Tengo que irme

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Eleanor

Recién sale el sol, es un nuevo día, el día que Caleb volverá a Nueva York. Eso me deprime un poco. No sé qué decisión tomar, ¿estaría bien empezar de nuevo? Tengo tantas dudas en mi corazón.

Salgo de la cama y me preparo el desayuno, después me dispongo a limpiar el departamento, aprovechó que es mi día de descanso. La atención a cliente es un verdadero estrés, lidiar con personas malhumoradas que se desquitan con los empleados es frustrante, sobre todo esos clientes que por creer que ellos pagan pueden tratarte como ellos quieran "Que solo estas para servir con una sonrisa y soportar", aunque se porten peor que perros "Para eso te pagan" Odio esa frase, a veces me dan ánimos de arrancarles el rostro. No miento, pero existen personas así, como algunas otras que tiran sus palomitas de forma intencional solo para cargarnos más el trabajo a los empleados. ¿Quién les hizo tanto daño? Hay algo que si me ha pegado duro, por ejemplo "No haces bien tu trabajo, no sirves para esto" Eso me desestabiliza, porque siempre trato de dar el cien en mi trabajo. Tristemente he aprendido que es mejor no tratar de darle gusto a nadie porque la gente nunca está conforme con nada y al último solo terminaras más desgastada y te sentirás insuficiente.

Para poder limpiar a paso veloz pongo música a todo volumen, río en mis adentros. Se que la música retumbara al departamento del vecino. Termino de limpiar y me voy a dar un baño.

Cielos, están tocando la puerta muy fuerte. ¿Quién se atreve? Salgo del baño y solo me coloco una bata.

—¿Quién es? —pregunto antes de abrir.

—Caleb.

—¿Que quieres? No te quiero ver. No me este molestando vecino ¿Que no tiene nada mejor que hacer?

Odia que lo trate como si no fuera alguien importante en mi vida. No tarda en perder los estribos.

—¡¡Abre la puerta!!

—¡¡No, ya váyase!!

—Baja el volumen de esa música niña malcriada, las vibraciones retumban hasta mi departamento.

—Entonces evite tener una vecina malcriada y mudese.

De nuevo comienza a tocar la puerta en repetidas ocasiones.

—Baja el volumen, estoy trabajando.

—No.

Escucho como abre el cerrojo, entra. Diablos ¿Cómo abrió?

—Entonces yo mismo bajaré el volumen —pasa por un lado de mí ignorandome, busca el interruptor para apagar la música.

—¿Que diablos le pasa al mundo? ¡¡Para creer que pueden pasar a mi departamento como si nada!!

—¿Y que pasa contigo? ¿Por qué no respetas los tímpanos de los demás? Sabes que odio la música alta.

Nos ponemos a discutir en medio de la sala.

—¿Por qué me gritas?

Luce diferente, esta enojado y no precisamente por la música.

—No estoy gritando, estoy elevando el volumen de mi voz por el ruido de tu musica. —Sin embargo eso no explica porque me habla tan seco.

—Dimeee.

—¿Trabajas con Cristian?

—Ah eso, si.

—Lo dices tan tranquila...

—Pense que no te importaba con quién estuviera.

Veo que empuña las manos con fuerza.

Mi Maestro Es Mi VecinoWhere stories live. Discover now