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El edificio de salud se encontraba a la entrada de la gran universidad pero lejos del centro del campus, por lo que rara vez se encontraban estudiantes de medicina, enfermería, bacteriología y otros, en la cafetería central. Usualmente utilizaban una de las pequeñas cafeterías que solian ser más cercanas y, en el caso de los estudiantes de medicina, al tener tan poco tiempo libre solo llegaban hasta la biblioteca central.

Jay llevaba dos años estudiando en aquella universidad y podía asegurar que era la primera vez que cruzaba por las puertas de ese edificio. Caminó por los pasillos hasta encontrar el ascensor que lo llevaría donde Heeseung debía estar y, mientras esperaba de brazos cruzados no pudo evitar comparar la diferencia entre ambas facultades. Era demasiado notorio el silencio y la ausencia de grandes grupos de estudiantes.

Jay subió al ascensor confundido, preguntándose si habían menos estudiantes de salud o es que realmente no podían hacer ruido por los pasillos. Era nuevo para él aquel ambiente, porque la facultad de diseño era mucho más que ruido y personas, era colores y música todo el tiempo.

Además de personas cargando objetos extraños a nombre de materiales para trabajos. Era extravagante, pero se sentía más vivo que aquel lugar.

El ascensor se detuvo en el piso cuatro y abrió sus puertas dejando a la vista una especie de jardín semi abierto. Se encontraba en medio del edificio por lo que para el pelinegro era sencillo asumir que los pisos siguientes eran más aulas de clases al igual que los de abajo, sin embargo, era obvio que aquel lugar estaba diseñado exclusivamente para el descanso de los alumnos. Habían bancas, pequeñas mesas y sillas, e incluso algunos columpios y puffs junto al gran balcón que permitía la entrada de la luz solar.

Jay caminó por el lugar notando que no era muy grande y que tampoco debía buscar mucho al pelirojo, pues el lugar se encontraba prácticamente desierto, de no ser por la cabellera roja que se encontraba recostado en uno de los puffs.

El pelirojo tenía sus ojos cerrados y sus audífonos, sin embargo, lo que más llamó la atención del pelinegro fue el uniforme azul que portaba. Era en aquella tela antifluido que utilizaban todos los estudiantes y médicos en su vida diaria, sin embargo, era la primera vez que veía a Heeseung usándolo y, no podía intentar negarlo, aquel uniforme le daba un aspecto más serio e intimidante al pelirojo.

Jay lo analizó de pies a cabeza antes de acercarse por completo a él y disponerse a llamar su atención.

— Hey, Heeseung. —dijo moviendo la pierna ajena con su mano para llamar su atención.— ¿No vas a despertar?

Una sonrisa perezosa se extendió por el rostro del pelirojo antes de abrir sus ojos y sólo murmuró: — Solo estaba esperando que terminaras de observarme desde lejos, ¿fue una buena vista?

Jay abrió más sus ojos sorprendido y fastidiado al ser atrapado por aquel pelirojo, el cual sólo comenzó a reír mientras observaba la reacción del pelinegro.

— Como sea, solo vine a devolver tus llaves. —murmuró mientras buscaba en su mochila hasta encontrarlas.— Gracias por prestarme tu auto.

El pelirojo asintió y se acomodó en su asiento para luego recibir las llaves con una leve sonrisa: — No fue nada.

Jay acomodó su mochila y volvió a asentir.

— Bueno entonces..

— ¿No te vas a quedar un rato? —preguntó el pelirojo interrumpiendo la que sabía era la despedida del pelinegro. Este lo miró alzando una ceja y giró su cabeza observando a su alrededor el lugar donde se encontraban.

— No sé si puedo estar aquí, ¿no es solo para estudiantes de la salud?

— No, cualquiera puede entrar. Solo que es hora de almuerzo y todos suelen estar en cafetería. —explicó Heeseung mientras se levantaba de su asiento quedando frente al pelinegro y regalandole una media sonrisa. — Vamos a las máquinas de comida, yo invito.

Lonely heart - heejayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora