Capítulo 1

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Odio las matemáticas.

¿Por qué razón existen las matemáticas?

¿Qué pasaría si me tiro por esa ventana?

Son unas de las preguntas que me llegan cuando veo el hombre de cabeza calva explicándonos como resolver los ejercicios que están en el pizarrón.

Estoy haciendo todo menos escuchando lo que dice.

—¿Nicki me estás escuchando?
—Pregunta el chico a mi lado.

—Sí... claro que sí.

—A ver, ¿qué fue lo último que dije?

—Vale, no te estaba escuchando.

—Por eso no entiendes matemáticas.
—Me reprocha Alan.

—Explícame de nuevo.

—No, te lo explicaré después.

—¡Alaan! No seas así.

—Atención aquí. —Dice el profesor dando un golpe en el escritorio para que lo escuchemos.

Todos giramos la cabeza al frente para prestarle suma atención y me percato de la presencia de un chico de pie delante de nosotros.

Se nota nervioso. Tiene el pelo color negro y la piel media oscura.

—Él es Diego, y va a estar con ustedes desde el día de hoy. Preséntate Diego.

El misterioso Diego se presenta con un leve gesto sin decir nada.

—¿Puedes decirles algo a tus compañeros Diego? —Insiste el profesor.

Diego observa su alrededor nervioso, pero no dice nada.

—Vale, tome asiento.

El chico de dicho nombre Diego se sienta en el asiento vació detrás de mí.

—Señorita Collins, pase a delante.

Siento que me da un mini infarto en el corazón cuando el señor Robinson menciona mi apellido.

—¿Y ahora que hiciste pendeja? -Me regaña Alan.

Tenía razón, se parece a mi mamá.

—No hice nada. Me pongo de pie y me dirijo donde él.

—¿Algún problema señor? -Pregunto nerviosa.

—He visto que no esta mejorando nada sus notas señorita. En su último examen le fue demasiado mal.

—He estado estudiando más a menudo estos días.

Mentira, ni he tocado su cuaderno.

—Necesita a alguien que la ayude a subir sus notas señorita Collins.

—Sí, ya encontré a alguien.

Bueno, obviamente ese alguien es Alan, pero cada vez que vamos a estudiar me entretengo con algo y al final no hago nada.

—Espero y ese alguien la ayude a subir sus calificaciones.

—Sí señor.

Me doy la vuelta para caminar hacia mi asiento pero sus grandes pies hacen que tropiece. Y por poquito, por poquito, caigo casi de boca contra el suelo.

Se oye un grito de risa en el aula. Alguien no puede contener la risa ¿Quién fue? No importa, pero ahora estoy roja de la vergüenza. Ese fue el incidente más humillante de mi semana. Y lo peor, es que todo el mundo me vio.

Que pena.

Llego hasta mi asiento y Alan me mira queriendo saber los detalles. Chismoso.

Necesita mejorar sus calificaciones.
—Digo imitando la voz del hombre calvo.

—Vas a reprobar la materia Nicki.

—Te juro, te lo juro, que he visto videos de Daniel Carreon sobre estos temas, ¡pero todavía no entiendo nadaaa!

Alan iba a responder pero fue interrumpido por la voz del chico a mi espalda.

—Perdón por entrometerme... pero te puedo dar un consejo. —Dice alguien que supongo que es Diego. Me giro sintiéndome confundida.

—A ti nadie te preguntó. —Le responde Alan con el ceño fruncido.

Le doy una patada para que se calle y me mira como un perro regañado.

—¿Un consejo? —Pregunto, sin saber si eso es bueno o malo.

—Sí, ¿te interesa?

—Sí. —Le respondo.

—Puedes intentar hacer ejercicio de los temas que se te dificultan y ponerlos en práctica. También te recomiendo que cuando vallas a estudiar lo hagas en un lugar donde te puedas concentrar muy bien.

Lo miro perpleja.

—Muchas gracias por el dato. En serio, te lo agradezco mucho, lo pondré en práctica.

—De acuerdo. ¿Te llamas Nicki verdad? —Pregunta.

Observo de reojo a Alan que lo fulmina con la mirada.

—No, en realidad solo Alan me dice así. Me llamo Nick, un gusto. —Le tiendo mi mano.

Diego me la estrecha.

—Bonito nombre. ¿Te puedo llamar Nicki?

—No. —Responde Alan.

—En realidad... me gustaría que me llames solo Nick.

—Vale. Un gusto.

Me doy la vuelta cuando ya no hay más temas de conversación del que hablar.

—¿Y a ti que te pasa hombre? —Le susurro a Alan.

¿Te puedo llamar Nicki? —Dice con obviedad.

—Solo quería ser amable Alan.

Me mira no muy convencido pero al final asiente.

Después de unos ratos nos vamos a casa andando.

—Nos vemos mañana. -Se despide Alan entrando a su casa que queda frente a la mía.

—Adiós.

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HOLA DE NUEVO, ESPERO Y LE HAYA GUSTADO EL CAPITULO.

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Alan & NickWhere stories live. Discover now