Capítulo III

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5 de julio de 2023.

¿He dicho que empiezo a sentir cosas cada vez que veo al francés? ¿No? Da lo mismo lo hago ahora. Creo que me gusta y mucho, en estos casi dos meses de convivencia no he podido evitar fijarme demasiado en él, en su cabello y en su acento, pero sobre todo han sido en sus ojos, esos ojos verdes que no se explicar que es lo que tienen, pero prefiero dejarlo en que tienen magia.

Quizá sea un poco precipitado admitirlo y aun recordando que en un mes él tiene que regresar a su país y el verano ya habrá terminado, pero quiero arriesgarme, y si eso significa romper mi corazón, estaré dispuesta a sufrir el sacrificio.

—Entonces qué ¿Te gusta o no? —. Preguntó Sol de brazos cruzados.

Sol es mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. Su nombre le va como un guante, es rubia y su cabello es rizado a más no poder y en su rostro aparte de destacar sus ojos color océano, también destacaba su sonrisa que iluminaba todo el lugar por el que pasaba. Era la única que quedaba en el pueblo a estas alturas del verano ya que los demás ya se habían ido a otros lugares a pasar las vacaciones e iban a volver a principios del mes siguiente a disfrutar de las fiestas patronales.

—Mucho. —. Admití a la vez que sentía como todos los colores subían hasta mis mejillas.

—Tengo un plan. —. Dijo la rubia. —Esta tarde Esteban volvía ¿no?

Se me ha olvidado mencionar que Esteban se había ido un par de días con sus padres a otro pueblo de Barcelona para visitar a un familiar.

—Entonces como vuelve hoy ¿Qué te parece si nos vamos los tres a mi parcela y aprovechas para acercarte más a él?

La rubia sujetó mis hombros y me miró directamente a los ojos.

—Me parece bien. Vuelve al mediodía, así que tendremos toda la tarde. —. Dije devolviéndole la mirada.

—Si quieres podemos pasar la noche allí, sabes que mis padres no tienen problema con que vayamos y pasemos el tiempo que queramos.

Solo me límite a asentir y en cuanto la chica me soltó agarré mi móvil para escribirle un mensaje al francés sobre mis planes para hoy, a los segundos contestó con un okey y un emoji de un pulgar hacía arriba. —¿Acaso este chico es mi padre? —. Di por terminada la conversación en cuanto apagué el móvil. Sol me miró expectante.

—¿Y bien?

—Va a venir. —. Al finalizar la corta frase solté todo el aire que tenía retenido en los pulmones.

—Ve rápido a tu casa a por tus cosas que nos vamos después de comer. —. Dijo a la vez que se levantaba del banco y me lanzaba una última mirada antes de despedirse y comenzar a caminar hasta desaparecer de mi campo de visión.

La tarde había comenzado y Sol y yo ya estábamos preparando todo para pasar la noche en su parcela, a Esteban le quedaban pocos minutos para llegar por lo que íbamos un poco apresuradas.

—Velas. —. Saltó la rubia.

—¿Qué? —. Pregunté a la vez que me giraba a verla.

—Nos faltan velas.

Volvió a hablar mientras que se dirigía a la cocina, por mi parte decidí seguirla por si volvía a hablar.

—¿Para qué son las velas?

—Para dar un ambiente romántico.

La chica rebuscaba en varios cajones y de vez en cuando suspiraba impaciente, no fue hasta que volvimos al salón y en uno de los cajones del mueble en el que estaba la televisión dio con una vela aromática.

Quinta estrella a la derechaWhere stories live. Discover now