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02 | Lejos de casa.

— ¿Seguro que llevas todo no? — Repitió por décima vez.

— Si, mamá. Muy seguro.

— ¿Documento? ¿Papeles? ¿Boleto? ¿Comi-

— Si, Ana. Todo eso.

Una pequeña risa se intercambió entre ambas al notar que estaban ahogando un poco al jugador. Era el día, Julian caminaba junto a su familia por los largos pasillos del aeropuerto mientras escuchaba largas y repetidas preguntas de seguridad.

No pasaría mucho tiempo allí, el vuelo estaba próximo a salir y ya podía sentir como su corazón latía fuertemente solo de pensarlo. Estaba claramente nervioso, era solo un adolescente viajando solo por primera vez en su vida. Por demás inquieto, le intrigaba que era lo que lo esperaba en su nueva vida. Y absolutamente nostálgico, si hubiese tenido la oportunidad de ir él solo a su vuelo lo hubiese hecho sin pensarlo, no quería más despedidas y, francamente, su corazón no estaba seguro de soportar uno de esos "adiós" en particular.

Ana se encargó de entretener su corta espera, haciéndola aún más rápida mientras conversaba con su mejor amigo sobre planes que podría hacer una vez estando allí. Sus ojos le reflejaban entusiasmo, brillaban bajo la idea de las nuevas posibilidades que se abrían para su amigo y el corrector de ojeras casi lograba ocultar la hinchazón de sus ojos tras una larga y fría noche llorando. No fue hasta ese día anterior al gran viaje que ella pudo tolerar la idea de ver partir a su chico en el mundo lejos de ella por dios sabrá cuanto tiempo.

— Miles de lugares para merendar. Además-

— No voy a ir a ninguno hasta que lo haga con vos. — Sonrió. — Así que por ahora, no me importan.

— Sonrió. — Juntos entonces.

— Juntos.

Un anuncio se hizo presente indicando que el avión ya debería ser abordado, era ese momento, había llegado. Sus ojos viajaron a su mejor amiga quien ya lo observaba con una gran sonrisa mientras daba cortos pasos hacia atrás para que aquel cordobés abrazara a su madre primero que nadie.

Mariana envolvió a su pequeño entre sus brazos con fuerza, cerrando sus ojos para que todos sus sentidos se concentraran únicamente en todo lo que quería mantener de él hasta que viajaran a verlo de nuevo. Acarició su espalda de arriba a bajo encargándose de hacer lo que hizo toda su vida, reconforlarlo.

Julian caminó hasta su padre y hermanos, uniéndose con su género en un fuerte abrazo y recargandóse de poderosa energía para lo que sea que vendría a partir de ese momento. Extendió su mano para unir a la mujer que los unía a todos y envolverla. Al fin y al cabo ella era la razón de todos para absolutamente todo.

Ana se encontraba a un lado, adoraba el concepto que significaba su mejor amigo con su familia, con sus personas en el mundo lo que denotaba en él aquella unión. El jugador se llenaba de luz y vida siempre que tenía la oportunidad de compartir tiempo con la gente que ama y ella estaría encantada de presenciar tal situación.

El castaño se separó de su familia, su camada se encargó de expresarle sus mejores deseos en esta nueva etapa asegurándole que apenas organizaran todo lo necesario se unirían a su gran aventura. Así, caminó hasta la chica que lo miraba embelesada.

— No olvides que es algo que pasa una sola vez en la vida. — Susurró su hermano a la par que se acercaban a la morocha.

— No a él. — Sonrió. — A Julian es cuestión de tiempo que este lleno de propuestas así.

Rápidamente el cordobés rodeó su cintura con su brazos, acercándola lo más posible que estuviese permitido. No estaba seguro de por qué en ese minuto no le era suficiente el contacto que estaban teniendo, tanto que nesecitaba con todas sus fuerzas que Ana rodeara sus brazos por sus hombros y envolviendo su cuello de la forma más tierna que podrían hacerlo ahora. Dos adolescentes que se adoraban buscando la forma de decirse todo lo que tenían dentro de sí y que ni ellos mismo conocían aún estaban esforzándose por comunicar el aprecio que sentían por el otro.

Esperándote | Julián ÁlvarezWhere stories live. Discover now