All the young dudes (sirius perspective) Año1-4

Cuarto año: Navidad

Lunes 23 de diciembre de 1974

Aunque dejaron pintorescas montañas de nieve brillante en Hogwarts, los merodeadores fueron recibidos en Londres por una llovizna gris sureña. El clima permaneció sombrío y húmedo durante la mayor parte de las vacaciones de Navidad, lo que significaba que andar en trineo no era una opción, ni tampoco las batallas de bolas de nieve.

Esto hizo que los primeros días antes de Navidad fueran aburridos, lo que intentaron compensar con viajes al pueblo bajo el enorme paraguas negro del Sr. Potter. Los tres chicos pasaban las tardes en el cine muggle de allí, una novedad tanto para Sirius como para James.

Fue Remus, por supuesto, quien los convenció de ir, parloteando sobre una película llamada Death Wish de la que aparentemente sus amigos muggles (todavía desconcertaba a Sirius escucharlo hablar de amigos fuera de Hogwarts) le habían contado durante el verano. . Es cierto que fue bastante bueno; aunque Sirius tenía sus dudas, se encontró cautivado por las imágenes en movimiento sobre las que había leído en Estudios muggles, que eran bastante violentas y muy entretenidas. Fue especialmente interesante tratar de descubrir cómo, exactamente, las imágenes se movían sin magia; su libro de texto había sido un poco dudoso sobre esa parte. Los chicos terminaron yendo a ver la película dos veces, para que James y Sirius pudieran intentar averiguar cómo funcionaba el proyector.

La tercera vez, sin embargo, ninguno de los dos estaba muy ansioso por volver a ver la misma película, aunque Remus parecía tan emocionado como lo había estado en las dos anteriores. Aún así, no había mucho más que hacer, así que James y Sirius acordaron regresar. Estaban discutiendo el misterioso funcionamiento del proyector cuando se acercaron a la cola, solo para encontrarse directamente detrás de un grupo de chicas muggle.

La sorpresiva victoria de Peter cuando se trataba de la apuesta de besarse no se había olvidado, y Sirius estaba decidido a besar a alguien antes de fin de año, aunque solo fuera para salvar su reputación. El único problema era que ahora técnicamente no había apuestas detrás de eso, ya que él ya le había pagado sus galeones a Pete, lo que significaba que si se besuqueaba con una chica en Hogwarts, la gente podría pensar que lo estaba haciendo porque le gustaba, y que arruinaría su imagen como el distante rompecorazones de la torre de Gryffindor.

Estas chicas muggle, sin embargo... bueno, no estaban mal, vestidas con minifaldas a pesar de que era diciembre. Seguían mirando hacia atrás y riéndose, batiendo las pestañas como lo hacían las chicas cuando intentaban coquetear contigo. Sirius se apoyó contra la pared, tratando de parecer tranquilo y sereno, mirando a la chica pecosa con rizos rubios como la miel. Tenía las piernas muy largas y una sonrisa muy bonita.

Las chicas terminaron de comprar sus boletos y entraron a la segunda pantalla. Remus se acercó a la cabina, contando el dinero muggle que el Sr. Potter les había dado.

"Moony", dijo Sirius rápidamente, sabiendo lo suficientemente bien como para aprovechar una oportunidad cuando se presentó, "¿Qué tal si vemos algo diferente hoy?"

"Sí", estuvo de acuerdo James, tratando de alisarse el cabello.

Remus miró con escepticismo el cartel sobre la puerta: El gran Gatsby. Arrugó la nariz,

"Ugh, es un romance , sin embargo, ¿para qué quieres ver eso?" Los otros dos ignoraron sus protestas y lo condujeron a la segunda pantalla.

Remus se acomodó en la primera fila con un suspiro de resignación, y James y Sirius se sentaron a su lado. Cuando Sirius se giró para mirar detrás de ellos, el teatro estaba casi vacío. La chica pecosa captó su mirada, moviendo sus dedos en un tímido saludo mientras sus amigos se reían a su lado.

Cuando las luces se apagaron, Sirius sintió que su corazón se aceleraba, eso era todo. Su oportunidad de besuquearse oficialmente con una chica, sin ataduras. Si todo salía mal, podría consolarse sabiendo que nunca volvería a verla, y nadie en la escuela tendría que descubrir que no tenía idea de lo que estaba haciendo cuando se trataba de besar.