Pocas personas notaban cuando el pulso de George se aceleraba ante la presencia de aquella joven de ojos aguamarina, como el corazón le latía con tanta fuerza que pensaba que en cualquier momento se le saldría del cuerpo, y como sin siquiera notarlo...
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Me parece algo increíble que una persona tenga la capacidad de hacerte sentir tantas cosas con apenas una mirada, es bastante aterrador como toda tu vida puede empezar a girar alrededor de esa persona.
Y hace algunos años atrás, mi vida había empezado a girar alrededor de ella.
Había intentado que esto no sucediera, pero todo mi plan se vino abajo cuando ella poso sus ojos en mí.
La primera vez que la vi fue en una de las prácticas en las que participe para el programa de jóvenes pilotos de Mercedes en Austria.
Me la encontré mientras entraba en el garaje de Mercedes, ella estaba hablando cómodamente con Lewis Hamilton justo delante de su auto. El piloto y ella parecían tener una relación cercana, porque hablaban y se reían de forma cómplice.
Podría haber estado horas mirándola.
Tenía el cabello rubio bastante largo y por esos años aun lo usaba detrás de las orejas, me acuerdo de su pequeña nariz respingona y de esos intensos ojos color aguamarina.
Por los rumores que merodeaban en el paddock sabía que era la primera vez luego de algunos años que la hija de Toto Wolff volvía a estar presente en una carrera.
Por lo que se sabía, ella había dejado de asistir por toda la atención que había empezado a recibir a tan temprana edad. La mala clase de atención. Para resumir, mucha gente tenía una opinión sobre Toto y la crianza de su primera hija, y eso tuvo efectos masivos en la pequeña niña.
Pero parece ser que algo de todo eso cambio, porque ella está aquí de vuelta y es mucho más hermosa que en las portadas de revistas.
―Por favor, no te pierdas. ―escuche que le dijo Toto. ―Y si lo haces, solo busca a alguien de Mercedes.
La adolescente se río de la preocupación del hombre y negó con la cabeza.
―Siempre puedo confiar en mi bonita niñera. ―se giró y le dio un guiño de ojos a Lewis.
―No cuando estoy dentro del coche, princesita. ―el piloto levanto la cabeza para mirarme. ―Pero siempre podemos encontrar un reemplazo.
Una pequeña Saya de tan solo dieciséis años siguió la mirada de Lewis y se encontró con la mía, le sonreí de forma amable pero ella solo respondió con una mueca malhumorada.
Y puede que ese simple gesto hiciera que mi corazón se salteara algunos latidos.
Días después, antes de la carrera de Silverstone, Toto Wolff organizo una reunión para todo el personal de Mercedes y eso me incluía a mí.
Antes de entrar en la residencia de los Wolff jamás me imagine que tantas personas participaran de estas fiestas o siquiera que tantas personas trabajaban en Mercedes, pero la casa parecía estar a punto de explotar. Muchísimas voces resonaban a través de la sala principal, enzarzadas en diferentes conversaciones.
