Seamos novios.

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Eleanor

El fin de semana paso, todo ha transcurrido con normalidad durante estos dias, pues claro, me mantuve encerrada en mi habitación sin salir de casa, no quería toparme con mi profesor después de ese intenso viernes. Creo que él sabe que lo sigo evitando.

Hoy es lunes, estoy a punto de entrar a clases (a la clase de mi querido profesor) aquí es el único lugar donde no puedo evitarlo.

Sin más me armó de valentía y entro al salón, me siento en mi lugar. Esteban y Fátima aún no han llegado lo cual empeoran la situación, el profesor tiene una mirada intensa y posesiva, se que está dirigida a mí.

Pasa unos minutos, Cristian llega y me saluda, decide sentarse a mi lado, claramente yo no lo invite.

La clase comenzo y durante, Cristian estuvo sonriéndome y haciéndome bromas, no pude evitar en ocasiones reírme a carcajadas, esto que claro llamo la atención de mi profesor, él tenía el rostro rojo y ceño fruncido, miraba con odio a Cristian.

La clase termino.

Ahora me dirijo a mi siguiente clase, camino tranquilamente por el pasillo, pero de repente alguien me jala del brazo adentrándome a un lugar oscuro, el armario.

Trato de gritar, pero está persona tapa mi boca con su mano.

—¡¡Shhh!!! Soy yo —esa voz grave y ronca solo le puede pertenecer a él, mi profesor.

Enciende la lámpara de su celular, alumbra el lugar.

—¿Por qué me ha traído aquí? —le cuestiono molesta.

—Si no siguieras evitándome, no tendría la necesidad de hacer esto Eleanor —suena molesto.

—Mmm no había necesidad de traerme aquí profesor, hubiera sido suficiente haberme llamado durante la clase.

—Este asunto no es escolar, este asunto es personal Eleanor, no finjas no saberlo.

—Aun así, ¿acaso este lugar se ha convertido en nuestro lugar secreto? Para hablar aquí. —Le pregunto irónica.

—Me agrada la idea.

—¿Que? Solo lo decía con sarcasmo... Ya dígame ¿De que quiere hablarme?

—Mejor dicho, quiero que tú me hables y digas ¿Por qué sigues cerca de ese idiota?

Este espacio es muy cerrado, los dos estamos tan cerca del uno del otro.

—¡¡Perdon!! ¿Me está cuestionando con quién debo relacionarme?

—Siii... Explícame porque soy muy celoso y posesivo, no me gusta que se acerquen a lo que es mío.

—Discúlpeme pero usted no tiene derecho y no soy suya.

—Pense que te quedo claro.

—¿Que cosa?

—Que no te librarás tan fácilmente de mí.

—Ya olvide eso... Usted no decidirá por mí a quien le permito que se me acerque.

—Dime ¿Te gusta estar con él? Lucias muy feliz a su lado, le sonreías mucho... No me gusta que le sonrías a nadie que no sea yo, tu nunca me has sonreído así. —Dice indignado.

En serio sí que es celoso, (puedo notarlo porque está apretando su mandíbula y sus fosas nasales están dilatadas) ahora resulta que no puedo reírme con nadie porque a él no le gusta, esto es divertido.

—Me agrada estar con él, siempre quise tener ese tipo de amor en vida. —Estoy probando qué grado de intensidad son sus celos.

—Quiero que sepas que si te falta amor, yo te lo puedo hacer. — Lo dice con una voz ronca y seductora, tiene una mirada lasciva.

Estoy boquiabierta.

—¿Que? —Maldito, siempre logra dejarme atonita.

—Si, puedo hacer que nazca en ti un amor por mí. —Dice él.

Ahora cambia sus palabras, se que lo dijo en doble sentido, lo miro con ojos entrecerrados.

—Y eso ¿Por qué pasaría? Si usted y yo no somos nada más que profesor y alumna, en pocas palabras no somos novios, para que me este diciendo que debo hacer o no... Ahhh y aunque lo fuéramos aún así no tendría el derecho de prohibirme nada.

—Estoy de acuerdo.

—Por fin ha entendido, no puede decirme que hacer o no, gracias.

—Si también en eso, pero me refería en que seamos novios.

Agrando los ojos.

—Usted está loco, yo no puedo ser su novia.

—¿Por qué no? Se que te gustó como tú a mí...

—Eso no es suficiente para que sea su novia.

—¿Segura?

Se aproxima a mi rostro, puedo sentir su respiración en mi cara, sus labios están muy cercas de los mios, cierro los ojos, espero el beso.

Pero un toque de sus dedos debajo de mi parpado, me hace abrir los ojos de nuevo.

—Mira se te cayó una pestaña —me enseña la pestaña— ¿Por qué cerraste los ojos? ¿Pensaste que te besaría?

—Claro que no. —Digo molesta, cruzo los brazos.

—Claro que si... Pero como te dije no volveré a besarte hasta que tú misma lo quieras, tu tendrás que tomar la iniciativa, cuando eso pase será el si.

—¿El si de que?

—Que aceptas ser mi novia.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora