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Advertencia Capitulo con contenido delicado

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Advertencia
Capitulo con contenido delicado.

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La habitación estaba completamente a oscuras, Sara un se encontraba dormida gracias a la anestesia que le proporcionó el doctor ya que cuando ella despertó el dolor punzante en su frente la hizo sollozar y gritar.

La habitación estaba a oscuras pero no vacía, en la cama estaba Sara descansando y en una esquina en penumbras había una persona. La miraba con intensidad, se había acostumbrado a esa oscuridad y la tenue luz de la luna lograba iluminar levemente su perfecto perfil, Sara sin dudas era una mujer muy hermosa.

Fernando sentía su corazón latir con tanta fuerza que juraría que dolía, se acercó a la puerta con lentitud y de la misma manera la cerró con seguro, se giró fijando una vez más su mirada en ella, caminó hasta la cama de una forma lenta y silenciosa, como si estuviera apunto de cazar a su presa, esa que deseaba hace tanto tiempo.

Era curioso como algunas personas veían a Sara como una indefensa presa, débil y pequeña.

Para Fernando Sara no era más que ese deseo incontrolable, ese que lo hacía sentirse el hombre más desquiciado del planeta porque hasta era capaz de matar por ella. O eso pensaba, porque esa tarde cuando la vio salir de esa casucha vieja seguida por Franco Reyes sintió que se lo llevaba el mismísimo diablo, era doloroso, tortuoso pensar en Sara en brazos de otro hombre porque para él no había otra mujer, no importaba cuántas pasarán por su cama él tenía claro que en el momento que Sara fuese su esposa no habría nadie más ya que con solo una caricia de ella le bastaba.

Eso deseaba, una mirada tierna, una sonrisa sincera, una palabra de aliento y amor... Verla cargar a sus hijos, hacerla feliz y ser feliz junto a ella pero... Nada de eso pasaría pues la mirada llena de desprecio que siempre le dedicaba cada vez que lo miraba lo hacía querer retroceder algunos pasos atrás pero si lo hacía perdería y Fernando era un muy mal perdedor.

Acercó su mano a ella, sin tocarla delineó ese cuerpo lleno de curvas lentamente, cerró los ojos apretando la mandíbula preguntándose si era lo suficientemente valiente como para tocarla arriesgándose a qué ella despertara y un infierno se desatara. Pero al mismo tiempo deseaba que eso pasara, que ella se despertara y así tener una excusa perfecta para tomarla - aunque fuese a la fuerza- y hacerla suya para siempre, y si tenía un poquito más de suerte ella quedaría embarazada y con más razón tendrían que casarse.

Con un poco de miedo pero guiado mayormente por el deseo acercó las puntas de sus dedos a ese pequeño y suave cuerpo, apenas la rozó tuvo que tomarse con fuerza de todo su autocontrol para no lanzarse sobre esa inconsciente Sara, maldita sea la deseaba como jamás deseó a alguna mujer. Tiró un poco de esa sabana dejando así parte de su cuerpo expuesto y sus dedos pasaron sobre su vientre descubierto, jadeo como un perro sediento y se acercó a ella, su rostro estaba casi pegado al de ella, cada facción de Sara era perfecta ante sus ojos. Para Fernando no existía una mujer mas hermosa y deseable que la mayor de las Elizondo.

Sus labios rozaron los de ella, una parte de él quería esperar, quería ser besado por Sara con completo consentimiento pero si era realista debía aceptar que eso jamás pasaría, él estaba condenado a disfrutarla de esa manera, a escondidas, a la fuerza...

La besó de una forma lenta, disfrutando de esos suaves labios, se sentía extasiado, al límite de su capacidad para retenerse a hacer una locura que le costaría su propio futuro, pero aún sabiendo que todo lo que estaba haciendo estaba mal siguió besándola, disfrutando ella hasta que todo le supo a poco, su mano se metió entre su ropa, la tocó...

Mordió su labio inferior con un poco de fuerza dejándole una pequeña herida, hasta el sabor de su sangre era adictiva, era un completo enfermo pero eso no lo hacía sentir un miserable, todo lo contrario, se sentía feliz y pleno. Gimió lleno de gusto cuando las yemas de sus dedos rozaron sus pechos acariciando así esas pequeñas aureolas, su otra mano empezó a bajar por su vientre hasta perderse entre el pijama de Sara pero antes de poder tocar más allá escuchó como alguien intentaba abrir la puerta poniéndolo en alerta, su excitación hacia que sus oídos se sintieran tapados pero aún así estaba un poco conciente como para saber que debía salir de ahí de alguna forma para no ser atrapado violentando a su prometida.

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Gabriela por su lado se sentía acorralada, aún tenía la imagen de su hija inconsciente sobre el suelo con la frente cubierta de sangre torturándola en su subconciente, había lastimado a su hija.

Cerró los ojos dejándose caer al suelo apoyada contra la pared, entonces los recuerdos volvieron a ella, una pequeña Sarita corriendo por la casa, una dulce niña jugando y riéndose, una pequeña que poco a poco se volvió más reservada, su risa se fue apagando, sus gritos se habían vuelto en susurros y su diversión en algo muy ajeno a ella, una niña con una infancia robada, arrebatada por una mujer que siempre buscaba la perfección aunque ella fuera la mujer más imperfecta sobre la faz de la tierra.

Había convertido a Sara en una máquina, una señorita perfecta. La escondió detrás de ropajes casi de monjas, la denigró hasta el punto en que Sara ni siquiera era capaz de alzar la cabeza cuando estaba cerca de ella.

Ni una sonrisa, ni una risa... O por lo menos ninguna sincera. Su hija no era más que un robot, que poco a poco se volvió en una mujer hermosa, ayudada por sus hermanas que le compraron nueva ropa y maquillaje, la ayudaron a cambiar de a poco y empezó a verla más feliz, un brillo extraño la cubría ¿Era esperanza? No lo sabía, pero a veces la veía volver de visitar a sus hermanas totalmente enojada pero con un brillo nuevo, uno que la hacía sentir celosa pues ella jamás obtuvo nada de eso de su hija pero tarde se dió cuenta que todo eso era gracias a sus propios actos.

Lastimó a su hija desde muy pequeña y no le bastó con querer amarrarla con un hombre que ella no amaba solo para mantener a su oscuro secreto cerca, no le importó sacrificar a su hija mayor para mantener a ese hombre que despertaba tantas emociones en su interior cerca de ella.

Y es que si era totalmente sincera consigo misma ni siquiera le importaba su hija en sí sino que el hecho de a ver visto a Fernando tan afectado por ese accidente, temía que su hija arruinara sus planes de tenerlo cerca, que se negara a casarse con él por un acto de rebeldía y alejara a la única persona que realmente le importaba.

Se levantó temblorosa y salió de su habitación, camino por el pasillo como un zombie, arrastrando los pies y sintiendo un peso sobre sus hombros, al llegar a la habitación de su hija intento abrir la puerta encontrándose con la sorpresa de que esta estaba cerrada con seguro lo cual le extraño ya que ella fue la última en estar en ese lugar y no cerró con cerrojo, no era posible que su hija lo hubiera hecho porque estaba inconsciente.

Suspiró cansada y como siempre cuando se trataba de su hija mayor, no le prestó atención e importancia y volvió a su habitación pensando en que en un par de horas tendría que hablar seriamente con Sarita, no podía permitir que su hija arruinará sus planes de tener cerca al hombre que ella amaba.

Suspiró cansada y como siempre cuando se trataba de su hija mayor, no le prestó atención e importancia y volvió a su habitación pensando en que en un par de horas tendría que hablar seriamente con Sarita, no podía permitir que su hija arruinará su...

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𝐌𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥. [𝐒𝐚𝐅𝐫𝐚𝐧]Onde histórias criam vida. Descubra agora