Quiero sacarlo de mi cabeza.

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Eleanor

Antes de entrar a casa me detengo, decido girar la vista y allí sigue mi maestro en su auto mirándome con ojos profundos, siento que el corazón se me saldrá.

Siento el impulso desmedido de regresar al auto, termino haciéndole caso a mis deseos.

Regreso al auto y entro.

—¿Por qué has vuelto? —Me pregunta él.

—Por esto. —Le contestó.

En un movimiento sin previo aviso, lo tomo por el cuello y uno mis labios con los de él, los saboreo, sus labios son dulces pero a la vez ardientes, creo que lo he sorprendido porque no se está resistiendo, me separo de él un poco, nuestros rostros aún están muy de cerca.

—Sabes que acabas de cavar tu propia tumba —Él me dice en un susurro, su aliento fresco me pega en la cara, lo que me embriaga y atonta.

—¿Que quieres decir con eso? —Respondo en un jadeo, mi corazón sigue latiendo con intensidad sin importar el riesgo que pueda estar corriendo, pues el deseo de querer tener más de él, me impide abandonarlo.

—Porque te llevaré al infierno conmigo.

Sin más él coloca sus manos en mis mejillas acariciando las con las yemas de sus pulgares, me sostiene el rostro con cierta fuerza pero sin lastimarme, ladea su rostro hacia un lado y acorta la distancia con un feroz beso, cierro los ojos, siento que introduce su lengua sutilmente dentro de mi boca explorando cada rincón, el beso es húmedo y caliente. Nuestras respiraciones son entrecortadas.

Me dejó llevar por mis propios instintos, me cruzo a su asiento sentándome sobre él, me ayuda a colocarme para que nuestros cuerpos encajen perfectamente, comienzo a desabrochar su camisa y sus tonificados pectorales y abdomen quedan expuestos me quedo deleitando la linda vista por lo que él me sonríe con picardía cómo diciéndome “Te gusta lo que ves”, él besa mi cuello succionandolo y mordisqueandolo, mi intimidad cada vez está más húmeda, ya solo quiero...

Escucho el grito de mamá.

—¡¡Eleanor!! —Me grita con furia.

—Puedo explicarlo...

—¡¡Levántate ya!! Se te está haciendo tarde para irte a la universidad.

Abro los ojos.

Solo fue un sueño (menos mal), pero mi intimidad sigue húmeda y caliente como si en verdad eso hubiera pasado... He-tenido-un-sueño-humedo con mi profesor, no lo puedo creer, en verdad estoy enloqueciendo.

—¿Por qué sigues allí pasmada? ¡¡Levántate!!—Mi mamá me regaña desde la puerta.

—¡¡Oh es verdad la escuela!!

Me levanto en un brinco y corro de un lado a otro en la habitación para alistarme.

Salgo de prisa de casa, solo alcance a tomar un jugo que mi madre me entrego.

Al fin he llegado a la universidad, no pude alcanzar a entrar a la primera clase, por lo que me he quedado afuera.

Mientras qué llegue la hora de mi siguiente clase, espero en una banca del jardín. Sentada allí recargo mis codos en las rodillas,  sostengo mi rostro con las manos, cierro los ojos y respiro hondo para tratar de calmar mis nervios, quiero sacarme de la cabeza su imagen, ya no quiero pensar más en mi maestro.

—Si sigo así nunca me graduare. —Hablo conmigo misma.

—Esto si es nuevo, tu saltando te clases.

Esa voz hace que abra los ojos y enderece mi postura doy un suspiro, es Cristian.

—No es eso, es solo que he llegado tarde y ya no alcance entrar a mi primera clase. —Le respondo.

Se sienta aun lado de mí, sonríe y mira hacia en frente sin dirigirme la mirada, creo que está nervioso.

—Espere tu llamada.

Hay es verdad olvide llamarlo.

—Emm lo haría está noche. —Le miento porque la verdad ya ni siquiera me acordaba de ese asunto.

—Olvida eso, ya no quiero esperar más para ponernos de acuerdo, ¿que te parece si quedamos está noche para vernos?

—Ok, pero ¿En dónde?

—Pasaré a tu casa a recogerte.

—¿Sabes dónde vivo?

—Si no te preocupes por eso, te miro a las 7.

Se levanta y se marcha.

Es mejor que deje todo ese tema de mi maestro por la paz, ya no quiero entrometerme más en su vida, esto me está afectando más de lo que quisiera, salir con Cristian tal vez me ayudara asentar todo ese desparpajo que traigo en la cabeza.

Mi Maestro Es Mi VecinoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant