II

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[...]

Corría por el largo pasillo, todos sus sentidos alterados por el miedo y la tensión de haber podido ser atrapado por ese hombre de la federación. ¿Dónde estaba Cellbit? Necesitaba encontrarlo y decirle todo aquello que había descubierto: aquel en que habían confiado y ahora los quería traicionar. Pero también, quería ser sincero antes de que lo volvieran a encerrar en un cuarto y golpearlo para saber respuestas, debía decírselo y dejar que el corazón hablará por él.

¡No vas a poder huir de mi, Roier! –Escuchó a sus espaldas, las pisadas de su supuesto amigo retumbaban por las paredes. Se sentía sofocado, como si las paredes se cerrarán encima de él con la sombra de su persecutor ceñida sobre el techo y las paredes, queriendo cubrir todo rastro de escapatoria.

El corazón le golpeaba fuertemente en el pecho, la respiración comenzaba a doler por la falta de oxígeno en sus pulmones por el tiempo que llevaba corriendo. Pero no iba a rendirse, no ahora... No cuando estaba tan seguro de poder decirle a Cellbit que lo amaba.

[...]


Se frotó los ojos mientras suspiraba. Llevaba un buen de tiempo frente al ordenador ese día, primero había terminado un par de trabajos para la universidad y luego por fin había terminado el nuevo capítulo de su fanfic sobre "Enigma", uno de sus libros favoritos actualmente y que realmente quería enmendar por su propia estabilidad emocional.

–¡Pato! –Escuchó tras la puerta, un par de golpecitos y quejidos.– ¿Vas a cenar?, estoy recalentando la comida del almuerzo.

–Ya voy, termino de subir este capítulo y salgo. –Respondió recibiendo un simple "está bien" de la persona fuera de la habitación.

Terminó de redactar la nota al pie del capítulo nuevo con una sonrisa, las lecturas, comentarios y renombre de su nuevo fanfic habían sido mayores a otros que hubiera escrito. Sin duda, muchos también habían notado muy bien que Roier y Cellbit merecían más en su estrecha relación en el libro. Volteo a ver en su mesita de noche este mismo, estaba lleno de post it y dentro tenía varias anotaciones, donde había reflejado todo el cariño al escrito hasta el final.

Apenas terminó de revisar por última vez la gramática del nuevo capítulo, dio clic al botón de "publicar" y sus hombros por fin se relajaron, recostándose en su asiento para soltar un largo suspiro. Cuando salió de la habitación, el aroma de la comida provocó un quejido de su estómago, sin duda otra vez su cuerpo se quejaba del tiempo que lo dejaba sin comer por sumirse en su trabajo.

–Te ves terrible, Quackity. –Comentó su compañero de piso cuando tomó asiento en el comedor pequeño que compartían.– Ya te sirvo, mientras tanto cuéntame que tal ha ido todo.

–¿Todo?, solo tengo para contarte de mi fanfic, Rubius. –Contestó con una risa cansada.

–Oh, si. De ese libro que te tuvo gritando y que trataste de resumir hace unos días, ¿no? –Respondió el castaño dejando un plato lleno de comida frente a él para luego sentarse con su propio plato frente a él.– ¿Va bien?

–Bastante, nunca había tenido tantos lectores como ahora. –Confesó tomando un bocado de la comida, soltando un sonido de satisfacción al comer después de varias horas.

–Eso es genial, pato. –Comentó alegre el mayor, ambos rieron y comenzaron a comentar pequeñas anécdotas de ese día en sus correspondientes estudios y trabajo.

Se conocían desde que Quackity tenía apenas 7 años, después de que su familia se había mudado a la nueva ciudad. Rubius vivía en la casa de al lado y apenas lo vio jugando en el jardín, decidió que serían amigos. Habían crecido juntos, casi como hermanos y cuando el tiempo de ir a la universidad llegó, Rubius ya tenía el plan de que vivieran juntos y así fue.

El escritor y el fanfiker [LUCKITY]Where stories live. Discover now