Sleepsong

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Las imágenes a su alrededor eran borrosas, pero la adrenalina la mantenía despierta. Los guardias reales les llevaron hasta el salón de su padre. El primero en llegar fue el maestre, quien empalideció al ver a Alyssa y Aemond. Se acercó a revisar las heridas de la niña y se llevó la mano a la boca al ver su espalda. Estaba claro que esas heridas estaban hechas por fuego, estaba a punto de empezar su tarea cuando la reina entró corriendo al salón. Se acercó a su hijo asustada, gritaba exigiendo respuestas.

- ¡¿Dónde está el maestre!? - dijo mirando por todos lados- ¡¿Por qué no está curando a mi hijo?!

- Alteza, -  dijo él - las heridas de Lady Alyssa son mucho más graves...

- Me da igual como se encuentren los agresores - dijo la mujer concentrada en la cara del príncipe - Como tu reina, te exijo que cures al príncipe Aemond primero.

- Pero...- El maestre cayó al ver la mirada furiosa de la reina Alicent- Como su alteza lo ordene.


El hombre  se dirigió  a la chimenea, donde la reina había sentado, sin permiso, a su hijo en la silla de su padre.

- Por favor- Dijo el maestre a uno de los guardias- Cubran a lady Alyssa, está mojada y con las heridas que tiene... tenemos que evitar que coja una hipotermia.


Ser Harrold se acercó a ella y colocó su capa blanca por encima de sus hombros. La joven estaba en terribles condiciones, no comprendía cómo podía seguir en pie. Había visto soldados con heridas más leves, que habían caído inconscientes en segundos. El salón se comenzó a llenar de gente, Alyssa supo lo que tenía que hacer en cuanto vio al rey cruzar la puerta. Con esfuerzo se enderezó y dio un par de pasos, adelantando a sus sobrinos. Ella era la mayor y los defendería como diera lugar. Fauces entendió su postura al instante y aunque estuviera en lamentables condiciones, se colocó alerta junto a su dueña.

Todo era muy confuso, y apenas podía mantenerse en pie, pero tenía que proteger a sus sobrinos. Tenía que dar la cara porque para ella, ellos habían hecho justicia porque el príncipe le había atacado, y no le importaba si lo había hecho intencionalmente o no. Las llamas habían marcado su cuerpo, había marcado el de Fauces. El príncipe se merecía eso y más.

- ¿Cómo habéis permitido que pasara esto? ¡Quiero respuestas! - Habló el rey

- Los príncipes deberían estar en cama mi rey- Dijo ser Harrold.

- ¿Quién estaba de guardia?

- Al príncipe le atacaron su propios primos alteza- Dijo ser Criston

- Jurasteis todos proteger y defender a los míos!- dijo Viserys elevando el tono

- Lo siento mucho, alteza-

- La guardia nunca había tenido que defender unos príncipes de otros- Dijo el guardián de la reina con indiferencia.

- ¡Qué respuesta es esa! - Gritó el rey.


Junto a la chimenea el maestre cosía las heridas del príncipe Aemond. A su lado la reina observaba que todo se hiciera como era correcto. Próximos a ellos se  encontraban, Aegon y Helaena, ésta última no paraba de retorcerse las manos repitiendo en susurros lo que para su hermano eran cosas incoherentes.

- ¿Sanará, verdad maestre?- Preguntó la reina preocupada

- La carne sí - Dijo el hombre entre puntada y puntada- pero ha perdido el ojo, alteza.

- ¿Dónde estabas?- dijo Alicent, mientras se acercaba a su hijo mayor.

- ¿Yo?- pregunto Aegon, la reina le cruzó la cara, y este se llevó la mano a la mejilla confuso - ¿Pero yo qué he hecho?


HATE ME (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora