19.Avido

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"El egoísmo es el único ateísmo real, la aspiración, 

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"El egoísmo es el único ateísmo real, la aspiración, 

el altruismo, la única religión verdadera."

Franklin D. Roosevelt.

De vuelta en España con pieles bronceadas, los Calavera llegaron junto a Gianna y Andrei al complejo. Julianna había decidido regresar a Roma bajo el pretexto de mantener la casa de allá en orden.

Como si fuese un deja vú, los recibieron con la misma pantomima de la primera vez. Enzo esperaba al final junto a su hija, su nieta y la ama de llaves, Bianca.

—Renzo, espero que tengas la decencia de decirme que hace esta mujer aquí cuando lo último que supimos es que era carne de las Mortal Cage.

—Enzo, no tengo decencia ninguna, ya lo deberías de saber. —dijo aburrido.

—A mí no me llames por el nombre, baboso, es Nonno. Para eso te di el cuerpo que tienes. —se enojó el gruñón. —Estoy viejo, pero aun puedo darte un bastonazo.

—Mi papa rescató a Gianna porque nos hace falta en casa y un Calaveras no padece de necesidades. —Constantino tomó a su niñera de la mano.

—Es un ultraje que la traigas bajo nuestro techo, una prostituta está más limpia. Para nada es un secreto lo que hacen con las mujeres ahí. —dio la tía.

Gianna ladeo la cabeza y sonrió llamando la atención de la mujer.

—¿Lo dice por el semen? —Gia escandalizó a la mujer que miró al niño horrorizada de que estuviese oyendo aquello. —Apuesto que usted sabe más de eso que yo.

—¿Cómo te atreves a faltarle el respeto a mi madre? —se enojó Camila.

—¿Qué? Por favor, apuesto a que el jardinero, el que limpia la piscina y el chofer hacen un batido en su cara cada que la visitan.

—¡A mi hija no le faltas el respeto! —Enzo cogió el bastón para asestarle un golpe en las rodillas a Gianna y Renzo detuvo el bastón con la mano mirando severo a su abuelo. —Podrá ser muy novia de Vicenzo, pero no toleraré esto.

—A ella no se le toca, Nonno. —sentenció Renzo dejando caer la mirada pesada sobre él, irritado de que le recordara que, para ellos, Gianna era de Vicenzo. —Si quieres respeto, respétala. —Miró a su tía. —Si no te gusta su presencia, puedes permanecer en tu habitación y te ahorras el desagrado. Ahora sálganse del medio que ando cansado y me hastía oír como cuestionan mis decisiones.

Renzo los bordeó seguido de Andrei y Constantino. Gianna se quedó frente a ellos para darles una sonrisa maliciosa y alzó las cejas rápido para dejarlas caer. Emprendió la caminata siguiendo el trayecto de los demás y al pasar por el lado miró a Camila.

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