Alma gemela asustada

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Por un extraño impulso, quería volver a la playa.
Desde ayer que tenía extraños pensamientos que no lograba entender de donde provenían.
¿Tan mal lo tenía la ruptura?
No podía engañarse, extrañaba cada broma, cada conversación, todo. Pero al menos hoy, ya no quería ahogarse en helado de chocolate y galletas
¿Desde cuándo le gustaba tanto comer?
Lo bueno es que ya no quería pegarse un tiro en la cabeza o saltar de una ventana pensando que era la criatura más tonta del mundo.
Iba mejorando.
—¿Ahora te quieres ahogar en el mar? —Se preguntaba a si mismo Yuta —que tienes tantas ganas de ir a la playa.
Hay formas más amables y sutiles de morir, que ir a una playa llena de personas y generarles un trauma de por vida.
Ya estaba por décima vez en el día, pensando bobadas y cosas depresivas. Su chico lo había cambiado para bien esos meses, no tuvo ni un solo pensamiento negativo y ahora tenía pensamientos sacados de una novela de Dostoyevski.

Yuta estaba sentado en una toalla, mirando a la nada, cuando le inunda una extraña alegría por ver el mar. Enserio ¿Que estaba pasando?
Vio de reojo a una pequeña cosa albina corriendo directo a la orilla. Le causó bastante gracia ver a alguien tan feliz por algo tan simple. Decidió observarlo un poco más. Vio como se metio al mar chapoteando y pataleando. Yuta estaba tan entretenido viéndolo que fue el único en darse cuenta como se lo empezó a llevar el mar. Asustado se levantó y empezó a correr para sacarlo.
Ve como se queda quieto sin escapar de una ola. Al reventar observó como rodo por el agua y quedó tirado en la arena cuan largo era, con su traje de baño hasta las rodillas.
—Por favor que no esté muerto —penso Okkotsu.
Ya a unos metros, vio como el pequeño miro a ambos lados y rápidamente se levantó y camino algo mareado.
Más aliviado, Yuta quería preguntarle si se encontraba bien.
Ese era su plan hasta que se detuvo en seco.
—Esa cara...ese bonito rostro...no puede ser... imposible, es su...
Ahora todo tenía sentido. Yuta lo supo en ese instante, era su querida alma gemela, su compañero.
Ahora no sólo tenía en su conciencia haber sido un idiota, ahora podía oficialmente, llamarse un pervertido. Mira que andar observándole el trasero. Ni siquiera se habían casado y el ya miro lo que no debía. Como lo miraría a la cara.
—Yuta —se dijo así mismo —ahora no sólo eres un tonto depresivo, ahora se le agrega la hermosa cualidad de ser un degenerado.





Continuará....

Yuta mirando a Toge: demasiada pureza y hermosura, para estos ojos tan marranos.

Alma Gemela Where stories live. Discover now