El único plan Capítulo XXI

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Los gritos de Crisanta despertaron a Asdras, se puso en pie de un salto con la espada en mano

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Los gritos de Crisanta despertaron a Asdras, se puso en pie de un salto con la espada en mano. Era de mañana, la luz se colaba a través de los tablones, sus compañeros dormían.

Hincó su arma en el suelo y se sentó, era extraño, llevaba un día sin comer y no tenía hambre, ni sed. "Qué raro" pensó para él, estaba tan tensionado, que podía atribuirle a eso su falta de apetito.

Dejó que sus compañeros durmieran más, en ningún momento Crisanta se calló, probablemente no se detuvo en toda la noche.

El primero en levantarse fue Boulus, lo primero que hizo fue mirar por la ventana, luego se dirigió a Asdras:

—Sobrevivimos —fue todo lo que dijo.

Asdras asintió con la cabeza.

Salina rodó en el suelo y se envaró al instante, parecía asustada, luego de ver a los otros se tranquilizó. Boulus le pasó una hogaza de pan y agua de un saco.

—¿No comerás nada? —le preguntó Boulus.

—Por ahora no —respondió él—. ¿Qué haremos?

—Tenemos que saber la situación de la ciudad —dijo Boulus bebiendo agua.

—Necesitamos salir —dijo Salina con un respingo.

—Es peligroso —dijo Asdras con una mueca—. Pero no tenemos opción.

—Mejor si tú te quedas —dijo Boulus a Asdras—. Eres el más buscado de nosotros, Salina y yo indagaremos todo lo que podamos, y conseguiremos recursos.

Asdras objetaría, pero guardó silencio. Crisanta los delataría con cada paso que daban.

—Está bien, me quedaré —dijo Asdras bajando la cabeza.

—Si nos encontramos con... problemas, corremos —decía Boulus mientras alistaba su arma.

Salina asintió, ella sacó su daga, su hoja estaba manchada de rojo.

—Esta es tu última lección —dijo Asdras levantándose—. Debes estar preparada para tomar vidas.

Asdras agarró el cuchillo y limpió la hoja con sus dedos, y la devolvió. Salina miró su reflejo primero, luego a Asdras. Era obvio que la chiquilla estaba afectada, pero decidió seguir la senda que caminaban, y aunque el falso profeta se había esforzado en no matar, se notaba en su mirada que lo hizo. Era la carga que decidieron llevar.

—¿Es la única forma? —preguntó Salina.

—Esa gente tiene que pagar —le respondió Asdras.

La chica guardó la daga y asintió.

Luego de unas indicaciones, Boulus y Salina salieron de la casona. Asdras se quedó solo velando por la cabeza, que no paraba de chillar.

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Devuelve mi CabezaWhere stories live. Discover now