04| ❝Yas, queen❞

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Heather: ¿Estás en tu casa?

Bianca: yess.

Heather: ¿Puedo ir?

Bianca: claro que sí, no necesitas preguntarlo.

Heather: Pues abreme, estoy afuera.

Bianca no tarda en llegar.

Llevaba su liso cabello suelto, acomodado sobre su hombro, vestía una camiseta tres tallas más grande que ella (seguramente robada del guardarropa de Sean) y pantuflas que simulaban ser garras de oso en sus pies.

La alegre sonrisa con la que abrió poco a poco transformándose en un gesto de confusión al verme.

-¿Que...?

-¿Tienes helado? -Interrumpí.

-Uhm, si, está en la...

Ella se hizo a un lado para dejarme entrar y, con toda la confianza que se formó entre nuestras familias durante todos estos años de amistad, camino directamente hacia la cocina.

-Gracias -recuerdo decir a mitad de camino.

Abro el refrigerador encontrando helado de fresa. Tomo una cuchara y pronto estoy atiborrándome del postre en la encimera de la casa Montoya.

No es mi favorito pero sirve.

Si funciona en las películas, tiene que funcionarme a mí, ¿no?

-¿Qué? -le pregunto a Sean, que me mira con extrañeza, sentado en la otra esquina de la mesa.

-Me da miedo preguntar -admite.

Y no lo culpo.

Soy consciente de la imagen que tengo. Aún llevo el uniforme de animadora, encima una chaqueta acolchada para el frío y mi cabello no debe estar en el mejor estado después de caminar hasta aquí con el viento dándome de lleno en el rostro. Eso sin mencionar las mejillas rojas, los ojos hinchados y las comisuras llenas de helado en estos momentos.

Tampoco querría preguntar en su lugar.

Pero Bianca lo hace de cualquier manera apenas entra en la estancia.

-¿Qué sucedió en la cita? -Le escucho decir mientras rodea la encimera para llegar hasta donde estoy.

No le respondo. En su lugar, tomo otra gran cucharada de helado.

Bianca suspira, intuyendo lo que sucedió. Con cautela y en un gesto casi maternal, toma mi mano.

-¿Quieres hablar sobre ello? -Intenta de nuevo en tono suave.

Juego un poco con la cuchara, buscando más helado para tragar junto al nudo que se forma en mi garganta, pero no llego a llevarlo a mi boca cuando la latina vuelve a llamar.

-¿Heather?

-Me terminó, ¿ok? -Me quiebro, soltando la cuchara bruscamente.

Cuando un sollozo se me escapa, Bianca abandona la cautela y me envuelve en un casi abrazo.

-¡Y ni siquiera me dio explicaciones! -Me quejo exasperada poco después-. Es decir, solo fuimos al parque y dijo "esto no está funcionando" -le imito agravando mi voz-, y arruinó todo. Incluso ya había elegido nuestro disfraz para el festival de Halloween. Íbamos a vernos muy goals.

Escondo el rostro en el hombro de mi amiga y ella deja un par de arrumacos sobre mi cabello, ayudando a apaciguar el llanto.

-Es un imbécil, no te merece -asegura.

-¡Lo sé! Pero es tan atractivo.

Cuando los sollozos cesan, vuelvo al helado, sintiéndome un poco mejor luego de sacar aquello de mi pecho. Aún así, Bianca se mantiene a mi lado.

Cómo lidiar con la princesa (CL#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora