Middle of the night (sin editar)

809 62 4
                                    

Este capitulo esta corregido pero sin editar, si deseas seguir leyendo, te advierto de que puede tener fallos.

ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS DE SEXU EXPLICITAS +18, SI NO ESTAIS COMODAS/OS CON ELLO PODEIS SALTAR AL SIGUIENTE CAPITULO.

***

Apretó la mano alrededor de la gema. Era fría al tacto y la rugosidad de su contorno le hacía cosquillas, podía sentir las impurezas en la palma de su mano. Se agachó a su altura, e hizo contacto con sus ojos violeta. Estaba sentada frente a él con las pupilas nubladas por la somnolencia, los bucles revueltos le enmarcaban el rostro. El cuello de la camisa ancha se le había deslizado por el hombro, dejando al descubierto su tez oscura. Sin apartar la vista de ella se estiró para dejar la piedra azul sobre la mesita, pudo ver como Alyssa estaba atenta a todos sus movimientos. Un suave ronquido se formó en su garganta, la joven seguía llevando la misma ropa que aquella mañana. Atuendo que había vuelto locos a un par de nobles de la corte, y mentiría si dijera que a él no le había afectado. Se perfilo los labios con la lengua, recordando como la luz del sol había transparentado la piel oscura de la joven, mostrando la ligera curva de unos pequeños pero tersos pechos, había tenido que marcar terreno delante de los cortesanos. Aunque sabía perfectamente que su mujer podía defenderse sola de cualquiera que intentara ponerle una mano encima, su instinto le hizo actuar. Las llamas ardían en él cuando se dio cuenta de que, de cerca, podía distinguir como la camisa marcaba sus pequeños pezones. Se había contentado con aquel ligero beso, cuando realmente lo que quería era explorar con sus labios los montículos escondidos bajo aquella prenda. Pero le había prometido que esperaría. Él no sería como su hermano. Sabía que su esposa le odiaba, y su relación era casi inexistente, pero su atracción por ella siempre había estado ahí. Desde el momento que el viento le arrancó el velo del rostro aquel día en el funeral, supo que estaba perdido. Sabía que la Velaryon no disfrutaba de usar vestidos y que sus baúles estaban repletos de ropa masculina, pero jamás se imaginó lo bien que le podían sentar unos pantalones a una mujer.

Apoyó las manos en el colchón a ambos lados de ella, obnubilado ante los destellos azules, que bailaban en el cuerpo de su mujer. La luz tenue de la luna brillaba a través del zafiro. Las motas azules no hacían más que darle un toque más exótico a la joven. Se inclinó hacia ella sin perder contacto visual, Alyssa se vio obligada a levantar la cabeza y echarse un poco hacia atrás, vio como el cuello del joven se tensaba mientras evitaba hacer contacto con ella. Aemond respetaría su palabra, esperaría a que estuviera preparada. Aunque el esfuerzo que estaba haciendo para evitar besarla era enorme, no sería él quien diera el primer paso.

Alyssa trago saliva, pudo ver cómo las llamas del deseo bailaban en los ojos del príncipe, y por un momento dudo. Se humedece los labios, realmente quería probar los placeres de la carne, nunca había pensado que sería con aquel hombre al que en repetidas ocasiones había querido estrangular . Por un momento le vino a la mente su conversación con Emma. Antes de aquel día habría pensado que jamás podría confiar en él, y se habría reído de cualquiera que opinara lo contrario, pero después de lo acontecido aquel día dudaba de si misma. Le había sorprendido en más de una ocasión. Había respetado sus deseos a la hora de vestir, y entendía que no necesitaba que él u otro hombre hablara por ella, ya que era perfectamente capaz de defenderse. No sabía si podría confiar algún día en él, pero como había dicho Emma, la confianza solo era necesaria cuando se hacía el amor, y ella no lo amaba. Porque no había mariposas revoloteando en su estómago, solo un fuego abrasador quemando en su bajo vientre. Sin pensar que podría arrepentirse después, se acerco y junto sus frentes. El calor se expandió por su cuerpo cuando el príncipe rozó su nariz con la suya. Le picaban las manos de la expectación, despacio las colocó sobre su pecho, disfrutando ante el tacto del músculo tonificado, sonrió con malicia al escuchar el gruñido que salió de su garganta. Cerrando las manos en puños sobre su camisas, le acercó más a ella y estampo los labios sobre su boca. Sus labios lucharon en una guerra, intentando dominar al otro, en un baile que parecía no tener fin. Aemond se separó agitado, sabía que su mujer no tenía experiencia con otro hombre, tenía que ser gentil y suave en su primera vez. Pero al parecer que Alyssa no estaba por la labor, todavía agarrada a su camisa, se acercó mientras rozaba sus narices, y con un mirada pícara paso su lengua por el labio inferior del príncipe. El rubio respiró con fuerza, mientras veía como la joven delante suyo, abría poco a poco las piernas dejándole espacio para acomodarse entre ellas. Alyssa sintió como las llamas de la mano del Targaryen subían haciendo ligeras caricias por su brazo hasta acomodarse en su cuello. Era tan delicado con ella, como si tuviera miedo de romperla algo que le hacía gracia, pues Alyssa no quería caricias igual de suaves como los pétalos de rosas, quería dejar que las llamas la consumieran y saltarán chispas mientras sus cuerpos colisionaban. Quería sentirlo fuerte, exigente, de la misma forma demandante que ella iba a ser. Acarició sus labios con los de él, para coger y morder con fuerza su labio inferior. Aemond agarró su cuello y con un movimiento firme la separó de su boca. Como una cobra contempló su rostro, la respiración se le agito cuando escucho un pequeño suspiro de la joven. Esta le sonreía provocativa, desafiándolo a seguir, estaba claro que ella no pensaba ser suave, por mucho que él intentará serlo. Para ese momento su auto control estaba apunto de desbordarse, ver como ella se lamia el resto de sangre que había adquirido de su labio mordido fue la gota que colmó el vaso. Con fuerza la besó, recostándose sobre ella en la cama, un gruñido brotó de ambos cuando sus sexos se rozaron. Con la mano que tenía libre recorrió su muslo haciendo que la joven rodeará su cadera. Alyssa suspiró echando la cabeza hacia atrás al notar la erección del príncipe, su manos aflojaron la camisa y recorrieron la ancha espalda para después enlazarse en los lacios mechones de pelo platinado. Con facilidad desató el cordel que sujetaba el peinado del príncipe, haciendo que los largos mechones escondieran sus rostros. Como si de una cortina privada se tratase. Aemond subió sus manos contorneando el cuerpo femenino que tenía bajo el suyo. Subió desde sus caderas hasta sus brazos y con una sola mano apresó sus muñecas sobre su cabeza. Esto hizo que el busto de la joven se levantara al tener las manos apretadas contra el colchón. Como respuesta Alyssa movió su cadera, rozando el falo del príncipe en toda su longitud. Un suave gemido brotó de su garganta cuando Aemond se lo devolvió. Hacía tanto calor que la ropa le sobraba, cerró los ojos cuando sintió como le volvía a besar, el roce de sus caderas le estaba matando, quería más. Con su mano libre, acarició la parte baja de su espalda y algo torpe desató el cinturón de la joven. Con un tirón acabo lanzándolo a algún lugar del cuarto. La mano tibia se coló por debajo de la camisa, exponiendo piel oscura por cada palmo de cuerpo que exploraba. Alyssa se arqueó todavía más, dando la bienvenida a la callosa palma del príncipe a su pecho. La grande y áspera mano lo cubrió por completo. Su visión se había llenado de puntos blancos y azules, mientras con su cadera buscaba el contacto de aquella dureza que le estaba volviendo loca. Habían encendido su mecha, la chispa se propagaba por ella y solo quería explotar.

HATE ME (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora