"LA VALENTIA DE UNA PRINCESA."

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ᴄᴏʀʀɪᴇɴᴅᴏ ᴛᴀɴ ʀÁᴘɪᴅᴏ, ᴠᴇɴᴄɪᴇɴᴅᴏ ᴀʟ ᴠɪᴇɴᴛᴏ

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ᴄᴏʀʀɪᴇɴᴅᴏ ᴛᴀɴ ʀÁᴘɪᴅᴏ, ᴠᴇɴᴄɪᴇɴᴅᴏ ᴀʟ ᴠɪᴇɴᴛᴏ. ɴᴀᴅᴀ ᴇɴ ᴇꜱᴛᴇ ᴍᴜɴᴅᴏ ᴘᴏᴅʀÍᴀ ɪᴍᴘᴇᴅɪʀ Qᴜᴇ ᴇxᴛᴇɴᴅɪᴇʀᴀ ꜱᴜꜱ ᴀʟᴀꜱ.
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Aegon agitó sus manitas mientras Sunfyre descendía por los cielos de Winterfell, el frío aire arropaba su cuerpo, tal y como siempre lo había imaginado. Y a pesar de las miles de pieles y ropas abrigadas que, Cregan, ordenó que le confeccionaran al príncipe, aún así, sentía el frío traspasar su ropaje y recorrer su cuerpo, pero lo amaba. Aegon amaba el norte, sus tierras, su gente, y sobre todo, el hecho que allí no había reglas absurdas. Alejado de la corte, sus protocolos asfixiantes, y de los murmullos de ciertos mal intencionados sobre él y sus hermanos.

El pequeño príncipe disfrutaba la paz, las miradas de admiración de los presentes al verlo sobrevolar Winterfell con sus dragones, había días en los que volaba en Sunfyre, pero otros disfrutaba de ir a lomos de Syrax o Bruma, mientras sus padres lo paseaban por las bellas tierras del Norte. Sin duda alguna se sentía afortunado de todo lo que poseía en esta nueva vida. La felicidad del pequeño Aegon fue más grande, a tan solo media luna de haber llegado a Winterfell, la reina comunicó que estaba "en cinta."

Lord Rickson Stark hizo un gran banquete y cinco días de festividades se llevaron a cabo en honor al nuevo miembro de la familia real. Aegon sobrevoló parte del Norte junto a su padre, buscando una "rosa de invierno" la cual decían que era muy extraña de encontrar, pues solo crecía en el invierno más adverso, pero se mantenía viva por casi tres lunas. A pesar de que llevaban casi cuatro días buscándola, no habían tenido suerte, así que el pequeño se preparó para partir al muro, en donde se suponía que habían avistado esta rosa tan fuera de lo común.

— Cuídate mucho cariño, y pórtate bien. — Rhaenyra besó la frente de su pequeño. — Hazle caso a tu papá, no te separes de Sunfyre en ningún momento, y asegúrate que, Drogo, y Hydros siempre estén cerca. — aconsejo la madre a su pequeño.

— Si, madre, te prometo comportarme bien. — el sonrió con picardía en sus ojos.

— ¡Egg! ¡Egg! — la voz de una pequeña sonó.

— ¡Visenya! ¿A dónde crees que vas, dragoncita? — habló Leanor mientras la tomaba en brazos.

— Abajo, padre. – exigió la pequeña. — Yo, ir, allí. — apuntó hasta donde Bruma se encontraba.

— No, mi amor. No puedes ir, aún eres muy pequeña para este tipo de cosas. — trató de explicar el mayor a su niña.

Visenya colocó su cara de "niña triste" con sus ojitos aguados, casi al borde del llanto, su mirada triste y un poco resentida. Se colgó del cuello de su padre, y estalló en lágrimas. Mientras Leanor trataba de consolarla, Rhaenyra se aproximó para tomarla, la niña se negaba a separarse de los brazos de su padre, pero aún así, tuvo que hacerlo por la fuerza.

𝐄𝐋 𝐏𝐑Í𝐍𝐂𝐈𝐏𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈Ó 𝐒𝐄𝐑.Where stories live. Discover now