El Falso Profeta Capítulo IV

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Acónito estaba reunido con varios acusadores, el Lord Obligador no podía creer lo que escuchaba

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Acónito estaba reunido con varios acusadores, el Lord Obligador no podía creer lo que escuchaba.

Pharris, la acusadora, parecía la más afectada.

—Deme la orden, e iré con todos mis hermanos para traer su cabeza —dijo ella.

—Las personas ya saben que un acusador perdió —dijo Acónito fastidiado—. Y por encima de todo, Asdras escapó, ahora podría esconderse en cualquier maldito pueblucho.

—O muerto por las heridas —dijo Pharris, la joven se esforzaba en no perder la compostura. En otra situación, Acónito amaría burlarse de ella, pero estaba demasiado furioso para ello.

—¡Eso es peor! —le dijo Acónito—. ¿Qué pasa si muere en algún camino? ¿Qué sucederá con la cabeza de Crisanta?

—Mis hermanos irán tras su rastro —dijo Pharris.

—Me parece bien —dijo Acónito—. Pero pediré ayuda a alguien más.

La acusadora hizo una reverencia y salió por la puerta.

Acónito esperó a terminar su taza de té antes de la siguiente reunión.

Nadie sabía de la existencia de los falsos profetas, personas que se sometieron al proceso de santificación y fueron rechazados por la divinidad, poseían gran fuerza y una resistencia extrema. Pero, no tenían atributos de santos, no podían obrar milagros. Además, no poseían halos y sus aureolas eran imperfectas.

Ese era el caso Boulus.

El falso profeta, se estaba preparando un té cuando entró a su despacho. El hombre tenía prohibido salir de los templos, y muy pocos sabían de su existencia. Las veces que Acónito le dio trabajos fue eficiente, pero, era un peligro que alguien se entere de lo que era.

—Lord Obligador —le saludó cuando entró—. ¿Quiere té?, sé que compartimos una afición por esta infusión tan maravillosa.

—Será en otro momento Boulus —le rechazó con un gesto de la mano—. Quiero encargarte un trabajo.

—Es por la santa, ¿verdad? —dijo el hombre dando un sorbo.

Acónito sabía que la noticia y los rumores se habrían esparcidos ya. Aun así, le molestaba que el falso profeta lo supiera.

—Quiero que mates al hombre que lo hizo —dijo Acónito y le paso una hoja de papel.

En ella estaba una descripción de Asdras, así como un dibujo suyo.

—Ten cuidado, ha vencido a Ophicus y lo ha matado —le advirtió.

Boulus soltó una risilla.

—Perdón, es que me da gracia que lo hayan subestimado.

—¿Te parece gracioso? —le gritó Acónito, apartando de él la tacita de té de Boulus—. El destino de nuestra Institución está en peligro, ¿y tú te ríes de como subestimamos al imbécil ese?

Devuelve mi CabezaWhere stories live. Discover now