09| ❝Uyy, quieto❞

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—Ugh, mi cabeza está ardiendo —se queja Ada escondiendo el rostro tras sus manos.

Lleva el rosado cabello desordenado y el maquillaje corrido bajo sus ojos claros como pruebas de que al menos disfrutó de la fiesta.

Aunque tal vez no tanto de las consecuencias.

—Si vomitas, lo limpias —advierto cuando le veo abrazarse el estómago por encima de la vieja camiseta que le presté la noche anterior. Ella niega y yo vuelvo a mi tarea, agregando los últimos ingredientes en la licuadora antes de encenderla. Cuando la bebida color verde pantanoso está lista, la coloco en frente de Ada—. Hasta el fondo, linda —ordeno.

Ella acerca el vaso y vuelve a alejarlo con expresión asqueada.

—Huele horrible.

—Si, pero te hará sentir mejor.

Ada entreabre sus labios dispuesta a reclamar nuevamente, pero justo entonces, Bianca entra en la habitación y la de cabello rosado decide beberse el contenido sin rechistar.

—Esta es la última —anuncia Bianca a su vez, dejando la bolsa llena de vasos descartables en la basura—. Entonces, ¿él simplemente aceptó? ¿Así como así? —pregunta, volviendo al tema que dejamos pendiente antes de dividirnos para limpiar el desastre de la casa.

—Pues eso parece.

—¿Quién aceptó el que? —pregunta Ada con una línea verdosa dibujada por encima de su labio superior.

—Tú sigue bebiendo —ordena nuestra capitana. La aludida se queja pero obedece—. ¿Qué pidió a cambio?

Cómo sé que no le gustará la respuesta, me vuelvo con la jarra de la licuadora en manos para lavarla. Bianca adivina mis intenciones e insiste nuevamente.

—Heather…

—No pidió nada —me ánimo a responder.

—¿Nada?

—Nada —repito—. Aún.

Bianca frunce el entrecejo con desconfianza, tal como sabía que pasaría.

—No entiendo.

—Yo menos —le sigue Ada.

—Dijo que por ahora estaba bien con una hamburguesa triple de Daisy's —explico, notando que la respuesta sólo logra confundir más a mi amiga. Le resto importancia porque tuve la misma reacción. Ian tal vez estaba un poco muy ebrio para tener esta conversación—. ¿No es gracioso? Todo esto habría sido mucho menos dramático si hubiera sabido que podía convencerlo con comida —intento bromear. Pero ninguna ríe.

Bianca me mira con una seriedad juiciosa y Ada se dedica a tratar de atar los cabos sueltos sin éxito.

Al menos parece sentirse mejor.

—No me gusta esto —suspira la de cabello oscuro.

—Si, Bianca, lo sé. Es por eso que no pedí tu opinión.

Un silencio tenso se instala entre nosotras ante la dureza de mis palabras. Ambas nos sostenemos la mirada mientras Ada finge no notar el intercambio, concentrada en su ahora preciada bebida.

Me rindo en cuanto entiendo que mi mejor amiga no está tratando de lastimarme, sólo está preocupada. No vale la pena estar a la defensiva con ella, mucho menos cuando luce tan consternada, como si no se hubiera esperado ese muro de mi parte.

—Lo siento —me disculpo con sinceridad al instante—, me escuche medio perra.

—Claramente —responde ella, tomando el vaso ya vacío de Ada y acercándose para dejarlo sobre el fregadero. En el medio, aprovecha para tirar suavemente de mi coleta alta—. Pero te perdono —acepta con una sonrisa contagiosa—. Solo no quiero que salgas lastimada.

Me quejo divertida ante su tono de advertencia.

—No sucederá —prometo—. Tengo todo bajo control.

Es obvio que estoy bromeando pero la mirada cómplice que comparten Ada y Bianca medio me ofende.

—¿Qué? —inquiero.

—Eso dijiste con Ja… —Ada queda a mitad de la frase cuando Bianca le cubre la boca con la mano. Resulta en vano, sé a lo que ambas se refieren.

Me vuelvo hacia ella dispuesta a defenderme pero entonces se oye la puerta de la entrada, sorprendiendonos a las tres pues claramente no esperábamos a nadie.

—¿Hola? —pregunto cuando la madera cruje al cerrarse.

Me acerco al umbral de la cocina lentamente para tomar el bate que guardamos en la despensa. Un instante antes de cruzarlo me vuelvo hacia mis amigas. Bianca y Ada me miran totalmente alerta, la última aún con la mano de la latina cubriéndole los labios.

Entonces, un hombre de mediana edad con la camisa arrugada y el cabello desarreglado entra en mi cocina, deteniendo su paso de inmediato cuando ve que su hija le apunta con un bate de béisbol.

—¿Todo bien? —pregunta confundido, rompiendo el silencio con ese ligero acento irlandés que tanto había extrañado.

—Papá.

Suelto el bate en cuánto logro reaccionar y me lanzo entre sus brazos. Él me recibe riendo.

—También te eché de menos, cariño —bromea contra mi cabello.

Escondo mi rostro en su hombro en cuanto siento algunas lágrimas escaparse y mi padre me sostiene comprensivo.

Ni siquiera había notado lo mucho que necesitaba este abrazo hasta ahora.

●○●○

Heather vulnerable me deja toda sensible🥺

¡¡PERO HABEMUS DOBLE ACTUALIZACIÓN MI GENTE!! 🥳💃

Deslice hacía allá👇... O a lo mejor hacía allá👉, para seguir leyendo.
(Me entró la duda, ¿hacía dónde deslizan ustedes?)

Nos vemos en la nota siguiente, abrazote

Lexi🌈

Cómo lidiar con la princesa (CL#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora