𝐌𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥. [𝐒𝐚𝐅𝐫𝐚𝐧]

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Ellos debieron pensar todo mas fríamente antes de haber creado tal revuelo, teniendo esos papeles entre sus manos no podían evitar sentirse culpables por la idiotez que acaban de hacer.

¿Casar a sus hermanos sin que ellos lo supieran?

Óscar y Jimena siempre fueron la pareja de locos, sus peleas constantes que terminaban en palabras dulces y caricias de más, ellos que se amaban tan intensamente pensaron que haciendo esa travesura detendría las peleas infantiles de sus hermanos, Sara y Franco cada día estaban más y más cercanos pero no de una manera agradable sino que siempre que se juntaban insultos y gritos salían a la luz, entonces a ellos dos no se le ocurrió una mejor idea que casarlos sin su consentimiento.

Lo que hace una buena cantidad de billetes en un pueblo como San Marcos era sin dudas increíble.

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- Sarita por favor...- Jimena vuelve a ofrecerle los papeles mientras se mueve inquieta- debo irme, tengo que estar en la locación en una hora y voy muy tarde... Por favor firma.

- No firmaré esa locura Jimena, ve y pídele a Norma que firme tu sentencia de muerte- Sara volvió a tomar esos documentos dejándolos en la cama de su hermana menor mientras negaba con la cabeza.

- No puedo pedirselo a ella, la amo... Pero siempre te he confiado este tipo de cosas a ti.

- ¡No puedo firmar unos papeles así como así, Jimena!- suspiró mientras la miraba- esta vez te estás pasando, estás poniendo en riesgo tu vida, me estás pidiendo que firme un permiso de suicidio o algo así.

- No lo es, acá solo te ponen como mi tutora por si ocurre algún accidente, dejé el número de la casa y estará tu nombre y firma, Sara no es una sentencia de muerte, solo es para poder mantenerte informada sobre mi estado.

- ¿Por qué no se lo pediste a Óscar?- entre cerro los ojos mientras volvía a tomar los papeles- se supone que es tu esposo...

- ¡Por lo mismo! Él jamás firmaría, mamá menos, Norma siempre me apoya en mis locuras pero sabes que está muy ocupada con lo de su boda con Juan, y estás tú que aunque me regañas todo el tiempo eres mi mejor aliada.

Sara suspiró, esas palabras la habían convencido. Jimena sabía como tocar su corazón con rapidez así que tomó el bolígrafo y viendo a su hermana impaciente revisando la hora en el reloj de su mesita de noche, firmó lo más rápido que pudo para luego entregarle la carpeta a su hermana.

- Lo hiciste...

- Sabes que haría cualquier cosa por ti- la menor al escuchar esas palabras sintió un fuerte apretón en su pecho, su hermana le estaba dando su confianza y ella la estaba traicionado.

Se sentía una horrible persona pero solo pudo abrazarla para luego correr afuera de esa habitación sintiendo como un nudo se formaba en su garganta pero esa vocesita que siempre la hacía cometer locuras la inventivaba a correr donde su esposo con los papeles ya firmados por su hermana mayor, ahora solo faltaba Franco para que todo quedará listo.

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Para Óscar la misión era mucho más sencilla, los dos tenían claro que todo lo más difícil siempre sería con Sarita.

Jimena aún no entendía muy bien como su hermana no se detuvo a leer los documentos, ella siempre lo hacía, no por nada era la administradora de la hacienda pero está vez lo hizo sin leer nada. Quizá había actuado tan bien su papel de mujer desesperada, la cual estaba llegando tarde su trabajo que su hermana no pudo evitar sentir lástima por ella. Estaba orgullosa de su increíble actuación, ahora solo quedaba esperar que Óscar hiciera bien su trabajo y no lo arruinará todo.

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El mediano de los Reyes entró agitado al despacho de su hermano menor alzando una carpeta negra en el aire llamando la atención de Franco al instante al verlo tan apresurado.

- ¡Flaco, flaco!- se detuvo unos segundos para respirar una vez más, había corrido un poco para hacer más creíble su cansancio pero al parecer se había pasado de la raya, Jimena se estaría riendo de él si pudiera verlo- ¡Necesito que firmes estos papeles! son para una reunión que tengo ahora y se me olvidó entregártelos ayer.

Franco tomó la carpeta sonriendo de forma burlona, estaba por leerlos cuando Óscar habló una vez más:

- ¡No, no, no!- lo detuvo y le entregó el bolígrafo- no hay tiempo para leer, voy muy tarde mi flaco, solo firma para irme ahora mismo.

- No te pasarían estás cosas si dejarás de gastar tu tiempo en estar metido en esa bañera o babeando por Jimena.

Franco se rió ante en gesto de molestia en el rostro de su hermano y sin más que decir firmó los papeles.

- List...-

- ¡Gracias!

Óscar tal como entró, salió.

El menor solo pudo negar con la cabeza, su hermano cada vez estaba peor.

Y sin saberlo Sara y Franco habían firmado lo que cualquier otro llamaría el paraíso, pero para esos dos qué cada vez que se veían querían arrancarse los ojos no era nada más que un pasaje directo al infierno.

Vaya lío que habían armado el par de locos, vaya lío.