Capítulo 14. Te esperaré en casa hasta que vengas

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«En el cielo y en el infierno habitan las personas según el lugar que se han ganado con sus actos. Eso si crees que hay dos lugares donde las personas son dirigidas haciendo el mal o el bien. Yo te miro, Chloé, miro tu esencia, tus actos, y realmente no sé en qué lugar de esas categorías estarías tú. No eres ni un ángel ni un demonio, no eres ni mala ni buena. Tal vez un antihéroe, tal vez una castigadora, tal vez sólo eres alguien que quiere vivir su vida en paz. O tal vez todo este tiempo lo único que te importó fue salvar a esas personas cueste lo que cueste».

Narrado por Adele

Llegamos a la escena del crimen, era una verdadera masacre que contenía la firma de Amelia por todos lados. Lo hizo ver como si hubiera sido alguna de las organizaciones rivales a la de Franco el lobo, pero mi intuición no me mentía, sé que fue ella. No podía intervenir directamente en la investigación, un equipo de agentes británicos no pasaría desapercibidos, por lo que tuve que mantenerme al margen de lo sucedido. Fui hasta la casa de Mateo para enfrentarla, quería que admitiera lo que hizo, quería la confirmación a mis sospechas. Ella se estaba metiendo en lugares donde no era bienvenida y me complicaba más mi trabajo, me hacía difícil el llevarla de regreso sana y salvo a Londres. Internamente también me reprochaba a mí misma por permitir que siga haciendo todo esto pasando por encima de mi trabajo y las vidas de los miembros de mi equipo; el amor era una mala combinación para esta profesión, claro que lo era, soy una prueba viviente de ello.

Flashback...

La última semana de Ethan, habíamos peleado, la estábamos pasando muy mal en nuestra relación debido a lo que me dedicaba. Le comenté que tendría otra salida después de una discusión que tuvimos porque no pasaba suficiente tiempo con él y mi hija Sophia. Él sintió que el día que me fui a trabajar, los cambié para cumplir con mi deber, que prefería a mi trabajo que pasar tiempo de calidad con ellos. Fue el día más triste de mi vida, el día en que perdí su amor para siempre. Él estaba sentado en la sala, acababa de leerle un cuento a nuestra hija que se había quedado dormida en su regazo. Me acerqué silenciosamente para no despertarla y en voz baja le dije que teníamos que hablar. Él llevó a la niña a su habitación y luego regresó preparando dos tazas de té para sentarse a mi lado en el sofá.

—Muy bien. Dime, ¿qué sucede? —me dijo moviendo la taza de té entre sus manos porque estaba muy caliente, era algo que siempre hacía cuando la bebida era caliente; decía que tenía dedos sensibles.

—No quiero discutir más contigo.

—Todavía no me cuentas nada para que podamos discutirlo —bromea con ello.

—Es en serio, Ethan, quiero contarte, pero no quiero discutir contigo otra vez —suspiró y se acomodó mejor en el sofá.

—Estoy dispuesto a escucharte, trataré de no pelear más. Dime, ¿qué sucede?

—Acepté otra misión fuera del país, tardaré dos semanas como mínimo para cumplirla —se puso las manos sobre la cara tratando de contener su primer comentario y su malestar por la noticia.

—¡Demonios, amor! ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esta situación? ¿Por qué no renuncias si sabes que tu hija y yo te necesitamos?

—Prometiste que no íbamos a discutir.

—No lo hacemos, solo trato de entenderte y de que sepas lo que siento al respecto. No sabes el miedo que me da cada vez que sales a una misión de campo, cuando llegas con heridas a casa o con un balazo.

—Casi nunca sucede eso. Tengo un historial de heridas en misiones casi nulo a comparación de otros agentes de campo.

—¡No es gracioso! ¡Yo necesito que tomes una decisión ya! Es simple, tu trabajo o tu familia, pero no podemos seguir así un mes más —se levantó del sofá, molesto.

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