"EL AMOR SIN DEBER."

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QᴜÉᴅᴀᴛᴇ ᴇɴ ᴇʟ ꜱᴜᴇʟᴏ ʜᴀꜱᴛᴀ Qᴜᴇ ᴛᴇ ᴅᴜᴇʟᴀɴ ʟᴀꜱ ʀᴏᴅɪʟʟᴀꜱ ɴᴏ ᴍÁꜱ ʀᴇᴢᴏꜱ, ɴᴇɴᴀ, ʏᴏ ꜱᴇʀÉ ᴛᴜ ᴘʀᴇᴅɪᴄᴀᴅᴏʀ

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QᴜÉᴅᴀᴛᴇ ᴇɴ ᴇʟ ꜱᴜᴇʟᴏ ʜᴀꜱᴛᴀ Qᴜᴇ ᴛᴇ ᴅᴜᴇʟᴀɴ ʟᴀꜱ ʀᴏᴅɪʟʟᴀꜱ ɴᴏ ᴍÁꜱ ʀᴇᴢᴏꜱ, ɴᴇɴᴀ, ʏᴏ ꜱᴇʀÉ ᴛᴜ ᴘʀᴇᴅɪᴄᴀᴅᴏʀ.
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Rhaenyra corrió al encuentro de su pequeña princesa, la tomó en sus brazos y se aseguro de examinar cada parte del cuerpo de Visenya. Por su parte Cregan fue el segundo en llegar al lugar, la enorme bestia de color plateado se estaba dando una pequeña entrada con los restos de lobo húngaro, la cara del "joven lobo" palideció al ver a Silverwing ronronear ante el toque de su jinete de casi tres inviernos.

— Jamás vuelvas a causarme un susto como este, Visenya. No se que haría si tu o alguno de tus hermanos les pasara algo.  — la acuñó en su pecho y besó la coronilla de la niña.

— Lo siento mucho, madre. — ella se aferró a su progenitora. — Silverwing me protegió. — dijo la pequeña con una sonrisa.

Aegon fue el primero en ver el dragón de su madre descender en la entrada principal de Winterfell, estaba agobiado por su pequeña hermana, y los pensamientos malos se habían apoderado de él. Pronto sintió su corazón latir nuevamente, como si volviera a la vida. Vio como una dragona platinada descendió levantando una capa del gélido frio, en el lomo de esta, su amada hermana, Visenya, sobresalía con elegancia.

Leanor corrió hasta donde su pequeña niña, Visenya era sin duda alguna, "la niña consentida de papá" y todos los sabían. Ambos, padre e hija, se unieron en un cálido abrazo, en aquel momento todos pudieron ver cuán grande el amor de un progenitor para con su única hija. La llenó de besos, mimos y todo tipo de cursilería a la vista de los presentes, y aunque Leanor se sentía orgullosa de ella, aún así, el regaño tenía que venir.

— Nos has causado un susto enorme, Visenya. — habló Leanor con un semblante serio. — Dime, ¿en qué pensabas al actuar de forma tan impulsiva? ¿Acaso no ves la preocupación que le has causado a todos aquí? — su tono de voz era cada vez más fuerte. — No puedes correr al bosque solo por un capricho, eso no es digno de una princesa. — reprendió.

La pequeña solamente bajo su cabeza, y asintió.

— Lo siento, padre. — susurró la niña.

Leanor suspiro, la envolvió nuevamente en sus brazos y depósito un cálido beso en la frente de la niña.

— Te amo más que a mi propia vida, podría quemar los siete reinos con tal de verte feliz, mi pequeña estrella de mar. — dijo con suavidad. — Por favor no vuelvas a hacer nada como eso, si deseas algo, sin duda alguna, papá te lo conseguirá. — afirmó Leanor.

𝐄𝐋 𝐏𝐑Í𝐍𝐂𝐈𝐏𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈Ó 𝐒𝐄𝐑.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora