XIII

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Estaba tan emocionado porque llegará el día que ni siquiera pude dormir bien. Creo que exageré con la puntualidad, pero no puedo quedarme quieto en mi habitación, siento que si no hago algo para matar el tiempo voy a explotar.

Eran las ocho y media cuando bajé a la cocina para hacer un batido, no voy a dejar que Zuzu salga de aquí con el estómago vacío. Estaba tan concentrado en ello, que no me dí cuenta del momento en que los imbéciles me rodearon, observándome desde el otro lado de la mesa de la cocina.

—Creí que su cita sería a las diez —dijo Kaminari.

—¿Qué rayos haces despierto tan temprano? —preguntó Kirishima.

—Olvídate de eso, ¿por qué estás aquí cocinando si puedes estar enredado en la cama con tu novio? ¡Tienes la oportunidad frente a ti y la desaprovechas! —gritó Sero.

—¡Ya cierren la maldita boca! —les grité—. ¡Lo que haga o no, no es su puto asunto!

Todos me miraron de una forma extraña, como si no creyeran mis palabras.

—¿Estás nervioso? —preguntó Kirishima.

—No.

—Claro, no estás nervioso y la licuadora que intentas encender si está conectada —dijo Sero.

Miré de reojo la licuadora, maldita sea, creí que la había conectado antes de hacer un desastre en la cocina. No pude evitar suspirar mientras conectaba la estúpida cosa y la encendía.

—Amigo, si te sirve de algo, por alguna razón que no alcanzo a entender Midoriya te quiere, así que todo saldrá bien —dijo Sero.

—¡No lo entiendes! ¡Tengo que darle a Zuzu la mejor cita de su vida, será la primera que tenga, así que tiene que ser la mejor!

—¿La primera cita de Midoriya, y va a ser contigo?

Kaminari tiene suerte de que recuerdo mi promesa de ayer, sino ya estaría corriendo tras él para asesinarlo.

—Por más cursi que suene y aunque odie admitirlo, Deku te quiere, así que mientras esté contigo será la mejor cita para él —la voz de la cara redonda interrumpió a mis amigos idiotas, al menos un consejo de ella me es más útil—. Pero si lo arruinas, lo pagarás muy caro —dijo amenazándome con un tenedor.

—Eres su novio y has estado con él toda su vida, lo conoces mejor que nadie, todo saldrá bien kacchancito —se unió Mina.

Es ahora que me doy cuenta y no puedo evitar preguntar.

—¿Qué demonios hacen todos ustedes despiertos tan temprano?

—Nosotras vinimos a asegurarnos que Midoriya siga nuestros consejos —dijo Momo mientras ponía la tetera.

—Nosotros vinimos a darte consejos, bro —dijo Kaminari con una sonrisa estúpida en el rostro.

—No necesito los consejos de tres patéticos solterones.

—¡Oye, eso fue muy grosero! —gritó Kaminari arrojándome un trozo de pan.

—¡No tienes porque ser tan cruel! —gritó Kirishima saliendo de la cocina.

Yo seguí en lo mío, serví dos vasos, uno para mí y uno para Zuzu, los dejé en la mesa mientras sacaba de mi escondite la caja de galletas que compré para Izuku. Cuando escuché que alguien le dió los buenos días a mi novio me levanté, por accidente me dí un golpe con la encimera.

—¡Midoriya, no deberías salir con Bakugo, es un grosero! —gritó Kirishima.

De inmediato salí corriendo de la cocina, estos imbéciles no se van a salvar de mí esta vez.

—Tú te lo buscaste bastardo…

Matar a Kirishima dejó de importar cuando tuve a Zuzu delante de mí. No sé qué sucedió, ni cómo en una noche mi novio se puso más hermoso de lo que ya era.

Él me sonrió de esa forma que me vuelve un idiota y yo me perdí en él, observando su cabello adornado con un broche, su suéter de crochet que le queda grande y esos ajustados pantalones negros, sin perder detalle de sus tenis favoritos.

—Bakugo, deja de babear la alfombra…

—¡No!, ¡mi teléfono se quedó sin espacio en la galería!

—Creo que se desmayó de pie… ¿Voy a buscar a un profesor?

—Yo creo que se le cruzaron los cables…, Bakugo se descompuso.

—¿Cómo me veo, Kacchan? —de toda la mierda que escuché antes, esas fueron las únicas palabras que me importaron.

—Mierda, estás increíble —suspiré resistiendo las ganas de correr y besarlo.

—Tú también estás muy guapo —dijo Zuzu. Se acercó a mí para darme eso que yo deseaba, se puso de puntitas para besarme, y yo lo cargué para sentirlo más cerca.

—¡Deku!, ¿de qué hablamos ayer? —gritó esa cara redonda.

—Ya oí, Ochako —dijo Zuzu separándose—. Vamos, Kacchan, hora de irnos.

Él tomó mi mano y me guió por la sala común.

—¡No regresen tan tarde!, ¡diviértanse mucho y usen protección! —gritó Jiro.

Ni siquiera me molesté en poner atención a las burlas del resto de idiotas, me apresuré a sacar a Zuzu de los dormitorios, nos esperaba un largo día juntos.

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La clase A y el misterio del Wonder duo [KatsuDeku]Where stories live. Discover now