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Norma aún temblaba entre los brazos de Jimena, tenía la mirada perdida mientras caminaban hacia la entrada de la hacienda de los Reyes

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Norma aún temblaba entre los brazos de Jimena, tenía la mirada perdida mientras caminaban hacia la entrada de la hacienda de los Reyes. Sentía el peso del mundo sobre sus hombros, la culpabilidad que cargaba la estaba torturando hasta el punto de hacerla querer darse contra una pared. Nunca quiso ver lo egoísta que era al dejar a su hermana sola en ese lugar a la deriva, teniendo a tantas personas queriendo acecharla hasta acabar con ella.

Sara estaba sufriendo, le dolía el alma cada vez que la recordaba sollozar entre sueños. Había sido realmente difícil lograr hacerla dormir, la arroparon prometiéndole que pronto volverían. Claro que la noticia de que se casaría con Fernando les cayó como un balde de agua fría sobre sus cabezas. Norma se empezó a preguntar si realmente era una buena hermana, ella se había divorciado de ese hombre por Juan y por su hijo, pero siempre pasó por alto la gran estima que su madre le tenía a su "Fernandito" tampoco pensó en las consecuencias de irse junto a Jimena con sus parejas, ella porque quería estar con el hombre que amaba el cual también era el padre de su hijo y su hermana porque era su deber estar junto a su esposo.

Jimena dejó a su hermana en la sala mientras caminaba arrastrando los pies hasta la habitación aguantando sus ganas de llorar. En toda su vida jamás vio a Sara llorar como lo hizo esa tarde. Verla tan pequeña y frágil logró acabar con su poca paz. Cerró los ojos soltando un sollozo mientras golpeaba la almohada con fuerza queriendo desquitarse de alguna forma. Tenía tantas ganas de tener a ese maldito delante de ella y matarlo, sacarlo del camino pero nada serviría... Conocía a su madre, sabía que ella haría todo para cumplir con su caprichito.

Oscar entró a su habitación con una sonrisa que poco a poco se fue borrando al ver a su esposa llorar de la manera en que lo hacía, rápidamente fue donde ella tomando su rostro entre sus manos preguntándole que pasaba. Y aunque Jimena le decía cosas eran totalmente incoherentes, soltaba frase tras frase sin sentido, sin un orden correcto hasta que él se desesperó y agitando un poco los hombros su mujer la trajo una vez más a la realidad.

Jimena entonces empezó a contarle todo a Oscar viendo cómo el rostro de su esposo iba transformándose hasta que de un momento a otro su espanto se fue y no pudo evitar reírse de una manera bastante amarga, como si quisiera tragarse un nudo que se le acababa de formar en la garganta.

- ¿De qué te ríes?- le preguntó molesta al creer que su esposo no la tomaba en serio.

- Mi morenita...- susurró limpiando sus lágrimas con una pequeña sonrisa en sus labios-. Sarita no podría casarse con ese Fernando Escandón aunque fuera su mayor deseo.

Jimena ladeó la cabeza confundida hasta que los recuerdos de su hermana firmando unos papeles volvieron a ella haciéndola levantarse de golpe.

- ¡Es verdad!- chilló con una sonrisa esperanzada- Sara no podría casarse con él aunque quisiera porque ya lo está, ¡Ya está casada!- sollozó sintiendo como toda la angustia abandonaba su cuerpo-. Debo decirle... Debo...

𝐌𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥. [𝐒𝐚𝐅𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now