre dominaba todo mi ser.

No sé lo que estaba pasándome últimamente con ella, pero ya no podía estar cerca sin ponerme a fantasear con tenerla contra mi cuerpo, contra mis ganas, contra mis deseos más calientes. Sus palabras me regresaron a la vida real sacándome violentamente de mis pensamientos pecaminosos.

—¿Crees que tengamos que vernos así cada vez que el señor Van Ewen pida una reunión?

—¿No quieres estar cerca de mí?

—Sabes que no, Chloé. Agradezco que me ofrecieras llevarme a la reunión, pero quiero que sea la última vez. Yo necesito alejarme de ti lo más pronto que pueda —sus palabras me lastimaban, recibir su rechazo era casi tan duro como dormir por las noches y no tenerla a mi lado en la cama. Volteé mi mirada hacia mi lado de la ventana para que no notara el daño que podía causar en mí con un simple «no». Pero yo no me iba a rendir tan fácil con ella.

—No te preocupes, trataré de incomodarte lo menos posible de ahora en adelante.

—Sé que te duelen mis palabras, Chloé, pero intento ser honesta contigo y evitar dañarnos más de lo necesario en esta separación —sentía su mirada puesta en mí. Acercó su mano tomando la mía y todo mi mundo volvió a tener un sentido, a tener vida—. Mírame, Chloé —lo hice y pude comprobar que yo pendo de un hilo que me ata a su amor, me tiene en sus manos, adherida a su corazón—. Necesito que dejes de buscarme, necesito avanzar sin ti. No entiendes que el tenerte cerca solo me hace daño porque yo te amo.

—Me pides demasiado, Mel. Yo quiero recuperarte, tratar de enmendar lo que hice, tratar de sanar nuestro amor hasta que vuelvas conmigo, hasta que sientas que te amo solo a ti, hasta que sientas lo mucho que en verdad yo te amo.

—Tú no sabes lo que sientes por Adriana, mientras eso sea así no hay nada que recuperar de nuestra relación —soltó mi mano—. Así que te voy a exigir que dejes de acercarte a mí, nuestro trato debe ser únicamente profesional. Nada de llamarme, para eso está mi secretaria. Nada de buscarme o mandarme a tu chofer. Nada de ir a mi casa. ¿Te queda claro?

—Sí.

—Perfecto.

Seguimos nuestro camino hasta llegar a Black Corporation, entramos directamente a la sala de juntas donde, para mi sorpresa, nos encontramos con el señor Van Ewen, Adriana Jones, y Gia Parisi. ¿Qué mierda hace Gia aquí? Miré a Melissa para buscar alguna respuesta en su mirada y me sonrió como nunca lo había hecho; era la primera vez que veía un gesto malicioso en ella. Continuó caminando y me pidió que tomara asiento, yo me sentía fuera de lugar. ¿Qué carajos estaba pasando?

Todo lo que muestras.Where stories live. Discover now