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   Los gritos y sonidos de objetos rompiéndose detuvo a los cuatro hermanos que estaban en el salón hablando sobre el accidente de Sara, todos subieron rápidamente tratando de entender tal revuelo, Juan alcanzó a correrse cuando una lámpara salió ...

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   Los gritos y sonidos de objetos rompiéndose detuvo a los cuatro hermanos que estaban en el salón hablando sobre el accidente de Sara, todos subieron rápidamente tratando de entender tal revuelo, Juan alcanzó a correrse cuando una lámpara salió disparada en contra suya.

— ¡Lo odio Franco Reyes!- la voz de Sarita hizo un eco en los pasillos haciendo sonreír a sus dos hermanas al notar que ella estaba bien.

— ¡Es mutuo!

— ¡Lo detesto!- volvió a lanzar un jarrón contra el hombre que gracias a Dios tenía buenos reflejos- ¡Maldito el día en que usted pareció en mi vida!

Franco no supo que contestar porque por alguna razón esas palabras que antes ya había escuchado escapar de la boca de su enemiga ahora mismo lo habían golpeado con fuerza en el pecho. No, él sí sabía porque esas simplemente palabras acababa de lastimarlo, cuando la vio dentro de ese auto lo aceptó; él estaba enamorado de Sara Elizondo.

La vio salir de la habitación murmurando un par de palabrotas que no llegaron a sus oídos porque seguía parado en medio de la habitación sintiendo como su corazón latía con fuerza ante ese desconocido dolor.

Él tenía miedo. Nunca antes llegó a sentir lo que sentía por Sara, muchas veces creyó que Rosario era su gran amor y ese que había acabado con todas sus esperanzas de volver a sentir pero estaba muy equivocado, ahí estaba él, parado mirando a la nada aguantando sus ganas de ir detrás de ella para decirle que él no maldecía el día en que la conoció... Maldecía el día en que todo empezó con el pie izquierdo, cuando seguía con esa venda en los ojos que le impedía ver a la mujer de sus sueños delante de él, una que se escondía detrás de ese ropaje anticuado y ese carácter tan arisco.

En automático salió de la habitación siguiendo a la mujer que amaba como un perrito regañado, todos acompañaron a las tres hermanas hasta el auto de Norma para ir a dejar a su hermana mayor, al parecer la señora Gabriela tenía preparada una cena especial, una donde solo estaba invitada Sara. Ninguna de las tres hermanas preguntó nada solo acataron las ordenes de su madre y ya.

A Sara la tarde se le fue volando, al llegar a la hacienda se metió a bañar rápidamente y no tardó en irse a la cama para tomar una pequeña siesta queriendo recuperarse del accidente y todo lo que había pasado en el día. Quería descansar aunque sea un par de horas de sus tortuosos pensamientos que siempre lo llevaban donde no quería ir, Franco.

Odiaba pensar día y noche en él, soñar con él y tener la esperanza de que en algún momento la quisiera pero era ridículo, era como esperar la paz mundial... Ridículamente imposible.

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  Pasó la tarde dando vueltas en la cama, se seguía torturando mentalmente solo por gusto propio, lo único que hacía era hacerse la dormida cuando su madre o cualquier persona entraba a su habitación. La verdad es que la cena no le causaba un buen presentimiento, era como si una parte de ella ya supiera lo que realmente quería Gabriela pero intentaba no pensar en que realmente su madre pudiese traspasar sus límites, no estaba de humor para ello.

𝐌𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥. [𝐒𝐚𝐅𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now