Capítulo 7

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LA DIVA SCHOENHEIT Y LOS EJERCICIOS EN LA CÁTEDRA DE FARMACOLOGÍA

 

Durante el resto de días de clase, antes de las vacaciones de invierno, Natasha no había logrado librarse de Rook. Era cierto que no se acercaba para acosarla y que sabía cuándo "no" era "no" a diferencia de otros estudiantes. Pero su efusividad y terquedad llegaban a ser muy agotadoras. Especialmente con esa fijación que tenía por saber todo sobre cualquier cosa que se asociara con su querido "roi des lions" ("rey de leones").

Eso, junto a sus clases especiales, su trabajo como adivina, la paranoia de escuchar a veces un sonido raro, y el papeleo que debía leer y rellenar junto a Crewel para ser "adoptada", le habían drenado casi todas sus energías. Además seguía decepcionando a todos por no conseguir activar su magia única o algún otro hechizo sencillo. Por lo menos podía montar en escoba y ya lo había dominado a medias.

—¿Qué haces aún dormida, pequeña fiera?—Aquella voz grave, provocó que su piel se pusiera de gallina e inconscientemente apretara los muslos.

Abrió los ojos de golpe. Se había quedado dormida en su última clase (obviamente Historia de la Magia), pero aquella voz masculina había logrado eliminar cualquier resquicio de sueño. Al enderezarse en su asiento, pudo ver a Leona apoyando una mano en su mesa con el rostro muy cerca del suyo.

Desde que lo había molestado con su cola, él invadía su espacio personal y la hacía sentir incómoda a propósito. Así que Natasha hacía lo mismo de regreso cada vez que podía. De modo que habían iniciado una especie de... extraño juego.

Era un avance respecto a las veces que terminaban enzarzados en alguna pelea. Pero... Sentía que le saltaba el conejo del estómago cada vez que tenía al hombre bestia muy cerca o acariciando "casualmente" su nuca (en otras palabras, su punto débil). También había ocasiones en las que se le olvidaba cómo hacer el más mínimo movimiento cuando esos ojos felinos la miraban fijamente.

Tal y como ahora...

Estampó la palma de su mano en la cara del chico y lo empujó lejos de ella. Fue un reflejo bastante conveniente porque había cubierto esos benditos ojos. Ahora ya podía respirar más tranquila.

—Supongo que juntarme tanto contigo me contagió tu flojera. Y de todos modos... ¿Wey, qué te importa?

Entre sus dedos pudo ver esos ojos adoptando una expresión de diversión. Esa fue toda la advertencia que tuvo antes de sentir el pinchazo en la palma de su mano. Soltó un corto chillido del dolor y se llevó el área adolorida rápidamente al pecho. Leona simplemente la miró mientras deliberadamente pasaba su lengua por su labio inferior, terminando en acariciar el borde filoso de uno de sus colmillos. El rostro de Natasha se sintió muy caliente al seguir el recorrido con la mirada.

—Me importa porque hace cinco minutos Crewel-sensei me pidió que te buscara para que asistas a tus clases especiales. Así que, si yo fuera tú, ya estaría corriendo. Creo que lo había oído hablar sobre un bozal y unos azotes por ser una chica mala—Mientras hablaba, se desparramó en un asiento delante de ella, como si fuera a dormirse en cualquier momento.

Natasha inmediatamente se puso de pie. Rápidamente recogió el libro y las hojas en las que había garabateado los primeros cinco segundos antes de caer dormida en Historia de la Magia. Se echó la mochila al hombro y salió corriendo rauda y ágil como una cheeta.

Estando ya solo, una macabra sonrisa se deslizó por sus labios de canela. No se había encontrado en ningún momento con el estricto profesor de Farmacología y Alquimia. Simplemente quería gastarle una broma pesada a la pequeña fierecilla.

SCARS TO YOUR BEAUTIFUL (Leona Kingscholar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora