Dilemas de una cabeza Capítulo XVIII

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Asdras, Boulus y Salina, atravesaban unas laderas montañosas, trataban de evitar los caminos concurridos, en especial el de las vías de las penas. Aunque cada vez se topaban con más viajeros, todos miraban extrañados a Asdras, con su armadura destruida, lo señalaban y cuchicheaban.

Las personas se movían en grandes masas, viniendo de todos los extremos de Conquista. Todos para estar presentes para la coronación de la nueva Santa. Y esa era Crisanta, pero aquello le fue robado.

Crisanta no permitía que sus captores escuchen sus sollozos manchados en rabia, maldecía a cada uno de ellos, en especial a Asdras. Llegaron demasiado lejos, nunca imaginó que lo hicieran. Ella tenía la fe de que sufrieran algún percance, que aparecieran ladrones y los matase, o un destacamento de caballeros encarcelen a Asdras y los otros, o que los acusadores de negro hiciesen algo. En serio parecía tener mucha suerte y se odiaba por reconocer aquello.

Crisanta nunca ideó un plan de escape, porque siempre esperó que en algún momento sus captores terminen siendo asesinados, sin embargo, ellos mataban a sus contrincantes. El arribo a Loria era inminente. Las personas debían correr a salvarla, ella era la nueva santa. Aunque, en Gerteum, ninguno de los mirones que presenciaron la batalla de Asdras hizo el intento por rescatarla. ¿En la Capital sería diferente? Tenía que serlo, todo giraba en torno a su figura, sin ella no habría ninguna celebración.

A menos que la hubiesen reemplazado, imposible, ella había sido la única elegida en diez años. "La Iglesia era inepta", como lo dijo Boulus.

Debía hacer algo para cambiar su situación, pero siendo una cabeza solo se podía limitar a gritar y hablar. Sus opciones estaban cortadas como su cuerpo.

El futuro de la Sagrada Institución estaba encerrada y secuestrada. Asdras, no sabía todo lo que había hecho, en un simple arrebato los puso en jaque. Cuanto más pensaran los otros, que era imposible derrocar a toda la estructura, mejor.

Sin embargo, ellos no sabían la debilidad de la Orden, las diferencias de opiniones, y como los altos mandos deseaban el puesto del Lord Obligador, y la ascensión de Crisanta traería estabilidad, algo que querían, y que los creyentes venían pidiendo desde hace mucho tiempo.

"Si Asdras, o el otro, Boulus, se detuvieran a cavilar en esto más a detalle, conseguirían sin duda hacer colapsar al sistema. Bendigo a los santos del pasado por su estupidez" pensó Crisanta.

De a poco, Crisanta empezó a vislumbrar una salida a su encierro, una forma de devolver su cabeza. No pudo evitar reírse.

—¿De qué te ríes? —preguntó Asdras molesto.

—De lo imbécil que eres —respondió Crisanta.

. . .

En Loria, el mundo se preparaba para la mayor fiesta, todas las personas colocaban adornos con la imagen de Crisanta, aunque ninguno la había visto realmente. Solo sabían que ella sería la nueva santa, aunque un ánimo empezaba a sumir la ciudad, hartazgo. La celebración se había ya pospuesto tanto, y nadie había vio a la sagrada elegida, que todos se preguntaban si ella era real, o solo un invento. Otros se sumaban a protestas, pero aquellos que repetían esas palabras eran asesinados en el acto.

Pharris limpiaba sus cuchillos, habían sido manchados con la sangre del último que dijo aquel mensaje.

Dejó que su rabia se apodere de ella y lo apuñaló con todas sus armas.

—El último —dijo ella colocando la octava daga al lado de las otras.

Lilpo le miró con un gesto adusto, pero no dijo nada. Su compañero se encargó de unos jovencitos, no protestó porque recibió la orden del mismísimo jefe, Zebrino.

Devuelve mi CabezaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin