15| ❝Hago esto por Jaeden Gardner❞

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Deteste la preparatoria Westbrook desde el primer día.

Odiaba el edificio y sus pasillos al estilo laberinto, odiaba las viejas y destartaladas taquillas celestes que por poco no se desarman bajo tus dedos, y odiaba lo ruidosos que eran mis nuevos compañeros. Sobre todo aquel castaño que se acercó a darme su "cálida" bienvenida por pedido del coach en mi primer día.

Recuerdo pensar que no era posible que alguien pudiera estar así de animado a esas horas de la mañana, pero éste chico ciertamente lo estaba.

Me hizo cuestionarme cuánto le duraría está buena actitud una vez descubriera mi objetivo aquí. No había llegado a Westbrook para hacer amigos después de todo, estaba aquí para convertirme en capitán del mejor equipo del condado. Costara lo que costara. Y Jaeden Gardner, a pesar de que ya actuara como el rey indiscutido del campus, solo era un pequeño bache interponiéndose en mi camino.

Si, sería difícil deshacerse de él debido a su reputación, aún más teniendo en cuenta que en realidad era un gran jugador. Pero yo era mejor. Y podía demostrarlo, siempre que mantuviera mi mente en ello.

No podía permitirme ningún tipo de distracción si quería ganarle a Gardner.

Por desgracia, fue entonces que ella apareció.

Heather Rossi se presentó algunos días después de mi llegada, casi que por accidente. Yo intentaba encontrar la oficina de administración para buscar mi nuevo horario, y ella iba a clases, pero sin siquiera dudarlo me ofreció su ayuda.

Es extraño pensar que hubo un tiempo en el que ella no me odiaba. Pero allí estaba, fresco en mi memoria como si se tratara del día anterior, el recuerdo de ella guiándome por los pasillos, con su cabello rubio cayendo en ondas por su espalda desde una coleta alta, su uniforme de animadora ciñéndose perfectamente a cada curva de su cuerpo, sus largas piernas descubiertas, su sonrisa arrogante y divertida cuando alardeó sobre ser reelegida presidenta de la clase por tercera vez consecutiva, y su voz, llenando el silencio del lugar vacío, totalmente absorta en hablar sobre la institución y, como no, hacer sus preguntas.

A pesar de la ausencia de detalles, no le tomó mucho llegar a la conclusión de que era el nuevo miembro de los halcones. Me felicitó por ello y dijo que no podía esperar a verme en la cancha. En respuesta, solo pude asentir.

Había hablado con chicas así de guapas en otras ocasiones. Es decir, había conocido a Sadie Saltzman esa misma mañana. Pero ninguna, jamás, me había provocado éste tipo de crisis internas en las que simplemente olvidas tu idioma de la nada y lo único que haces es balbucear como idiota frente a ella.

Todo habría sido más fácil si me hubiera mantenido fiel a mi plan, decidiendo que la odiaba desde ese momento por el bien de mi futura carrera, pero solo me resigné a seguir sus pasos de cerca, esperando que ella no pensara que era un completo imbécil.

Para mi buena (o a lo mejor, mala) suerte, Heather no pareció reparar en nada de ello, tal vez pensando que se trataba de simple timidez.

Al llegar a nuestro destino, se despidió con la misma amabilidad con la que se había presentado.

—A propósito, no me has dicho tu nombre —señaló poco después de comenzar a alejarse, volviéndose sobre sus talones para mirarme.

De nuevo, me quedé en blanco.

Tuve que alejar mi vista de su curiosa mirada esmeralda y de su llamativo labial rojo para intentar formular una respuesta coherente.

—No te preocupes —se adelantó a agregar ella, recuperando mi atención—. Esa será mi excusa para volver a verte.

Cómo lidiar con la princesa (CL#1)Where stories live. Discover now