No podía quitarle los ojos de encima, no recordaba haber visto a una muchacha tan hermosa como lo era ella, y no solo adoraba eso, su compañía en sí era algo que había comenzado a añorar, siendo tan dulce, inteligente y bondadosa.
Freya se había convertido en alguien importante para él y ahora no tenía miedo de admitir para sus adentros que la amaba, era capaz de tranquilizarle como de ponerle nervioso, tal y como estaba sucediendo en ese momento en el que ambos se encontraban en el centro de aquella enorme sala de tonos dorados, iluminada con la luz de las velas dándo lugar a un ambiente romántico, idea de los sirvientes de Bakugou quienes además introdujeron música para que ambos bailasen.
Ahí Bakugou comenzó a flojear, bailar no era su fuerte y no quería quedar en ridículo frente a ella.
Freya sin embargo lo que hizo fue dedicarle una sonrisa tranquilizadora, agarró la mano de Bakugou y la colocó alrededor de su cintura provocando que tragase saliva con fuerza, ella apoyó una de sus manos en su brazo y con la otra agarró su mano libre.
La mano de Freya era tan diminuta en contraste con la de Bakugou, este sentía que tenía algo frágil y bello entre sus manos, y a medida que pasaba el tiempo tenía más ganas de besarla, ambos danzaban lo mejor que podían sin romper el contacto visual. Si por Bakugou fuera se podría pasar días enteros admirando aquellos ojos verdes que él mismo comparaba con esmeraldas.
Sintió que se le iba a salir el corazón del pecho cuando ella apoyó su cabeza en su pecho acortando distancias, Bakugou no pudo evitar soltar un suspiro ante aquello y lanzarle una rápida mirada y sonrisa de triunfo a sus sirvientes quienes daban saltitos y aplaudían entusiasmados.
Las distancias de ambos cuerpos se habían roto por completo, sentían la calidez del otro, Freya podía llegar a oír los fuertes latidos del corazón de Bakugou, una rítmica melodía que acariciaba sus oídos.
Sus cuerpos se movían sincronizados con la música que iba apagándose poco a poco sacando a Freya de sus pensamientos, abrió sus ojos y le dedicó una suave caricia en el pelaje a Bakugou quien sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, a medida que la música disminuía ambos estaban cada vez más cerca del balcón, en cuanto llegaron se separaron sin poder dejar de mirarse, la magia de aquel momento seguía rodeándoles.
-No bailas mal.- Dijo Freya rompiendo el silencio que se había hecho entre ambos.- Al principio se te veía con miedo.- Se acercó una banqueta y se sentó jugando con los rizos que inevitablemente se escapaban de su moño.
Bakugou soltó una risotada baja mientras tomaba asiento a su lado, el cielo estaba bañado de estrellas que Freya miraba como si no las hubiera visto nunca antes.
