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08 | Demasiado buena.

— Está encerrada en la pieza desde que se levantó. Fíjate si la podes sacar. — Dijo Daniel abriendo la puerta. — Yo me voy.

— Eh, la quería llevar a mi departamento. — Rascó su nunca nervioso. — Si...Si no le molesta...obvio.

Una risa escapó de los labios de Daniel ante la propuesta planteada por el mejor amigo de su hija, pensando en lo mucho que lo descolocaría escuchar tales palabras si no viniera de, quien él piensa, es el candidato perfecto para su hija. No era sorpresa que el entorno de ambos deseara verlos con el otro, en la familia del dúo no cabía otra posibilidad que no fuera que Anabela y Julian terminaran juntos, y todo el mundo parecía saberlo. Excepto ellos, claramente.

— Sin problema araña, que no vuelva tarde. Mañana arranca sus clases.

Asintió rápidamente al tanto de las claras indicaciones de aquella figura de autoridad. Y, una vez solo en aquel departamento, lo recorrió con la vista mientras buscaba la habitación de su mejor amiga. Emprendiendo camino por las escaleras cuesta arriba pudo asomar su cabeza y visualizar la única puerta cerrada de todo ese largo pasillo entendiendo así que, muy probablemente, allí yacía Ana.

Se aproximó hasta ella golpeando y escuchando el suave permiso para ingresar. Su vista viajó a la cama de su mejor amiga viéndola envuelta entre esos acolchados de color blanco, con su celular en mano riendo sola.

— ¿Es la locura pre-clases?

— Callate imbécil. — Protestó. — Tema sensible.

Julian se acercó a ella mientras agarraba un almohadón dispuesto a usarlo como arma de ser necesario ya que estaba totalmente seguro que Ana daría batalla para levantarse. Llego a su lado mirándola con una sonrisa que hizo a la castaña dudar de sus intenciones.

— Levantate, vamos a casa. — La golpeó suavemente con el almohadón. — Quiero almorzar con vos.

— Ni en pedo. — Se escondió bajo el acolchado.

— Anabela.

El silencio del otro lado le hizo saber que no saldría de ahí fácilmente, debería agotar recursos. Sabía de técnicas de sobra, no era la primera vez que su mejor amiga era una holgazán y le costaba dejar su cama en la mañana, eran años de esto y Julian emplearía todos sus conocimientos sobre este procedimiento.

Se avalancho sobre ella rápidamente escondiendo sus manos a sus costados y empezando una gran tortura para la castaña: cosquillas.

— No. No. No. — Gritó divertida.

— ¿Te levantas?

No la dejó responder por el impacto que causaban las cosquillas en Ana, haciéndola reír como nunca y sin dejarle aire para hablar. Se movía bajo el acolchado intentado escapar pero el cuerpo de su mejor amigo ya estaba sobre ella sujetándola y dejándola sin escapatoria.

— Me levanto, me levanto. — Gritó. Logrando que Julian la liberara finalmente. — Dios, que horror, odio que hagas eso.

— Pero no falla nunca. — Sonrió, saliendo de encima de ella y dejando un golpe final lanzandole el almohadón del principio de aquella discordia. — ¿Con quien te reías?

— Con las chicas que te siguen en twitter. — Dijo poniéndose de pie. — Me encontraron las cuentas y me siguió un montón de gente.

El cordobés expandió los ojos sorprendido ante esto, tomó su celular mientras se sentaba en el sillón de la habitación de su amiga a espaldas de ella para que pudiera cambiarse mientras que revisaba sus redes.

Esperándote | Julián ÁlvarezWhere stories live. Discover now