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-2018-

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-2018-

El ambiente de mi pequeño apartamento se llenó con el suave brillo de las luces tenues, y el sonido de la película de Disney que estábamos viendo juntos. Era una de esas noches perfectas, donde todo parecía estar en su lugar, y la compañía de Saya hacía que todo brillara aún más.

Nos acomodamos en el sofá, nuestras piernas entrelazadas cómodamente mientras compartimos una botella de vino rosado, algo que se había vuelto una costumbre entre nosotros.

Cada sorbo era una excusa para rozar nuestras manos, para sentir el calor de la piel del otro.

Saya se recostó contra mi pecho, su cabello rubio cayendo en suaves ondas sobre su hombro mientras se perdía en la película. Había elegido Hércules, y su risa ocasional resonaba en la habitación, lo que era música para mis oídos.

Mis pensamientos se perdieron en ella, en la forma en que su sonrisa iluminaba todo el lugar, en cómo su risa llenaba mi corazón de alegría. Nunca me había sentido tan completo como cuando estaba a su lado, como si todo en el mundo estuviera en su lugar cuando ella estaba cerca.

Cada detalle de su presencia me enamoraba más y más. Desde la forma en que fruncía el ceño cuando estaba concentrada en la película, hasta el suave suspiro que escapaba de sus labios cuando se relajaba contra mí.

No podía evitar pensar en lo afortunado que era de tenerla a mi lado, de compartir estos momentos preciosos juntos. Era como si el universo hubiera conspirado para unirnos, para darnos la oportunidad de encontrar el amor verdadero en medio de la rutina del día a día.

Y mientras la película llegaba a su emotivo clímax, sentí un cálido hormigueo recorrer mi cuerpo. No era solo la emoción de la historia en la pantalla lo que me hacía sentir así, sino el conocimiento de que estaba viviendo mi propia historia de amor con la mujer más increíble que había conocido.

Saya levantó la cabeza para mirarme, sus ojos brillando con complicidad mientras nuestros labios se encontraban en un suave beso.

Nos separamos lentamente, nuestros ojos aún conectados.

Una sonrisa se curvó en sus labios, iluminando su rostro con una belleza radiante que me dejó sin aliento. Se rió suavemente y luego me miró con curiosidad.

—¿Qué pasa, George? —preguntó con una sonrisa, acariciando mi mejilla con ternura.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras buscaba las palabras adecuadas para expresar lo que sentía.

Y no lo pensé, solo lo dije.

—Te amo. —respondí sinceramente, dejando que mis emociones fluyeran libremente.

Las palabras quedaron sostenidas en el aire.

Ella se quedó sorprendida por un momento, sus ojos centelleando con asombro.

Lover of mine | George RussellWhere stories live. Discover now