"¿TIO? O ¿PADRE?"

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ɴᴜɴᴄᴀ ʜᴀʙÍᴀ ᴛᴇɴɪᴅᴏ ʟᴀꜱ ᴍᴀɴᴏꜱ ᴍÁꜱ ᴏᴄᴜᴘᴀᴅᴀꜱ, ɴɪ ᴇʟ ᴄᴏʀᴀᴢÓɴ ᴛᴀɴ ʟʟᴇɴᴏ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ

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ɴᴜɴᴄᴀ ʜᴀʙÍᴀ ᴛᴇɴɪᴅᴏ ʟᴀꜱ ᴍᴀɴᴏꜱ ᴍÁꜱ ᴏᴄᴜᴘᴀᴅᴀꜱ, ɴɪ ᴇʟ ᴄᴏʀᴀᴢÓɴ ᴛᴀɴ ʟʟᴇɴᴏ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ.
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La sala del consejo se encontraba a puertas cerradas, dentro de su interior el consejo privado del rey se reunía para discutir los temas de mayor importancia para el beneficio del reino. Viserys quien escuchaba con una mirada irritada el murmullo de aquellos hombres se limitó a beber de su copa.

Pronto las puertas fueron abiertas dejando ver a la princesa Rhaenyra cargando a su pequeño hijo, Aegon quien parecía feliz en los brazos de su madre aplaudió con fascinación al ver a su abuelo Corlys sentado al rededor de aquella mesa.

— Lamentó la tardanza, Aegon se rehusó a quedarse con las nodrizas. — se disculpo la joven mientras tomaba asiento con su hijo en brazos.

— Creo que el consejo del rey no es un lugar propio para el príncipe Aegon, princesa Rhaenyra. Temo que el niño no puede estar aquí. — habló Lord mano, con un tono despectivo y molesto.

— Mi hijo heredera el trono de hierro algún día Ser Otto. Él puede disponer de cualquier lugar en todo el reino sin problemas. — contestó la princesa en defensa de su pequeño.

— Aún así este no es lugar para un infante de su edad. — contrarresto nuevamente aquel hombre.

— Aegon tiene incluso más derecho de sentarse en este consejo que usted Lord mano, deje de disminuir la importancia de mi nieto como legítimo heredero. — se pronunció lord Corlys dándole una severa mirada al Higthower.

— El príncipe Aegon aún es un niño mi lord. Me temo que lo único de lo que podrá opinar en este consejo es sobre de qué sabor que tiene esa tarta. — se mofo el Higthower con superioridad.

— Aún así sigue estando por encima de usted. Irónico ¿cierto? Un niño que a penas cumplirá su primer onomástico tiene más poder que usted. Un segundo hijo, de una casa en donde no heredera absolutamente nada.— dijo Rhaenyra con una sonrisa en sus labios.

El Higthower se sintió humillado por las palabras de la princesa, el rey quien parecía querer contener la risa por la lengua tan perspicaz de su hija.

Aegon quien sabía perfectamente lo que el burdo de Otto quería, jugó con la tarta que había sobre la mesa, y sin necesidad de esbozar palabras, arrojo un pedazo a la cara del buitre de Otto Higthower.

Una risita traviesa se escuchó salir de los labios del dulce príncipe, Rhaenyra no pudo más y se carcajeó por la hazaña de su hijo adorado. Lo escondió en su pecho con amor, pues su pequeño hijo siempre defendería el honor y la palabra de su madre.

𝐄𝐋 𝐏𝐑Í𝐍𝐂𝐈𝐏𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈Ó 𝐒𝐄𝐑.Where stories live. Discover now