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Katsuki no concebía cómo en menos de unas horas Freya se había ganado la confianza de aquellos enanos, bueno, aunque no de todos, Shinso seguía en su línea, a Katsuki le estaba empezando a parecer el más normal de la casa, él tampoco daría su plena confianza a dos desconocidos que se habían colado en su casa y habían dormido en ella como si nada.
Aunque suponía que el hecho de ser la princesa la que estaba allí sumaba puntos, si hubiera sido solo él no habrían mostrado tanta piedad, estaba seguro.
Freya escuchaba con atención una serie de anécdotas que le narraban los enanos con total diversión.
Mientras tanto, él se había pasado parte del día limpiando cada maldito rincón de aquella mugrienta casa, estaba claro que el trabajo sucio le iba a tocar a Katsuki de lleno, teniendo en cuenta que Freya estaba accidentada.
En cuanto quitó la última telaraña se acercó al grupo y tomó asiento en una silla al lado de Freya.
—¿Qué? ¿Os lo pasáis bien holgazaneando?
Freya se señaló el tobillo.
—Estoy un poco indispuesta, entiéndeme...
—Y aunque no lo estuvieses tampoco ibas a mover el culo. Como si no te conociera ya...
—Oye, esas no son formas de hablarle a una princesa. —le acusó Denki señalándole directamente—. Podrían cortarte la cabeza por ello.
—Tú a callar, que ya has hablado mucho por hoy. —le espetó Katsuki.
—Oye, es verdad. —Kirishima tomó el turno de palabra—. ¿Cómo es que habéis huido los dos juntos? ¿Sois amigos?
—Sí, bueno... Ahora no sé muy bien que somos —respondió Freya con total sinceridad, dejando a Katsuki con sus ojos abiertos como platos.
— ¿Sois amantes? LO SABÍA —soltó Iida.
— ¡NO! —respondieron ambos al unísono dejando a los enanos perplejos, incluido Shinso, que aunque estaba algo más alejado se enteraba de la conversación.
—Lo que quiero decir es que hemos estado distanciados un tiempo, hacía mucho que no hablábamos, así que no sé si puede decirse si somos amigos o conocidos, punto, ya está, nada de amantes —se explicó Freya—. Además yo ya estoy prometida.
Esas últimas palabras recayeron sobre Katsuki como cuchillas, pero lo ocultó bajo su máscara de desinterés, cruzándose de brazos y dejándose resbalar un poco en su asiento.
—¿S-sí? ¿Con un príncipe? —preguntó Deku.
—Sí, claro.
—Sois más chismosos que las criadas de palacio —dijo Katsuki com burla.
