Autoridad Capítulo XI

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Salina miraba a Asdras y Boulus con decisión, no había titubeos en sus palabras

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Salina miraba a Asdras y Boulus con decisión, no había titubeos en sus palabras. Pero querer acompañarlos en su misión era demasiado peligroso.

—Quiero destruir otros Coros —dijo Salina—. Y para hacerlo tengo que ir con ustedes.

—Por favor, ¿en serio la van a dejar acompañarlos? —dijo Crisanta en la caja.

—Te aguantamos a ti, ¿no? —dijo Asdras.

Salina sonrió al escuchar aquello.

—Puedes acompañarnos, pero —dijo el caballero cruzándose de brazos—. Nuestro objetivo no es el mismo.

—No te atrevas a decirlo —espetó Crisanta—. Siento que no escucho esa estúpida frase desde hace mucho tiempo, y prefiero que siga así.

—Ya cállate —le gruñó Asdras.

—Lo sé, pero igual quiero acompañarlos —dijo Salina.

—Vámonos entonces —dijo Asdras caminando con dificultad.

Salina lo siguió, Boulus se quedó un momento más mirando las ruinas quemadas. "Los haré pagar" se dijo para sí mismo y continuó su camino.

. . .

Pharris recorría las tierras cenicientas, el humo se levantaba en jirones pesados hacia el cielo crepuscular. El Lord Obligador la mandó, luego de que llegara el mensaje de un Obligador que supuestamente había atrapado al caballero fugitivo. Todo lo que encontró fueron cenizas, el lugar se había quemado por completo. En cierta forma se regodeaba al pensar que el mayor blasfemo escapó, así podría ser ella quien lo atrapase.

—Es una pena lo que pasó —dijo y observó a su compañero.

Lilpo, se retiró la capucha y miró hacia el cráter, algunas brasas volvieron a encenderse.

—Las ascuas podrían reavivarse y eso quemaría el pueblo —dijo con tono preocupado.

—Nuestra misión es cazar al bastardo que lo quemó todo —dijo Pharris de manera brusca.

—Pensé que este pueblo era insignificante —dijo Lilpo—. Pero ves la estructura, hay muchas piezas de metal, y el hueco enorme, esto no es algo normal.

—La manera en que el Lord Obligador se alteró tampoco fue normal —coincidió Pharris.

—¿Qué crees que pasó realmente? —preguntó Lilpo.

Pharris escudriñó la mirada de su compañero, aquellos ojos negros iluminados por la luz nocturna le decían que había algo más. Tuvo ciertas ideas desde que empezó a estar más cerca del señor Acónito.

—Lo estuve sospechando —reconoció Pharris—. Pero, solo después de ver todo esto me doy cuenta, nos ocultan cosas.

Lilpo volvió a ponerse la capucha. Ataviados con sus ropajes negros, los acusadores se fundían fácilmente con la oscuridad de la noche.

Devuelve mi CabezaWhere stories live. Discover now