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Sara nunca vivió una vida para ella misma

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Sara nunca vivió una vida para ella misma. Todo en su vida giraba entorno a su familia, su trabajo pero sobre todas las cosas sobre su madre. Siempre intento hacerla sentir orgullosa, su mayor anhelo durante todos sus años de vida fueron que en algún momento la mujer que la dió a luz le dedicará aunque sea una sola palabra de amor, de aliento.

A veces se preguntaba que hubiera pasado si tuviera unas palabras dulces de su madre en sus mejores recuerdos, ¿Se podría aferrar a eso para ser un poco más feliz? ¿Para seguir consumiéndose dentro de esas paredes solo para mantener feliz a su madre? No lo sabía y jamás lo sabría porque a pesar de todos sus años de esfuerzo ella en ningún momento recibió algún halago, una sonrisa sincera o una caricia... Era como un animal más en esa hacienda, uno que Gabriela podía manejar, adiestrar, a su mero antojo.

El dolor en el pecho de Sara era casi evidente para cualquiera que la mirará, andaba como una persona muerta en vida, apenas levantaba la cabeza, no hablaba y mucho menos sonreía. Se escondía de sus hermanas y evitaba a toda costa a su madre, saltaba las horas de comer para no verla, para no verlos... Porque al parecer Fernando era ya una parte fundamental de ese lugar, hasta parecía una extremidad de Gabriela de lo tan cercano que eran. A veces Sara cuando intentaba esconderse de todos escuchaba a ese par hablar sobre los arreglos de la boda y sentía como todo el dolor se acumulaba en su garganta haciendo que fuese casi imposible hablar, ni siquiera podía seguir llorando porque podía jurar que había gastado todas sus lágrimas en todos esos días donde se mantuvo escondida como un pobre animal maltratado y asustado.

¿Cómo podía darle la cara a sus hermanas... A Norma? De verdad debía casarse con el ex esposo de su hermana, se sentía tan miserable, tan sucia... ¿De verdad qué su primer beso sería de ese ser tan desagradable? ¿Su primera vez...? Oh mierda, Sara llevó sus manos temblorosas hasta su rostro escondiéndolo entre ellas ahogando sus sollozos desesperados por ser escuchados y poder desahogarse de una vez por todas pero era Sara, la hija invisible de Gabriela.

La puerta de esa casucha se abrió de par en par sacando a la mayor de las Elizondo de esos pensamientos tan hirientes, miró hacia adelante encontrándose con sus dos hermanas, ellas no tardaron en correr hacia la mayor al verla tan afectada. La rodearon en sus brazos y por fin luego de tantos días torturándose Sara se permitió sentir de verdad, lloró como una niña pequeña en los brazos de esas dos mujer que se miraban entre ellas asustadas y sorprendidas. Nadie jamás vio así a la gran Sara Elizondo, el orgullo de esa familia... Pero ahí estaba, llorando como una niña pequeña la cual acaba de caerse y buscaba los brazos de su madre para refugiarse pero eso jamás pasaría. Su madre sería la última persona en reconfortarla.

— Sarita...- Norma tomo las mejillas de su hermana mayor buscando su mirada pero ella se veía perdida en sus pensamientos, sabía perfectamente que se estaba haciendo daño a ella misma así que la zamarreó buscando atraer así la atención de su hermana-. Mírame Sarita, estamos estamos acá... Estamos contigo.

𝐌𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥. [𝐒𝐚𝐅𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now