-falling in love.

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-Septiembre del 2017-


Apenas había podido descansar unos pocos minutos después del día de hoy, la adrenalina de las carreras solía mantenerme activo por un buen rato, pero hoy no había descansado por una razón diferente.

Solo faltaba media hora para mi cita con Saya, y aún estaba tratando de procesar el hecho de que me dijo que sí.

Estaba ansioso.

Se sentía casi irreal.

Ya estaba listo y miraba con impaciencia cómo se movían las agujas del reloj colgado en la pared del cuarto de forma lenta, haciendo que la espera sea insoportable.

Tenía todo detalladamente planeado, pero el miedo a que algo saliera mal me aterraba. Los nervios me estaban jugando una mala pasada.

Al final, la ansiedad me ganó y salí de mi habitación para ir en busca de la suya.

Le envié un mensaje preguntándole por el número de su habitación, y cuando contesto no pude evitar sonreírle al celular.

Estaba actuando como un adolescente...

Saya: 222.

Tan pronto como encontré la habitación, mi corazón dio un vuelco.

Dos golpes en la puerta bastaron para recibir un dulce "ya voy".

Mi ritmo cardiaco se aceleró en el momento en que la puerta se abrió y mis ojos se encontraron con sus hermosos y brillantes ojos aguamarina. Su rostro pareció iluminarse tan pronto como me vio, pero su sonrisa permaneció igual de amplia.

Se veía tan hermosa y radiante como siempre, y aún más.

El tonto pensamiento de que se había vestido y arreglado para impresionarme a mí se instaló en mi cabeza y eso solo me provoco una sonrisa más grande.

Llevaba un vestido veraniego blanco con un poco de vuelo, el cabello suelto y un suave labial rojo que acompañaba el brillo de sus ojos.

Ella era perfecta.

―¿Estas lista? ―pregunte, saliendo de mi tonto embobamiento momentáneo.

Asintió con la cabeza.

―Lista.

Se giró para cerrar la puerta detrás de ella, y luego nos dirigimos al estacionamiento del hotel.

Saya hizo una especie de puchero con la boca al verme parado a un lado del auto con las llaves en la mano.

―¿Vas a conducir tú? ―preguntó con tono infantil.

―Oh sí, no quiero perder mi reputación de caballero. ―me reí y le abrí la puerta de copiloto. ―Tal vez puedas conducir la próxima vez.

―¿Asumiendo que habrá una próxima? ―cuestiono, con ambas cejas levantadas.

Lover of mine | George RussellWhere stories live. Discover now