"Txoriak txori" (El pájaro, pájaro es)

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El tiempo pasó para la familia Velaryon, los acontecimiento que ocurrieron durante el funeral de su primogénita les cambió. La princesa Rhaenys se centró mayormente en su nieta. Corlys se hizo a la mar tras la muerte de su hijo dejando Marcaderiva en las manos de su esposa e hija. Alyssa se recuperó de las heridas, aunque su cuerpo quedó marcado con feas cicatrices de piel más clara y rugosa. Madre e hija consiguieron tener algo más en común desde aquel día, odiar por igual a la familia real. Mientras  tanto su tío Vaemond solo esperaba la oportunidad perfecta para librarse de su sobrina y ocupar el puesto de su hermano.

Ni siquiera había amanecido cuando se levantó de la cama, la noche seguía bastante oscura. No tardó mucho en vestirse, se recogió la larga melena en una coleta alta, sin darse cuenta se pasó una mano por el hombro magullado. Era una manía que había adquirido con el tiempo, sentir la piel rugosa bajo las yemas de sus dedos la tranquilizaba, la ayudaba a pensar, pues el recuerdo de la herida le hacía mantener los pies en la tierra. Aquella noche aprendió dos cosas. La primera, que los poderosos llevarán a cabo cualquier acto para salirse con la suya, sin sufrir las consecuencias. Y la segunda, que nadie querría a una mujer con marcas, cosa que le alegró. Hacía tiempo que había sangrado por primera vez, fue algo celebrado por su tío, ya que por fin podría librarse de su molesta sobrina. Lo que Vaemond no se espero, fue que no llegara ningún cuervo pidiendo la mano de Alyssa.  Habían pasado cuatro años desde ese fatídico accidente y la única propuesta que seguía en pie, era la que el rey había hecho aquel día. Nadie quería enemistarse con la corona, ni mucho menos tener como esposa a una mujer desfigurada.

Respiró antes de mirarse al espejo por última vez, ya no era la niña de aquel entonces. Su rostro había comenzado a cambiar, dejando atrás los rasgos de la niñez. Su cuerpo había empezado a desarrollarse. Lo cual podría suponer un problema porque para los ojos de muchos la niña había dejado de serlo. Aunque nadie se atrevería a tocarle un pelo a Lady Alyssa Velaryon, a no ser que quisiera perder la mano. Como siempre se había vestido de muchacho, una camisa blanca y ancha que le permitiera moverse con libertad, unos pantalones de tiro alto azules gastados. A la cintura llevaba un fajín azulado, lugar donde colocó su viejo cuchillo con mango de madera. Acarició la cabeza de Fauces, quien le esperaba junto a la chimenea. Ambos salieron por la puerta del cuarto mientras ella se colocaba un chaleco de color marrón. Los dos se dirigieron en silencio al puerto.

- Dichosos los ojos que te ven- Dijo Brego cuando vio a la joven dirigirse  a su embarcación.


Alyssa sonrió al viejo amigo de su padre, desde que éste se fue al mar era su única figura paterna. Desde que hizo aquel trato con sus padres, donde le prometieron que si ella asistía a todas las lecciones con su septa, ellos le dejarían que se formase en todo lo que quisiera, Brego fue su mentor. Era el único que desde un principio le dejaba subir y navegar en su barco sin quejas. El diestro marinero le había enseñado todo lo que sabía y más intensamente después del ataque que sufrió la niña. Le enseñó esgrima, lucha cuerpo a cuerpo, cómo leer las cartas de navegación, como interpretar las estrellas y su posición respecto a ellas. La aceptó como grumete unas cuantas veces en su barco, siempre con el beneplácito de uno de sus progenitores. ¡Era tan fácil enseñar a Alyssa en temas que a ella le interesaban! Su cerebro era como una esponja, y cualquier cosa que tuviera que ver con la mar y la navegación le era innata.

La joven y su perro subieron a la pequeña embarcación, era un bote con una vela en el que cuatro personas y un perro podían ir cómodamente. Hoy sería un día fácil, hacía poco que habían llegado de llevar provisiones a los compañeros que custodiaban los Peldaños de Piedra, viaje al cual su madre no le había permitido ir. Cuando llegaron todos, cuatro barcazas salieron del puerto, se irían a la zona cerca del arrecife para pescar y recoger las trampas para cangrejos. Mientras que los demás se dedicaban a tirar las redes al agua, la barcaza de Brego se dedicó a subir a la superficie las trampas. Así pasaron la madrugada hasta que el sol comenzó a salir en el horizonte. Estaban tirando entre todos de la última cuerda, cuando ésta se atascó, todos se quedaron mirando al agua, para ver por donde se había podido quedar enganchada.

HATE ME (Aemond Targaryen)Where stories live. Discover now