Capítulo 4

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Al día siguiente y a la hora de salida, Ilse fue a buscar a Lena al colegio y se dio con la sorpresa de que su hija estaba sentada en un banco a lo lejos junto a Arthur. Los dos estaban tomados de la mano mientras conversaban.

—¡Lena! —gritó enojada. Los dos se sobresaltaron y la vieron. Los demás alumnos que quedaban también la miraron.

—Ay no, no nos dimos cuenta de cuándo llegó —dijo Lena.

—Nos vemos mañana —se despidió Arthur y se quiso ir corriendo. Pero la mamá de su novia llegó rápido y los agarró a los dos—. ¡Sueltemé!

—¡Mamá, lo lastimás! —Llegó Melody también a defenderlo.

—¡Suelte a mi hermano!

—¡Ustedes se callan! ¡Y que sea la última vez que los veo juntos! ¡¿Me entendieron?!

—No, no te entendieron —dijo Saskia llegando—. Y soltá a mi hijo. —Ilse lo soltó bruscamente, y los dos hermanos se acercaron a su mamá. Ilse se dio vuelta—. ¿Cuál es tu problema con que estén juntos? ¿Vas a andar controlando todo?

—No voy a dejar que la única hija que me queda se ponga de novia con gentuza. Ya tengo suficiente con que Viktor se haya casado con alguien como vos.

—Yo me puedo juntar con quien quiera —se defendió Lena.

—No me volvás a desafiar ni te metás en discusiones de grandes. Sos menor de edad. No te juntás con quien vos querés —dijo llevandoselá. Lena miró hacia atrás y volvió a despedirse con la mano tanto de Arthur como de Melody y Saskia. Estos le respondieron y se fueron al auto.

Lena fue castigada en su casa por una semana, pero aun así se seguía juntando con Arthur. Sólo que ahora no se juntaban en el horario de salida para evitar ser descubiertos de nuevo. Los padres de Lena incluso quisieron exigirle al director que los separara, que los pusieran en diferentes turnos, pero sabían que no iba a hacer caso a dos personas con denuncias.

Lena había quedado un viernes en ir a casa de Arthur y de ahí ir con la familia de este a un shopping. Ella les dijo que podía ir a la siesta, que era cuando sus padres dormían, así que esperó un rato para asegurarse de que estuvieran dormidos y luego salió. Pero el ruido de la llave despertó a Dieter, y este despertó a Ilse. Los dos se levantaron a ver por la ventana y vieron a su hija yendosé en bicicleta. A pesar de que ya estaba medio lejos, Ilse intentó llamarla, pero su marido la interrumpió y le dijo que mejor la siguieran para ver a dónde iba.

—Seguro va a encontrarse con esa familia —supuso ella. Los dos la siguieron en el auto hasta llegar a la casa de Saskia. Vieron que Lena entraba con ellos al auto. Melody no estaba, se había ido a casa de Amanda. Dieter volvió a dar arranque para continuar siguiendolós. Llegaron hasta el shopping, pero los perdieron de vista.

—O fueron a los juegos o al patio de comidas —dijo Dieter.

—Vamos a los juegos, tiene que estar ahí primero —dijo ella, y fueron a buscarla. Después de un rato, pudieron encontrarla entre tantos juegos y niños. Ilse fue directo hacia ella y la agarró del brazo. Lena estaba golpeando los cocodrilos.

—¿Hace cuánto que te andás escapando? ¡Contestame! —la retó. Viktor y Saskia estaban cerca, sentados en una mesa, y escucharon los gritos, así que fueron lo más rápido que pudieron con Sven en el cochecito entre tanta gente.

—¡Mamá, no me grités!

—¡Soltala, que ya tenés varias denuncias! —defendió Arthur a su novia.

—¡¿Tampoco te enseñaron tus padres que no se tutea a los grandes?! —le gritó Ilse, dandolé una cachetada. Arthur se puso la mano en el cachete por el dolor y la miró con bronca. Llegaron Saskia y su marido.

—¡¿Y vos quién sos para pegarle a mi hijo?! —la enfrentó Saskia, dandolé un empujón con una mano. Arthur se puso al lado de su mamá; y Lena, al lado de su tío. Cada uno los tenía abrazados con un brazo. —Ni nosotros les pegamos, ¿lo vas a hacer vos, psicópata? —dijo refiriendosé a Bono, Viktor y ella misma.

—Bueno, no importa, nos vamos ahora —dijo Dieter, y se quiso llevar a su hija de la mano.

—Me quiero quedar —dijo soltandosé.

—¡Vos no decidís nada, tenés 12 años! —la retó su padre.

—¿Quieren dejar de ser tan autoritarios? No estaban haciendo nada malo, sólo estaban jugando —los defendió Viktor.

—Se fue de casa sin permiso y seguramente estuvo haciendo eso todo este tiempo —dijo Ilse.

—A lo mejor si no le prohibieran estar con mi hijo, si fueran mejores padres, ella no tendría que escaparse —argumentó Saskia.

—No vamos a aceptar bastardos cómo nietos —dijo Dieter.

—¡¿Cuáles nietos?! ¡Ni siquiera nos besamos! —protestó Lena.

—¿No les da vergüenza decir esas cosas de unos niños? —los defendió Saskia.

—¡No, porque desde que Amanda se fue, Lena se volvió más desobediente y nos tiene hartos nombrando a su hermana todo el tiempo! —contestó—. Así que ahora espero cualquier cosa de ella.

—Está en su derecho nombrarla —defendió Viktor a su sobrina.

—Bueno, no nos importa. Te venís con nosotros ahora —dijo Ilse quierendolá agarrar de nuevo, pero Lena volvió a soltarse.

—Me quiero quedar un rato más.

—¿Cuántas veces hay que decirte que...? —la retó Ilse queriendolá agarrar nuevamente, pero fue interrumpida por su hermano, quien se puso delante de la preadolescente—. ¡Deja de meterte entre mi hija y yo!

—Ustedes mejor no se metan en sus amistades. O se van o llamo a la policía —advirtió su hermano sacando el celular.

—¿Vas a denunciarnos por llevarnos a nuestra hija? —se burló Dieter.

—Acuerdensé de que tienen denuncias previas, a ver si con esto aprenden a no meterse en sus relaciones —les contestó y les mostró el celular con el número en pantalla. A pesar de eso, su hermana no se lo tomó en serio y quiso agarrar a Lena, pero Viktor puso su dedo en el botón de llamar—. Va en serio. Vuelven a tocar a mi sobrina o a mi hijastro, y llamo.

—No tiene sentido esto, vamonós —dijo Dieter a su mujer.

—No la lleven tarde a casa. —Y se fueron los dos.

—Gracias tío, gracias Saskia.

—No fue nada nada, los vamos a defender siempre de esos dos —dijo su tío sonriendo.

—Sven no lloró nada —notó Arthur sorprendido.

—Es un nene valiente —dijo Viktor alzando a su hijo del cochecito. Saskia le hizo jugar un poco, el nene se rió, y luego su mamá miró a los chicos.

—¿Todavía tienen fichas? —les preguntó.

—Sí, lástima que mi mamá me interrumpió el juego.

—Podemos volver —le dijo Arthur, y se fueron los dos a seguir jugando.

Su tío y su mamá supusieron que ya no pasaría nada malo, y les dijeron que volvían a las mesas que estaban cerca. Continuaron la tarde con tranquilidad. Los padres de Lena no tuvieron más opción que aceptar el noviazgo de su hija.

Aceptación 3Where stories live. Discover now