Hate Me (sin editar). Final

820 54 12
                                    

Este capitulo esta corregido pero sin editar, si deseas seguir leyendo, te advierto de que puede tener fallos. 

***

Cuando abrió los ojos estaba a oscuras, le dolía el cuerpo, pero parecía que no había nada que lamentar. Con pereza se estiró en la cama destensando los músculos, estaba realmente agotada. Con una mano busco el cuerpo de su marido, buscando el calor corporal que este podría proporcionarle, pero junto a ella no había nadie. Se incorporó en el colchón intentando vislumbrar algo entre la penumbra, pero debía de estar muy cansada ya que no reconoció el lugar en el que se encontraba. Se restregó los ojos con una mano y se extrañó al tenerlos húmedos e hinchados. Sin darle mucha importancia al asunto se volvió a tumbar, si Aemond no estaba junto a ella, apenas debería ser media noche. Adormilada llamó a Fauces para que se subiera a la cama a dormir con ella. Desde que estaba embarazada el príncipe era más permisivo con que el labrador durmiera con ellos. Fauces no emitió ningún ruido, lo llamó más fuerte, sabiendo que su perro podía caer en un sueño bastante profundo, pero aquella vez no acudió. Extrañada se sentó en la cama e intentó distinguir el diván donde solía dormir su amigo, pero ahí no había nada. Con el corazón en un puño se bajó de la cama y fue en busca del sofá, pero se chocó con un mueble que no debería de estar ahí. Entonces se dio cuenta de que no se encontraba en su cuarto. Con el latido de su corazón martillando en sus oídos, corrió hacia la única ventana que allí había. Las vistas al mar y parte de la ciudad habían desaparecido, en su lugar frente a ella tenía un pasillo por donde transitaba gente de la corte y criados. Las lámparas encendidas del exterior apenas iluminaban el cuarto. Gotas frías de sudor comenzaron a correr por su espalda. Nerviosa se acercó a la puerta y al intentar abrirla se dio cuenta de que esta estaba cerrada. Por una vez se asustó, no porque estuviera encerrada en un cuarto que desconocía, sino porqué Fauces no se encontraba con ella y temía que algo le pudiera ocurrir. Su respiración se comenzó a acelerar cuando se dio cuenta de que estaba encerrada en un cuarto, vestida con un mísero camisón blanco, sin luz natural con la que poder contabilizar el tiempo y sin su mejor amigo cerca. A saber cuánto tiempo llevaba allí encerrada, se peleó con la puerta intentando abrirla con fuerza bruta, pero esta no cedió en ningún momento. Desordenó el cuarto intentando buscar algo con lo que escapar de allí, pero no había nada, lo único que encontró fue un pequeño banquito de madera. Y al cogerlo entre sus mano las imágenes volvieron a ella.

Emma se encontraba tumbada en una celda herida. Las bisagras cediendo cuando hizo palanca con el banco. La puerta golpeando fuertemente el suelo de piedra. Los pasillos abarrotados de criados intentando salir de la fortaleza. Thalía y un hombre desconocido llevándose a Emma del lugar. Y entonces sangre. El último gemido que emitió Fauces le taladro los oídos. Temblando se llevó las manos a las orejas intentando que parara, pero el sonido estaba grabado a fuego en sus recuerdos. Lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas, su mejor amigo estaba muerto. Sabía que con la edad que tenía ocurriría tarde o temprano de forma natural, pero Fauces había sido asesinado ante sus propios ojos. Se llevó una mano a la mejilla allí donde la sangre caliente del labrador le había salpicado, pero ya no había nada. Las piernas le fallaron y cayó sentada al piso, mientras el llanto llenaba el cuarto. Gritó llorando, pidiendo que volviera pero los siete lo tenían ahora en un lugar mejor. Su pequeño cachorro, su compañero de aventura, su fiel guardaespaldas, se había marchado para siempre por su culpa. Si no se hubiera dado la vuelta bajando la guardia Fauces seguiría vivo y podría haber disfrutado tranquilamente de sus últimos años de vida. Pero había sido imprudente y ahora pagaba las consecuencias de ello. Con manos temblorosas se cubrió la boca acallando sus gritos, intentando apagar así su dolor, pero este no desaparecía, y parecía que jamás lo haría. Ni siquiera sabía si la pérdida de su amigo había servido para algo, si su madre y Emma habrían conseguido llegar al barco. Lloro por su pérdida, pataleo, y grito hasta que ya no le quedó voz, ni lágrimas, solo la cáscara de lo que una vez fue.

HATE ME (Aemond Targaryen)Where stories live. Discover now