El corazón de Freya estaba hecho mil pedazos, al llegar de su escapada con Shoto y escuchar como uno de los guardias le daba la noticia la destrozó por completo, incapaz de asimilarlo hasta que sus propios ojos contemplaron el cuerpo sin vida de su padre en aquel pasillo que ahora estaba iluminado por las velas que colgaban de las paredes. Las lágrimas escaparon de sus ojos y de su boca solo salían sollozos en los que se apreciaba todo el dolor que sentía, se puso de rodillas a su lado, acariciando el rostro de su padre por última vez, sintiéndolo frío bajo sus palmas y rasposo en la zona donde se encontraba su barba, su atención bajaba poco a poco a las zonas donde claramente lo habían acuchillado.
Estaba tan inmersa en su tristeza que ni siquiera oía la voz de Shoto a sus espaldas ni tampoco sentía sus manos puestas sobre sus hombros, tampoco escuchó el grito que dieron Rei y su madrastra al encontrarse con tal escena.
— Princesa. —Uno de los guardias se arrodilló al otro lado del cuerpo del rey con la comprensión marcada en su rostro.— Hemos encontrado este cuchillo al lado de él. —Le extendió el arma plateada aún manchada de sangre.
Con su mano temblorosa Freya lo agarró y lo observó detenidamente junto con Shoto. Aunque vieron algo que a los dos les hizo ponerse tensos, en el mango del mismo venía dibujado el emblema del reino Pyrus, del cual provenía la familia Todoroki, unas llamas se veían con claridad.
— No... —Shoto negó con la cabeza más que confuso. Giró a ver a su madre en buca de respuestas pero estaba tan descompuesta como él.— ¿Qué...?
— ¿Qué ocurre? —Preguntó Nemuri con la voz quebrada, acercándose lentamente a Freya.— ¿Querida?
— Freya, no lo entiendo. —Dijo Shoto completamente extrañado.
La muchacha finalmente se puso en pie sin apartar sus ojos del arma, Nemuri que estaba a su lado se hizo la sorprendida al ver el emblema.
— No puede ser... —Se llevó ambas manos a la boca.
— Princesa... ¿Quiere que tomemos medidas? —Preguntó el joven guardia.
Finalmenta la rabia estaba empezando a apoderarse de ella, pero aún no lo entendía, su parte racional seguía ahí, lo malo es que eran tantas cosas que procesar que era incapaz de pensar con claridad. Cruzó miradas con Shoto y con su madre, el chico negaba con la cabeza.
— Sabes que no lo haríamos. — Insistió Shoto.
Vio la bondad de aquellos ojos heterocromáticos, sentía su honestidad, no veía a Shoto capaz de algo así, pero sí a su padre, y el hecho de que hubiera sido todo idea de Endeavor y tanto su mujer como su hijo le hubiera seguido el plan no era una idea deacabellada para la joven, que tenía la cabeza hecha un auténtico desastre.
