2.Collisione

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"A veces uno sabe que se va a estrellar, y acelera."

Charles Bukowski

Un grito resonó en la mañana que bien podría amenazar el trabajo de un gallo en las mañanas. Renzo odiaba el desorden y el alboroto. Pero no podía odiar al ser detrás del grito.

—Papá. —Constantino aporreó la puerta despertando a la pelinegra que descansaba a su lado. No había obtenido el puesto de niñera, pero no tenía por qué desperdiciarse la mercancía. Tomó el pijama y cubrió su denudes. Abrió la puerta y para su sorpresa Constantino tenía la cara llena de pintura. —Esa jirafa fea, mira lo que me hizo.

Constantino estaba acabado de levantar, se podía decir, por el pijama y el pelo revuelto. Su cara estaba embadurnada de pintura azul. Se alzó el pelo de la frente y tenía puesto Grumpy Bear. Cosas como esta le hacían plantearse si contrató a una niñera o a otra criatura más.

—¿Esto no tiene que ver con que le hayas puesto pasta en su cabello, le pusieras una zancadilla en las escaleras y le pusieras laxante en la comida? —preguntó cerrando la puerta, llevando a su hijo devuelta a su habitación.

—Se lo merecía. Es una bruja mala. No te distes cuenta, pero te hipnotizó con sus ojos de hipopótama el día que vino. Nadie hechiza al Boss y vive para contarlo.

Gia estaba con una sonrisa en la habitación de Constantino mientras preparaba la mochila del crio. Si su plan funcionaba, Renzo traería a su hijo insoportable devuelta a su habitación. Hacía una semana que estaba en la casa del infierno a cargo del engendro y ni una vez vio al padre. De alguna manera había que entablar conversaciones y si para eso tenía que gustosamente fastidiar al niño, lo haría.

La puerta se abrió y Gia como la más servicial anunció.

—Constantino, ya tienes la bañera preparada.

—Me pintaste la cara jirafa, atente a las consecuencias y quiero mi desayuno en la cama. —Con malhumor se fue hacia el baño y Gia aprovechó la oportunidad.

—Como ordene Grumpy Bear.

Con una mirada de venganza y un dedo apuntándola Constantino cerró la puerta.

—Buenos días, Señor Calavera.

Renzo la miró detenidamente porque algo en ella le molestaba en el fondo de su mente.

—No quiero que vuelva a ver otro incidente así. Su trabajo como niñera es cuidar del bien estar de mi hijo, no formar contiendas con él como otra cría más.

—Mi trabajo como niñera es asegurarme de que Constantino crezca sano y salvo. Un niño que es caprichoso, inútil, y en el primer momento abre la boca para llamar a su papá, no es sano. Es un lastre.

Stiletto VendettaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt