Día 3 ( Por la noche)

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    Mientras el jabón resbalaba por mi cuerpo mantenía los ojos cerrados, necesitaba concentrarme en otra cosa que no fuera Leo y su hermoso cuerpo, sabía que hacía ejercicio y se cuidaba, pero jamás había imaginado lo bien que lucía sin ropa, de repente el agua fría comenzó a estar más cálida, mi respiración se aceleró involuntariamente recorrí todo mi cuerpo con mi mano hasta llegar a mi parte más sensible, al sentir el primer roce de mis dedos hice la cabeza para atrás y trague saliva, necesitaba sentir aún más que eso, pero entonces la cordura regreso a mí. 

    Quite la mano termine de bañarme  y negué con la cabeza. 

    Lo odiaba, odiaba a Leo por haberse metido en mis pensamientos, por invadir cada parte de mi ser, se suponía que estaba prohibido, que no debía pensar en él de esa manera, pero era algo inevitable. 

    Si no lo hubiera visto como me lo encontré, las cosas seguirían de acuerdo al plan, pero ahora todo se complicaba. 

    Así que lo único que se venía a mi mente era una sola cosa. Necesitaba venganza, Leo tenía que pagar por lo que había hecho y sabía perfectamente que hacer. 

    Salí rápidamente del baño  al llegar a mi  armario, saque el vestido rojo que según Rebeca hace babear a cualquier hombre, el vestido era bastante corto apenas y me tapaba el trasero, además tenía un gran escote que hacía que mis pechos se vieran grandes y eso lo agradecía bastante, era justo el vestido que necesitaba para llevar a cabo mi plan maestro. 

    Una vez con el vestido, hice un maquillaje en rojo haciendo que mis facciones se vieran un poco más delgadas y mi mirada luciera mucho más llamativa, a pesar de que era un maquillaje que no solía usar había ocasiones que lo ameritaban, justo como en éste momento. 

    Una vez lista  me coloque unos aretes largos y sonreí ante lo que veía en el espejo. Estaba segura de que mi plan iba hacer un éxito.

    Suspire pesado y salí de la recámara, con cada paso que daba me sentía más segura de lo que quería, él creía que tenía el mando, pero aún no me conocía. 

    Una de las cosas que había aprendido con el tiempo era a conocer a las personas, a saber el punto débil de cada una y sabía que el punto débil de Leo era una mujer bonita y con bonita, no me refería a solamente lo físico si no también a la manera intelectual de ver las cosas.

    Así que sabía que cartas usar y en qué momento.

    Al llegar a las escaleras vi que tanto él como su hermana y su madre estaban parados al final. 

—Wow —dijo la hermana de Leo haciendo que él y su mamá voltearan, sonreí.

    Comencé a caminar a paso lento y pude ver qué él se había quedado sin respiración. 

   No apartaba los ojos de mi, era justo como lo quería tener.

—Buenas noches. —dije y le di un beso corto en los labios. 

  A su mamá la abrace igual que a su hermana. 

—Es bueno verte cariño. —dijo la señora Coleman y yo sonreí. 

—Lo mismo digo Ana es un placer que estén aquí. —al decir eso me acerque de nuevo a Leo y este me dio su brazo sonreí amablemente y lo acepte. 

—¿Cenamos ya? —dijo Leo mientras caminábamos al comedor. 

—¿Y que dice la vida de casados? —dijo la hermana de Leo a lo que sonreí.

—Logre hacer que ya no ronque. —al decir eso su hermana y su mamá comenzaron a reírse y Leo se puso rojo como tomate. 

—No ronco. —dijo he hizo un puchero que se veía bastante lindo a lo cuál aparte rápidamente la vista. 

—Gracias a mi cariño. —al llegar a la mesa todos tomarnos su lugar y trate de hacer que Leo y yo quedáramos lo más cerca posible.

—Nunca me han gustado las cenas formales. —dijo Ana a lo que asentí. 

—Es por eso que hoy quise hacer algo diferente. —al decir eso el chef entro con una charola llena de bocadillos y comida típica de México.

—En mi país la comida es deliciosa, por eso es que quise invitarles un poco de mi cultura. — la señora Coleman sonrió y la hermana de Leo aplaudió.

— Hermano, te has sacado el premio mayor con mi cuñada. —Leo volteo a verme y asintió.

—Ella es la mejor. — dijo y se acercó a darme un beso en la boca. El roce de sus labios con los míos me hicieron suspirar. 

—¿Y que fue lo del hotel? —preguntó de repente su mamá, Leo volteo a verme y yo sonreí.

—Fuimos a una fiesta y terminamos muy cansados además, Leo estaba indispuesto para manejar, por eso es que nos quedamos en el hotel.

La señora Coleman sonrió y asintió con la cabeza.

Mientras comenzaban a platicar sobre algo que había pasado con una de su vecinas aproveche la ocasión y comencé con mi plan maestro.

Primero tire "accidentalmente" la cuchara así que me tuve que agachar a recojer, pero en el camino volvió a caer, está vez el el regazo de Leo. Al verme el giro la cabeza. 

Sus ojos estaban fijos en mi, tanto que podía jugar que los tenía dilatados.

—Lo siento.—dije mientras tomaba la cuchara dejando descansar unos segundos está sobre su miembro.

Al hacer aquello, Leo cerro los ojos y trago saliva.

Primera fase del plan estaba lista. Sabía que ahora tendría toda su atención, al menos hasta que comprobará cuáles eran mis intenciones. Pero al ver su cara estaba segura de que ya lo imaginaba. 

Así que me voltee y puse atención al resto de la conversación.

Una esposa para Leo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora