Kiss me Again [𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐊𝐢𝐬𝐬 𝐦𝐞]

•Nueve: ...•

— ¡Al fin llega el día! —suspiró Atsushi.

Chuuya comprendía a su amigo, él, Hela, Yosano, Tanisaki y Naomi ayudaron muchísimo en la preparación de la ceremonia. Tenían todo planeado al dedillo.

— Envejecí diez años en esta semana.

— Que flojos todos. Ya váyanse a la iglesia, yo espero a Dazai aquí.

No se hicieron de rogar, abandonaron el vestíbulo sin prisas.

El pelirrojo no podía borrar la sonrisa del rostro ni forzandola. Estaba feliz, jodidamente feliz. Y sí, se sentía culpable, culpable por lo que sucedió con Kim y ya aceptó que es algo que siempre estará junto a él pero no por eso le quitará la alegría. Hoy no, todo y cualquier maldito día menos hoy.

¿Cómo pudo vivir sin Dazai? ¿Cómo soportó tantos días de tedio antes de conocer a ese ser de metro ochenta tan idiota e incorregible? El pasado le resulta oscuro antes de la llegada de Dazai, y el futuro le resulta asustador y muy apetecible.

— Chuuya, querido, me acaba de decir el inútil con patas que vayas a la entrada de la iglesia.

Asintió a pesar de que su madre no lo iba a ver a través de la llamada del celular, ¡pero es que no podía hablar! Se iba a desmayar solo de pensar en entrar del brazo de Dazai frente a miles de personas.

— ¿Chuuya? Es ahora.

— Sí, sí.

Caminó hasta donde sé le había dicho. Dazai ya estaba allí esperándolo enfundado en un traje azul oscuro, con la cajita de los anillos en las manos. No dejaba de pasarse las manos por el cabello, estaba nervioso.

— ¿Por qué tienes tú los anillos cuando se supone que debe tenerlos Akutakawa y Atsushi?

— Petit —susurró—, ven acá.

Con recelo Chuuya se acercó a él. Había algo que no le cuadraba en el castaño.

— ¿Sabes que eres hermoso, cierto?

— Osamu Dazai —iba a añadir una pregunta seguido a eso pero el mencionado sacó unas esposas, atrapó una de las muñecas de Chuuya y luego colocó la otra parte de las esposas en su propia muñeca— ¡¿qué carajos haces?!

— Cariño, esto es un secuestro. —se puso al oído su teléfono— Ya puedes venir. Rápido.

— ¡¡Dazai!! ¡¿Qué haces?! ¡Maldita sea!

— Deja de tirar de las esposas que te vas a hacer daño, petit. Hoy no pienso compartirte con nadie. Nos vamos.

— ¡¿Nos vamos?! ¡¿Cómo que nos vamos?!

Un helicóptero comenzó a descender en medio de la calle prácticamente vacía del frente de la iglesia. El ruido alertó a los invitados que se giraron a ver qué ocurría justo al tiempo que Dazai cargaba a Chuuya.

Kouyou salió exaltada.

— ¡¡¡OSAMU MALDITO DAZAI!! ¡No te atrevas a hacer esto!

— ¡¡¡Mirame hacerlo, suegrita!!! ¡¡¡Nos vemos dentro de tres meses!!! Chuuya despídete de tu mamá y amigos.

— ¡¡¡¡OSAMU DAZAI!!! —gritaba Kouyou que ya iba a por el bastardo pero cierto personaje de cabello negro y blanco la detuvo— ¡¡Déjame, Akutakawa, déjame!!

— ¿Se puede saber qué hace Dazai? —se quejaba Akiko.

Chuuya seguía pataleando pero era por nada, Dazai estaba decidido.

— ¿Tanto trabajo y esta escoria hace esto? ¿Es que no podía haber avisado?

— Me parece romántico.

— ¡Y una mierda, Hela!

— Ay, Akiko, por favor.

— De eso estaba hablando con Odasaku entonces —bufó en voz alta Tanisaki. Todos se giraron a él— Juro por mi vida que no pensé que sería cierto, creí que era broma.

— ¡Nada de lo que dice ese bastardo es broma!

Kouyou tenía clara una cosa: iba a hacer pagar con creces este desaire a Dazai, claro que sí. Se acaba de cargar una boda, su propia boda. ¿Y por qué había un camarógrafo grabando todo aquello? Agh...

(...)

— Quítame esto, Dazai. ¡Quitalas!

— No hasta que te calmes —terció el castaño.

— ¡Estoy-! Estoy calmado. Y ahora, con lo CALMADO que estoy, ayúdame a entender porqué esto es un secuestro cuando ambos sabemos que iría contigo donde sea ¡¡MENOS HOY!! ¡Menos jodidamente hoy!

Quería gritar y gritar. Dazai siempre haciendo de las suyas cuando no debe. ¡¿En qué momento se le ocurrió que hacer esto es una buena idea?! ¡No lo es! ¡Fue un mes cargado con todos los preparativos y ahí va el bastardo a tirar al piso todo!

— Justo por ser hoy nuestro día quiero pasarlo solo contigo.

— ¡Podiamos pasar el día juntos pero después!

— Después no, yo quería ahora.

Parece un niño con berrinche.

— Aunque, no te preocupes, haré que graben partes del viaje para que lo tengas de recuerdo y puedas mostrarle a los demás cómo lo pasamos. Por ejemplo, ahora mismo hay una cámara grabando esto.

— ¡Qué cámara ni que cagadas! ¡Hoy haz hecho la mayor estupidez! ¡Acabas de cargarte tu propia boda, imbecil!

— Nop —se acercó a donde Chuuya permanecía esposado y echo una furia—, traslado de lugar mi boda. Para casarse solo se necesita al prometido.

— Solo deja que esta carcacha aterrice.

— Mi querido y hermoso Chuuya, vamos a una isla donde estaremos solos nosotros. Recuerda que estás secuestrado por tu ilustre y guapísimo prometido.

Dazai vio cómo el pelirrojo cerraba los ojos con frustración, dando por hecho todo y resignándose. Aunque igual lo dejaba esposado, nunca se sabe con los pelirrojos de baja estatura.

— Echaste a perder la boda... tu boda... ¡nuestra boda! Eres un idiota.

— Te va a gustar el sitio, lo juro. ¿Me das un beso? —sonrió acercándose.

— Una zurra es lo que mereces.

— Me merezco un beso —sentenció—. Desde ayer no recibo uno. Un beso~.

— No.

— ¿No? ¿Por qué no? —agarrando la corbata con firmeza hizo a Chuuya inclinarse hacia él— Estoy trasladando nuestro día a otro sitio, solo nosotros. La firmas ya están. Oficialmente estamos casados.

Chuuya quería darse cabezazos contra la pared, o pegarle a Dazai, lo que primero surgiera. El tío aún no comprendía la gran cagada que se mandó.

— Desisto de hacerte entender, desisto. Eres un terco, apenas ves lo que quieres ver. Idiota.

— Hoy comienza nuestra nueva vida de casados, así que bésame de una vez y hagámoslo oficial. Yo te amo, enano gruñón.

— Te amo, desperdicio de vendas. Einstein dijo que sólo había algo más infinito que el universo y eso era la estupidez humana... por lo que te amaré hasta donde llegue mi estupidez.

— Por si la vida nos queda corta, sigue conmigo después de ella.