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  El viento chocaba contra su delicado rostro, sentía como este frío aire calmaba un poco el ardor que se mantenía en sus mejillas sonrojadas

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  El viento chocaba contra su delicado rostro, sentía como este frío aire calmaba un poco el ardor que se mantenía en sus mejillas sonrojadas. Aún sentía sus labios hinchados y podía jurar que lograba sentir los suaves dedos de Franco acariciando su pequeña cintura.

Él la había besado. Se habían besado.

Los dos se entregaron a esos sentimientos recién sacados a la luz y Sara no podía más con la felicidad que recorría cada parte de su ser. Era como si por fin luego de tanto dolor pudiese ver un rayo de luz en toda la oscuridad que la rodeaba. Estaba radiante aunque poco a poco su sonrisa se fue borrando al recordar su triste realidad.

Estaba comprometida con un hombre que no amaba, que la hacía sentir ahogada y atrapada. Tenía tantas ganas de ser un poco más valiente y revelarse contra ese matrimonio. ¿Por qué temía tanto? ¿Por qué esa mujer que debía hacerla sentir protegida la hacía sentir tan pequeña y vulnerable?

Toda su vida siempre giró en ser el orgullo de esa mujer, de cumplir cada uno de sus caprichos, metas y sueños, algunos eran tan crueles, tan dolorosos pero ella siempre los hizo en completo silencio siguiendo esa línea recta que la llevaba siempre al mismo destino; su madre. Pero ahora esa línea tan recta se torció y le mostraba un camino más hermoso, más colorido y lleno de vida, de esperanza. Sollozó sintiéndose impotente, gritó con fuerza mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas.

Por más que lo intentará, ella sabía que no podía ir contra los deseos de Gabriela. Fue criada para ser “doña perfecta” el ejemplo de su hogar. La hermana mayor, esa que debía ir por ese camino recto para que sus hermanas la siguieran pero ellas siempre fueron rebeldes... Aunque ahora no creía que fuesen eso, sino que valientes, ellas siguieron los deseos de sus corazones, sus anhelos, mientras que ella seguía los mandatos tan ridículos de su madre.

Su mente volvió a ese lugar que le dió una pequeña chispa de felicidad, de esperanza... Ignorando que a veces solo es necesaria una sola chispa para provocar un incendio imparable.

Sara estaba acorralada contra esa pared de paja, su mirada fija en ese hombre que acaba de confesar su amor y deseo. Franco la amaba... ¿Qué clase de sueño era este? Se preguntó perdiéndose en esos iris azules que le recordaban el mar y por unos segundos sintió que en cualquier momento se ahogaría en él, quería ahogarse en él.

Perderse en ese mar, dejar que la arrastrará hasta las profundidades volviéndola así parte de él, de ese hermoso océano... Ser suya.

Franco seguía esperando una respuesta, quería escuchar la voz de esa hermosa mujer que lo miraba con tanta intensidad que en ese mismo instante estaba apretando los puños para no lanzarse sobre ella y besarla, hacerla suya y llevársela lejos de cualquiera que quisiera arrebatarsela.

— ¿Me- me amas...?- Franco no pudo evitar sonreír, él entendía su confusión y desconfianza... ¿No había sido él el que le recordó una y otra vez lo fea e indeseable que era?

𝐌𝐚𝐧𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥. [𝐒𝐚𝐅𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now