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03 | Ni tan lejos.

— ¿Cómo va todo por allá?

— Y... — Bajó la voz. — Mejor, tenemos nuestros momentos igual pero nos llevamos bastante mejor.

— Me preocupaba mucho que tu relación con Laura no mejore cuando me vaya. — Hizo una mueca. — Y que discutan y yo no esté ahí con vos.

Apenas cuatro largas semanas habían pasado desde que el par de mejores amigos se había tenido que separar. Un mes entero, faltando otro mes para el comienzo de clases y el tránsito del último año de secundaria para ambos, salvo que esta vez, separados.

No hubo día donde no hayan hablado por videollamada, despertando con el mensaje del otro y durmiendo de la misma manera. Había pasado poco tiempo para deducir como seguiría la relación de ambos después de la distancia, pero aún así todo su entorno podía asegurar que lo que ellos tenían no era una relación que se encuentra en cualquier lugar.

— Tranqui Juli. — Sonrió. — No sabes. — Cambió de tema. — Bueno. Falta un mes igual pero yo soy medio ansiosa.

La sonrisa del cordobés se ensanchó al ver como los ojos de su amiga se expandieron al hablar sobre algo que la entusiasmaba, y aunque aún no sabía a qué se refería, ya estaba ansioso por escucharlo.

— Compré algunas cositas para mi ropa del UPD. — Sonrió. — Tengo la bolsa en la pieza, esperame.

El último primer día era una costumbre para los flamantes egresados en Argentina. Era, justamente, su último ingreso al regreso de clases en el secundario y se trataba sobre una fiesta con los miembros del curso que duraría hasta el día siguiente, partiendo desde allí hasta la institución. Ebrios, sin dormir, y en las situaciones en la que se encuentren. A esto generalmente cada alumno lo acompañaba con su propia vestimenta.

Julian sabía de sobra lo mucho que disfrutaba Ana de personalizar lo que le pertenecía. Cualquiera sabía lo que era de su propiedad ya que la chica se encargaba de rodearlo de lo que le gustaba y caracterizaba. Y claramente su mejor amigo conocía de pie a cabeza lo que hacía a su mejor amiga latir su corazón.

Al momento de concluir esa oración, desapareció del pequeño rectángulo en pantalla. Dejando solo al jugador hasta su regreso.

— Me arrepentí en la camino. — Sonrió, provocando una carcajada en Julian. — No te voy a mostrar, que sea sorpresa.

La conversación siguió un poco más hasta que Laura llegó a la casa, obligando a Ana a concluir la llamada. El castaño conocía de sobra la relación que existía entre ellas, sería injusto decir que ella era una mala madre. Por no lo era, su hija nunca sufrió de carencias y jamás tuvo que decir que hubo algo que su mamá no pudiera brindarle. Se esforzó día a día porque eso sea así después de que el progenitor de la morocha decidiera desaparecer.

Quizá la comunicación no era el punto hábil de Laura. No sabía cómo llegar a su hija, como ser una amiga. Así como no supo contenerla los largos meses de depresión que le conllevó a su hija reponerse del abandono de su padre. Ella no supo unir su propio dolor con el de su hija, quizá no pensó que podrían pasar por aquello juntas y solo pensó en trabajar. Y un doble turno fue la solución que la ayudaría a no pensar en lo que había pasado.

Pero ese doble turno significó una completa soledad para Ana. Quien se preguntaba cada día porque si su padre no la quería no se marchó simplemente desde el principio. Por qué la dejó vivir años de su infancia pensando que era la princesa y luz de sus ojos cuando estaba lejos de serlo. Quería un padre, no un progenitor. Quería a esa figura masculina que fuera quien le diera la primera impresión del hombre que la amaría el resto de su vida, de quien le enseñaría como es el amor que ella debería recibir y, sobre todo, que es lo que debería permitir y que no.

Esperándote | Julián ÁlvarezWhere stories live. Discover now